Texto publicado por Fer

A bordo de la luz de la luna, sexta parte.

Después de meses, vuelve la continuación de este relato, que por supuesto tiene mucho por seguir todabía, pero con esto ya van a entretenerse un rato largo.
¡A disfrutar!

***Sueño de Wendy***

Trato de relajarme. Acompañándome, de a ratos una melodía en arpa y a ratos una melodía en caja musical hacen acto de presencia, consolando, o intentando consolar mis pensamientos, y eso no es todo. También el chocolate hace su intento de levantar mi ánimo, de hecho el chocolate y mis bellezas melodiosas lo consiguen, pero no del todo. No consigo quedarme tranquila. Esto no es ninguna alucinación mía, ni suposiciones, estoy embarazada. Sí, me hice la prueba, me salió positiva, y la frase tan odiosa que una mujer debe decir al menos bien en su cabeza, “estoy embarazada”… por el amor de Dios. A mí, en secreto, me hace mucha ilusión tener una criaturita a la que mimar y mimar, un bebé o una bebé al cual darle todo mi amor entero de más allá de mi ser, pero claro, Javier me lo dijo mil veces, no piensa tener un solo hijo ni conmigo ni con nadie. No quiere saber nada ni de tener hijos ni de comprometerse a nada para conmigo ni para una mujer. Yo lo entiendo y lo comprendo (aunque no sin mucha pena porque usted, lectora, también debe querer que su hombre cambie de opinión a este respecto) pero esta vez no sé cómo lo voy a enfrentar. Si bien Javi es un amor, una noticia de esta índole lo puede llevar a su peor sitio, y ni hablar, Dios todopoderoso que estás en los cielos, puede sacar al diablo de dentro de sí en cualquier momento. Por supuesto, ¿para qué le voy a mentir? Primero que yo jamás le mentí con nada y no veo por qué, y por otro lado, él se terminaría dándose cuenta, porque él no es ningún boludo y las mujeres tenemos nuestra mascarita que sacarnos, sobre todo en el embarazo, que hasta la gente de fuera lo puede saber.
Así, entre tratar de relajarme, comer algunas barras de chocolate de vez en cuando y todo con algunas melodías tranquilas de fondo musical mientras pienso en cómo voy a enfrentar a Javier, él llega, ya de noche, mientras la luna brilla como dándome ánimos, “Dale Wen, dale que sos fuerte y le podés hacer cambiar de opinión o al menos no reacciona tan mal”, llega por fin a casa, me saluda cariñosamente aunque en su mirada están los rastros de un largo y fatídico día… ¿cómo lo tomará?
-Amor, -me arriesgo por fin.
-Decime corazón, -me dice como si le propusiera tal vez que después de comer hagamos el amor.
-Mirame a los ojos un toque. –le digo.
-¿Qué pasa mi vida? ¿Te sentís mal? –dice, al ver mi mirada como pidiendo disculpas y seguramente también con un brillo de terror.
-Pasa que… te tengo que decir algo que no te va a gustar nada…
-Naaaa mi pequeña, decime nomás, de última si no me gusta vemos cómo lo hablamos amigablemente…
Él es un amor después de todo, capaz que al final no sea tan catastrófico como pensaba.
-¿Seguro mi amor? –yo no estoy acostumbrada a dar vueltas, pero esta vez hasta la voz me temblaba, y él mientras me dice otras palabras cariñosas me sigue abrazando y dando besitos tan tiernos que…
-Bueno… -le digo por fin, -podés reer que… -joder, tengo que recurrir a la odiosa frase femenina, -estoy embarazada…
-¿Qué? –me pregunta con cara de “en cualquier momento me quedo en shock”.
-Sí… -le digo mirándolo con ojos de “perdoname, no me hagas daño por eso, si querés aborto y listo”.
-No me estás jodiendo amor, ¿verdad?
