Texto publicado por Fer

Nota: esta publicación fue revisada por su autor hace 9 años.

Noveno capítulo de una novela que no pensé jamás que escribiría, y acá está. Señoras y señores, con ustedes, "y un ángel cayó de quien sabe donde", la única y mayor novela en desarrollo de este servidor! ¡A entrar, a leer y a comentar!

Solo una cosa, a partir de las próximas ediciones aprovechando la funcionalidad de los audios van a ir acompañados de musiquita relajante de fondo, oo voy a tratar de hacer alguna mezcla de músicas así que vallan cambiando conforme avancen en el capítulo de acuerdo a lo que va sucediendo.
Listo, ahora sí, apreten incert+ flecha abajo y luego díganme´qué tal!

No lo puedo creer. O mejor dicho, no lo puedo terminar de creer. Solo a medias, y es que al fín conseguí lo que tanto, y a gritos locos, quería. Así de Diego como soy, podría valerme madre todo y que Jime me recibiera así como estoy, hecho un sucio mugroso de primera. Andá a saber con qué habré soñado, porque me desperté muy pero muy exitado, sabiendo perfectamente la que me espera. Y es que ayer Jime ha llamado a mi vieja para consultarle lo que no me arrepiento un segundo de que halla hecho, ahora sí mi pequeña tuvo una hermosa idea, la de venir a mi casa y de ahí, sin más ni más, irnos, tomarnos un bondi y a lo mejor irnos a morfar por ahí. ¡Justo lo que tanto quería!
Soy tan dormilón, y estoy orguyoso de serlo, me desperté a las 11 y pico de la mañana. Me levanté, me tomé un cafesito y ahí nomás, me fui a dar una súper ducha, me lavé muy bien todas mis partes, incluso las íntimas como todo un Diego que quiere quedar bien guapo para ponerse lo más sexi y probocativo y así levantarse a su chica como sea. Y luego claro, me perfumé, me afeité y todo eso, me terminé de arreglar y si viviera un homosexual conmigo ya me debe haber venido a pedir chori, porque estaba hecho todo un príncipe. Ya son las 12 y pico, estoy bailando un rato, practicando mis movimientos sexi ¿para qué? porque se supone que dentro de una hora o quizá menos llega Jime y ahí sí, ¡a la mierda nomás!
Ya llegó Jime. Son más de las 1 y media, y es que ella vive en la loma del orto en cuanto a la distancia de mi casa a la suya. Pero llegó, ya estoy lito, totalmente abrigado (hace un frío insoportable) mi mamá le abre la puerta y ahí nomás, las manos más hermosas que toqué, olí y hasta besé en mi vida, y lo mismo para la voz más sensual que mis pobres oídos pudieron aguantar. Insisto con lo mismo, quiero aprender a crear voces sintéticas de verdad de alta tecnología y hacer la suya, especialmente para cuando ande con dolor de cabeza u oído. No me digas que su voz no te gusta porque la voy a hacer hablar todo el día y vas a ver que te vas a enamorar de ella al toque ¡pero tranqui! porque es mía aunque no sea mía. ¿Okay? O sea que no tenés oportunidad, salvo una simple amistad. Pero bueno, la noto nerviosa... ¿qué será? ¿nerviosa por qué?
Salimos de casa, claro, saludando a mi vieja que por suerte está sola. Y ahora nos vamos caminando caminando, hasta la parada del bondi, yo bastoneando como debe ser, aunque levemente tomado de su brazo, porque aunque quuiera ya no me puedo soltar de su cuerpo, parece que no puedo estar a más de 2 metros de distancia suyo. Mientras hablamos un poco y esperamos el bondi, ya en la parada yo la estoy notando nerviosa. Ya dentro, y pasando con mi tarjeta de discapacidad, lo que significa que ella tampoco tendría que pagar (acá en este arenal fantasmagórico funciona así) nos acomodamos, yo en el aciento que está ahí adelante por suerte vacío, y ella parada al ladito mío. Me confiesa que está nerviosa (pero se va calmando de a poco) porque era la primera vez que saldríamos y nos las arreglaríamos completamente solos. Yo no estoy nada nervioso, al contrario, tan feliz que lo nota al toque, y la voy calmando y sacándole dudas y dudas. Nomás espero que a la vuelta mi vieja y Pepe no me caguen a pedos, y no tendrían por qué. Jime y yo hablamos, pero no como quisiera. No hay toqueteo de parte de nadie, salvo que estamos de la mano, pero ni abrazos ni besos, porque me da una especie de cosa hacer eso en lugares públicos. Después de un rato ahora sí, llegamos, nos bajamos, caminamos unas cuadritas y ahí nomás en una plaza que estamos pasando sale a nuestro encuentro su mamá, quien en seguida me saluda.
-¡Qué bueno que viniste! -le digo con mi afecto natural.
-Sí, a hacerles companía un ratito y después me voy, -dice ella, -¿querés que me quede o que me valla?
-Noo, ¡que te quedes! -digo gritando de tal manera que yo no sé qué hubiera pensado si Jime mostrara ese afecto a mi mamá.
Seguimos la caminata, todabía falta para llegar al gran banquete internacional que ya me quiero dar, Jime y yo charlamos, yo indiferente a su mamá, no de malo sinó porque se me antoja hablarle a Jime, en realidad se me antoja Jime como almuerzo principal y todo lo demás, pero ella misma va a almorzar conmigo hoy y ya me tiene, por fín, logrando lo que tanto y a gritos ya pedía. Su madre está muy detrás nuestro, yo no sabía antes pero hizo muy bien Jime en decirme (al parecer de nuevo) que su mamá tiene algún problema pulmonar y entonces camina más despacio.
Por fin llegamos, o mejor dicho, estamos llegando.