-No… y sé que no querés tener un hijo conmigo ni con nadie…
-Y no amor, para qué te voy a mentir, yo todavía no estoy para traer a la vida a una criatura que te aseguro que va a sufrir muchísimo mientras viva…
Escuchándolo a él yo no digo nada y mis ojos lo dicen todo por mí, dicen bien clarito cómo me parte el alma que la persona que amo no esté para dar vida a una criatura conmigo…
-Pero bueno mi vida, -sigue él, -no me digas que sí quisieras tenerlo que me muero ahora mismo, ¿no?
-Emmmm… bueno… sí quisiera tenerlo pero… pero te entiendo…
-De última aguantame, ahora llamo al hospital pedimos una cita y listo, ¿cómo sabés que estás embarazada?
-Me hice la prueba de farmacia y me salió positivo…
-No tuviste relaciones con nadie más aparte de mí, ¿no?
-No mi amor…
-Escuchame algo corazón, podemos probar lo de las pastillas de la hora después pero creo que ya llegamos tarde, a partir de ahora vamos a seguir haciendo el amor cuidándonos, ya sabés que me jode usar preservativo en todas pero no le metas que estás en un día seguro, mirá lo que pasa después…
-Pero bueno amor, ¿me perdonás? ¿me seguís amando igual?
-¡Pero cómo te voy a dejar de amar por esto corazón!
Aunque Javi me dice estas cosas, leo en sus ojos bastante rencor…
-Pero en tu mirada no te veo con buenas noticias…
-Y no, para qué te voy a mentir, te amo y todo pero esto me dejó muy… sacado de onda ¿viste? Pero bueno, ahora llamo a la clínica si todavía siguen laburando, pedimos una cita, abortás por el amor de Dios y un problema menos, ¿qué te parece?
-Pero… ¿no te da aunque sea un mínimo de ilusión tener una criaturita conmigo?
Javier y yo hablamos mucho del tema, no porque yo le insistía (aunque ahora mismo me muero de pena, terror y un poco de todo) sino porque solo una vez hablando de la convivencia en la casa y cosas de esa índole tocamos el tema, él me confesó que no piensa casarse “ni cagando” como dice él, ni tener medio hijo conmigo ni con ninguna mujer. ES mucha responsabilidad y presión junta para la que él, y así enfermo como está, no está preparado ni cerca, apenas se cría el mismo, y bueno, aunque como le dije, lectora, toda mujer en algún momento de su vida quisiera tener un hijo, yo lo entiendo y por qué negarlo, ahora mis en mis ojos se puede leer una pena muy onda y una madre que no puede ser.
-Y bueno amor, mañana vamos tempranito a la clínica, -me dice Javier como si con nosotros no fuera la cosa.
Pasaron 2 días, mañana es lunes, no estuvimos muy bien, por suerte a Javier no le salió el diablo de dentro pero nuestras caritas hablaron mucho más que nuestras bocas, y apenas hicimos el amor delicadamente. Yo lloraba, Javier me trató de convencer de que ya vamos a ser padres, pero en el momento que realmente hay que ser padres, y yo le digo que lo entiendo y lo amo a pesar de eso, y me va a dar una pena infinita el quitarle la vida a una pobre criaturita que está viviendo dentro de mí, y no me lo dice con palabras pero sus ojos me dicen “o abortás, o me voy de acá y se termina todo”.
Pero bueno, ahora me voy a dormir otra vez…
-Amor…
No contesto.
-¡Amor! ¡Mi vida! ¡Joder! –insiste él zarandeándome, y yo con todo lo que contesto es con una voz ronca y unas lagrimitas…
-Amor, no me hagas esto…
-¿Qué no te haga qué? ¡Levantate que tenemos turno!
Me lo dijo medio al gritito, y yo… no me puedo mover.
-No puedo… -alcanzo a decir.
-Vamos amor, no se trata de que puedas o no puedas, levantate y haceme el café, que no tenemos mucho tiempo, ¿sí?
Y sin más se va, empujando la puerta detrás, y yo, llorando de a poco me voy levantando, eso sí, de mala gana y con ganas de romperle la cabeza a alguien. Yo no tengo mi lado autodestructivo, pero esto ya es mucho, digo, demasiado. Aunque claro, es demasiado para él que yo sea mamá y por supuesto él papá… pero en fin, vestida, sin mucho gusto, voy al baño, salgo de ahí y entonces Javier me grita,
-¡Vamos, hace el café rápido que el tiempo vuela!
Yo, asustada, puesto que además de su voz en su mirada hay rastros de diablo luchando por salir, voy a la cocina temblorosa. Javier lo advierte. Llorando, trato de empezar a calentar el café, y estoy tan temblorosa y tensa que simplemente no puedo seguir.
¡Dale carajo! ¡Con más fuerza! –grita Javier mientras con brusquedad y de hecho casi haciéndome volcar el café, termina de servirlo junto en la taza que le corresponde a él.
-¡Pero apuraaaaaaaaaaaate carajo! –me grita más fuerte ahora sí, dándome un manotazo, tal vez apropósito para que se me caiga todo al piso, o para que despabile de una vez, o para descargar lo que sea que tenga dentro.
A la vez que suena el estruendo de todos los vidrios rompiéndose, el café volcándose, el piso convirtiéndose en un río con vidrios y todo y Javier gritándome cosas ya indescifrables, yo también trato de gritar en mi defensa algunas cosas indescifrables para mí misma, que así como estoy ya ni imagino lo desfigurado que debo tener el rostro.
-¿Pero qué mierda tenés? ¡Ahora te ponés a limpiar todo eso y no tenés más de 5 minutos! ¡La puta que te parió! –grita ya como poseído.
-Mirá Javier, le grito recurriendo a mis pocas fuerzas femeninas para defenderme ante estos ataques, -si estás tan apurado hacés el desayuno a los 2, hacés lo que tengas que hacer y me dejás de complicar la vida!
-¡Vos te callás! ¡La embarazada del orto que quiere hijitos conmigo sos vos así que vas a limpiar toda la mierda que dejaste y…
-¡Me lo hiciste tirar vos, pelotudo!
-¡Limpiá eso y callate la boca! ¡Ahora en menos de 5 minutos te agarro y te llevo de los pelos a la clínica!
Y dicho esto, sale tronando de la cocina y cierra la perta de un portazo que por una fuerza más, derrumba la casa.
No puedo estar tan pelotuda, pero el pánico me impide ser lo que era hasta ahora, trato de limpiar y recoger los grandes rastros que dejé (yo sigo pensando que por culpa de él y tiene que ser comprensible que yo sienta ese miedo) pero no termino, tengo ya varias cosas en la mano, entra Javier una vez más como un relámpago, me da un nuevo manotazo, haciéndome tirar todo de vuelta…
¡A ver Wendy y la puta que te re mil parió!
Yo no grito nada contra él, todo lo que me salen son chillidos histéricos con lágrimas y todo.
-¡Dejá de chillar que ya tenés mi edad! ¡Y ni pienses en tu futura criatura que llevás ahí dentro porque en cuestión de minutos te la mandan a la mierda!
Yo sigo chillando sin palabras, Javier no aguanta más, agarra un florero y con una puntería que ya quisiera tener yo para defenderme, me destroza todos los vidrios por la cabeza, chillando y gritando él más fuerte, y con chillidos de odio, no de pena, terror e indefensión como yo.
De pronto, Javier, sin duda poseído y mientras yo chillo y respiro como si se me saliera el corazón en cualquier momento, me tira al piso y me empieza a golpear con toda su bronca en la panza mientras me grita más fuerte que yo cosas que ya no entiendo, pero sin duda van por el camino de “¡Vas a abortar, hiiiijaaaaaaa deee puuuuuuuuuuuuuuuuuuuutaaaaaaaaaaa!
Y de repente… estoy llorando… en mi cama… no, no es mi cama… me desperezo… a mi lado está Javier, ¡jodeme! ¿no me iba a querer matar?
Esta no es mi cama ni mi casa… ¡Ya lo recuerdo! Estamos en la luz de la luna, durmiendo en nuestra hermosa cabaña… Javier a mi lado, hicimos el amor, nos cuidamos…
-Amor, -le digo en susurro tratando de despertarlo y con miedo, todavía no estoy segura de haber tenido una pesadilla. Él se despierta, de mala gana, pero en sus ojos no hay más que sueño, sueño, no sé si pesadilla pero sueño y ganas de seguir durmiendo…
-Amor… -me susurra al oído. Empiezo a dejar caer algunas lágrimas.
-¿Estás bien amor?
-Creo que sí… pasa que creo que tuve una pesadilla…
-Huuuy… dormí tranquila mi amor, después si querés me la contás…
Yo no puedo evitar sentirme rechazada…
-Pero, Javi, ¿estoy embarazada? ¿me hiciste todo lo que me hiciste?
Seguramente la cagué, dije cosas que no debería. Javi se despierta de golpe…
-¿Eeeh? –me dice despertándose del todo? -¿Estás embarazada?
Confusa, le digo,
-Ah, capaz que fue producto de la pesadilla…
-¡Ah! ¡Me asustaste!
-Pero amor, -no puedo evitarlo y por eso le insisto, -si hubiera sido en la realidad qué hubieras hecho?
-¿Qué te hacía en la pesadilla?
-Primero estabas bastante calmo pero después me fuiste obligando a la fuerza a abortar sin que yo pudiera decir nada y después…
-Aaayy nooo mi cielo, yo te dije desde siempre que soy un pibe muy diferente a los de por ahí, y si te amo realmente no te voy a hacer esas cosas, ¿te pegué? ¿te grité o algo?
-Sí… -digo sin poder evitar que unas lágrimas no salgan.
-Tranquila amor, -me dice abrazándome, -sigamos durmiendo y disfrutando este viaje, fue solo una pesadilla, si pasara de verdad esto te juro que le vamos a buscar la vuelta de la manera más amigable, pero jamás voy a ser así de malo, y esto que te digo no lo estás soñando ni te lo digo de dormido que estoy, ya me estás despertando bastante de golpe…
-¿De verdad amor?
Y sin más, nos abrazamos, besamos, hicimos delicadamente el amor y nos volvimos a dormir un rato más, ya que eran las 7 de la mañana, y yo al pobre despertándolo con mis pesadillas de minita acomplejada…

***Sueño de Don Diego***

Hacía bastante tiempo que no salíamos todos juntos. Me costó un esfuerzo. Mis 3 hijos principales ya no son prácticamente pendejos, salvo Javier, que está en una edad adulta pero es pendejo porque él mismo me lo dijo una vez, quiere seguirlo siendo, y como yo ya estoy hasta las pelotas de mi mujer y mis 2 pendejitos de mierda, decidí hacer una salida nocturna, con Javier, Camila y Michael, sus hermanos mayores. Ir a comer una parrillita o algo de esa onda, dejar a sus hermanos en el departamento e irnos a bailar Javier y yo como en los viejos tiempos.
Luego de haberlos pasado a buscar, nos dirigimos a los chicos de Europa. Muy buena parrilla hay ahí, con todas las achuras y en general un asadito que, pregúntenle a Javier, no deja de comer nunca más.
Llegamos, pedimos todo, y cuando le encargamos al mozo una parrillada para 4, 2 porciones de fritas y una coca grande, de repente escucho unas sirenas. No es de la calle, no es de afuera, se va acercando, veo que es una ambulancia, se acerca a nosotros, lo agarran a Javier, se lo llevan…
Me despierto como de una pesadilla, pero estoy tan cagado de sueño que como ya me pasó otras veces, el sueño puede continuar.
Efectivamente vuelve el sueño, pero estamos los 4 comiendo, Javier incluido, charlando, riéndonos de todo un poco, incluso de nosotros mismos, hablando de mujeres, contándome Michael y Camila cosas de sus vidas, todos comiendo y comiendo, Javier con una cara de felicidad, parece que está pensando en una forma de agradecerme esta noche, y yo también muy feliz porque por fin, me deshice de la vida de mierda que me tocó o elegí sin saberlo, y porque estoy por fin con mis 3 primeros hijos, solo, sin mi mujer, haciéndome la gran joda como en aquellos años.
Ya hemos comido de todo, sobre todo Javier y Camila que comieron como si llevaran hambre de días, ahora le pagamos la cuenta al mosaico, más caro que la mierda, pero valió la pena esta parrillada, y a Dios gracias tengo guita todavía para irme a bailar con Javi.
Llevamos a sus hermanos al departamento, y nos vamos los dos solos a La Cumbre, un boliche que está bastante cercano y casi a la vuelta de la parrilla, donde me lo llevaba a bailar y por cierto había muy buenas mujeres. Esta noche tengo exactamente las mismas intenciones que en aquellos tiempos, y Javier, que a mí no me engaña porque yo no nací ayer, también.
Estamos bailando, pasan cumbia villera, dice Javier que es cumbia retro como a él le gusta, y entonces en medio de la pista, iluminando de repente cuales fuegos artificiales, aparece una mujer de una belleza que se la puede asimilar con una mujer demonio. Pero esta de demonio no tiene nada, al revés. Debe estar en sus 30. Está sola, cerca nuestro, nos mira, se acerca más… La miro yo, la mira Javier… se acerca más…
-¡Hola hermosos! –nos grita, porque la música está que te perfora los tímpanos.
-Hola, guapa, ¡Mucho gusto! –digo yo estrenándole la mano y mirándola con intensidad, mirada que ella me devuelve igualmente.
-Mucho gusto corazón, -dice Javier dándole la mano y un beso en la mejilla, con ciertas intensiones.
-¿Cómo te llamás vos? –le pregunto.
-¡Laura! ¿Y ustedes?
-Yo soy don Diego, y este es mi hijo, Javier.
-¡Waw, encantada!
Y nos vamos los 3 a la pista, hacemos un trío. De hecho Javier me dice al oído,
-Cabeza, si Laura se calienta ¿Qué te parece si hacemos un trío?
Yo no le contesto con palabras porque hay un ruido bárbaro, pero mis ojitos dicen claramente que yo encantado. Efectivamente, Laura, tras bailar con nosotros un poco de reggaeton y al estilo ronda, se va calentando, se pone coqueta, me besa en los labios a mí, yo se los devuelvo, nos vamos soltando, abrazando y besando en los labios para finalmente besarnos a la francesa, con lengua y todo, como le enseñé a besar a Javi en aquellos años, en sus primeras veces. Y él nos mira a los 2 mitad festejando nuestra calentura hormonal, mitad queriendo agregar la suya, nada disimulada, y entre tanto ya estábamos tomando cervecita negra, como nos gusta a nosotros y a Laura resulta que también. Estamos tomando, Javier y yo dando besos a Laura, al más puro estilo combates por turno de un juego rpg. De pronto, los 3 calientes, y ni hablar de Laura que nos mira suplicante y nos pide que le demos los 2, aceptando encantada la propuesta de un trío, en la que por supuesto padre e hijo no se van a tocar, pero padre e hijo se van a follar hasta más no poder a la pobre minita de la barra. Vamos al baño, así excitados y ardiendo de calentura, que a Dios gracias está vacío, entramos con Laura al baño de hombres, cerrando muy bien la puerta, el próxima negro que quiera entrar se lleva una sorpresa erótica tremenda, y en el rincón de los inodoros, hacemos el tan soñado trío por Javier, según muchas veces me confesó, y el revivido trío por mí, porque yo antes que él naciera tuve mis tríos y demás aventuras sexuales, o sea, mucha más calle de la que tiene Javier, y que el pobre está desesperado por atender. Así pues, le damos a Laura, que como en la canción de Damas Gratis se le recontra veía la tanga, Javier por delante, yo por detrás, ella gimiendo bien emputecida como una profesional, Dios la bendiga,.
De pronto, en pleno acto amoroso, Javier abre la boca y… un charco de bómito cae sobre la pobre Laura, quien asqueada se limpia como puede y dice,
-Hay, estos pibes de ahora…
-Sí, son tremendos –le digo yo.
-Y bueno cabeza, pero sigamos haciéndolo.
Así, de esta manera con vómito y todo, seguimos haciendo el amor, Laura se refriega contra el piso y contra alguno de los inodoros a veces, mientras yo sigo metiéndola bien por su ojete, haciéndola incluso llorar de placer, y Javier la sigue manchando, ahora de semen, la besa como si hiciera siglos que no besaba a una mujer (con respecto a lo apasionado y desesperado) y de repente cambiamos posiciones. Ahora yo me encargo de sus partes de arriba, y Javier no se la va a meter por el orto pero sí quiere lamer su clítoris, por cierto tiene una chucha bien peluda esta chica. Ella no habla, gime y gime constantemente, pone carita de sufrimiento de a ratos, y de a ratos de placer, a veces dice cosas provocativas para que le sigamos haciendo de todo, y ella que hasta ahora era pasiva, no toma el control pero a pedido de Javier empieza a acariciar a cada uno nuestras partes íntimas, con la izquierda a Javier y con la derecha a mí. Una vez más Javier es un chancho de mierda, Ahora Laura tiene la boca abierta, le pone el pitilín mirándola como diciendo “no podés dejar de chupármela nunca más”, y en eso… terrible es mi hijo, no solo vomita como todo un borracho a una mujer, ahora hace pis… pis… pis… ella, nada asqueada, no se inmuta, y Javier sigue descargando todo su líquido, primero era semen y ahora totalmente el pis que hacemos todo el mundo.
Salimos del baño, así salimos, nosotros vestidos y ella desnuda y descalza, Dios la bendiga y la madre que la re parió, Dios quiera que no se corte las patas con algo mientras camina, y como era de esperar, miles de negros que había bailando le empiezan a chiflar y se arma todo un amontonamiento de negros, todos cagándose a ganchos por agarrarse a esa mujer que hasta hace instantes gemía como ninguna follada por nosotros, Dios la bendiga y cuando salga del boliche voy a orar por ella.
Pero de repente para mi sorpresa, todo cambia, ahora ponen un partido de fútbol… ¡juega San Lorenzo contra Boca! ¿Cómo me la podría perder?
Ahora estamos sentados en un banco largo, Javier, Laura y yo, Laura ya sin rastro de semen, ni vómito ni ninguna otra marca de nuestras expulsiones interiores. Miramos el partido, aunque a decir verdad, yo lo miro solo, Javier y Laura hablan de todo junto, se miran coquetamente, se abrazan románticamente, aproximan sus labios y…
¡Gol!
Joder, todo cambió. Estoy en mi cama… ah, no, la cama de la hermosa cabaña de la Luz de la Luna… Javier y Wendy vienen a medio vestir y dormidos hasta mi cuarto…
-¿Qué pasa muñe? –dice Javier.
-¡Golazo! –digo yo.
-¿Qué? –pregunta Javier sorprendido, -¿estabas soñando con fútbol?
-Ah… la puta que te parió… -le digo contrariado, -golazo de San Lorenzo… digo confundido. -¿Grité fuerte?
-Sí, ¡nos asustamos! –dice Wendy.