-¡Che! ¡Ya sé lo que quiero comer! -les digo a Jime y a su mamá.
-¿Pero qué? ¡si ni sabemos lo que hay! -dice Jime.
-Bueno, pero por si está ya tengo algo pensado.
-¿Y de qué tenés ganas?
-Si está México, quiero tacos. Y vamos a ver de qué hay.
-Aaah buenoo... -dice riéndose Jime, -che, este chico ya anda más mexicano que un mexicano... bueno, vamos a ver si hay, yo tengo ganas de algo dulce.
Entramos.
-¡Qué rico olor! -alcanzo a exclamar en un susurro, porque nomás entrar ya me atrapó un delicioso aroma de no sé qué comida ni de qué país, pero terminó por hacerme dar más hambre del que tengo.
Primero no vamos a comer nada. Yo tengo un hambre de tigre pero me la banco, después de todo es mejor disfrutar y recorrer, mejor dicho al revés. Se viene en realidad a conocer todas las diferentes culturas y ver la variedad que tienen para ver y ofrecer en cada una, y uno a comer. Incluso se puede comprar comida para llevar. Solo la emnvuelven, las guardamos muy bien, nos las llevamos a casa y cuando se nos antoje ¡alto recuerdo tendremos para devorar! Hay incluso comidas que no vas a probar en ninguna otra parte más al menos dentro de este arenal, hasta que viajes a ese país y lo puedas volver a probar. También da para quedarse ahí comprando y comprando de todo.
Ahora Jime, como ya el lector se puede imaginar, me describe. No solo hay comida, también hay pinturas, decoraciones y creo que alguna escultura también, de cada país, representando cosas históricas o cosas que se pueden encontrar en la zona. A Jime le gustaron Brasil y Portugal, Portugal tiene decoraciones de diferentes colores. También están Alemania, Israel, Chile, Perú, Montenegro, a medida que Jime me va leyendo hay países europeos, Asiáticos y sudamericanos. Así que México no está, Nicaragua tampoco, República Dominicana tampoco, de repente pasamos por ¡Paraguay!
También se me antojaba algo de mandioca, así que ya tenía pensado comprar algunos chipá y algo de allá, que me encantan.
Pasamos por Arabia. Es genial la comida de ahí, creo que vamos a comprar para llevar. Yo fui en las vacaciones de invierno de 2008 y era para llevárselo todo, porque en una comimos ahí nomás y en otra compramos para llevar (ahora no me acuerdo sus nombres ni sus sabores) pero sí que me encantaban. Luego mientras seguimos y mirando y mirando, vamos a ver a Israel, que a Jime le llamó mucho la atención. Aparte de las decoraciones, la señora que atendía ahí (no sé si era ella de Israel porque la oía hablar con acento totalmente argentino) escribía en Ebreo, ya ni me acuerdo cuántos años antes de la escritura que ya conocemos ni en qué año ni nada, ahí nomás nos empezó con toda una cháchara (interesante "sí sí") sobre toda la historia de Israel... había mucho ruido dentro, y a mí me cuesta oír bien cuando hay mucho ruido, y por otra parte tenía un hambre de tigre, y hasta el estómago me rugía como todo un recontra tigre, así que simulé atención (menos mal que soy muy buen actor) y en seguida me di cuenta que esta señora no nos hablaba con sus propias palabras, sinó que estaba leyendo de alguna parte, por lo que pude deducir es alguna revista que más tarde Jime me ofrecería llevarme, pero yo más que escuchar historias (a excepción de que esta señora sabía escribir en ese lenguaje que aunque yo ni veo ni entendería nada me interesaba igual) lo que quería era seguir recorriendo, y lo más urgente, comer para satisfacer de una vez al tigre altamente con hambre que ruge en mi interior.
Luego de esto Jime me lee alguna cosa más sobre esa escritura y luego me dice.
-Te regalo esta revista. ¿Te la querés llevar?
-¿Qué? ¿para qué? si no la voy a poder leer.
-Pero para que te guardes de recuerdo...
-¿Pero para qué? si está en tinta, no la voy a poder leer.
-Ah, está bien...
¡Y claro! para qué la voy a querer si no la voy a poder leer luego. Pero bueno, debe haber pensado que a lo mejor quisiera que mi mamá o alguien me la leyera,
-Naa, gracias, no hace falta...
Y seguimos recorriendo.
-Che, ¿vamos a Paraguay?
-¿Qué querés comer?
-Tengo ganas de darle a la mandioca, que me encanta, -le digo.
-¿Pero qué cosa de mandioca?
Vamos a ver qué hay. Llegamos y ahí una chica re simpática está atendiendo. Por el acento parece correntina o de por ahí, todabía tiene acento argentino, o será paraguaya pero ya hablan igualito a nosotros una vez que viven acá y se terminan acostumbrando, y muy simpática. Hay una banda, hasta empanadas y otras cosas más con nombres que sonaban bastante guaraní porque ya ni los recuerdo, pero como de costumbre ya quisiera probar, y finalmente compramos (para mí porque Jime quiere luego algo dulce) es algo que por la forma era una especie de pankake de mandioca, que se llama mbeyú, y que esta chica pronuncia con un guaraní impecable.
Primero esta chica me da un pedacito para probar, lo calienta un poco primero, luego me lo da (enrollado como yo luego no lo comí según lo que puedo tocar, porque está caliente como negro en baile) y en seguida me lo como, síiiii, ¡quiero más! ¡Una delicia!
Ahí nomás lo envuelve muy bien en un platito de plástico y me lo entrega.
-¿Y de tomar querés algo? -me pregunta con un acento no sabría exactamente si paraguayo o correntino.
-Dale, ¿qué hay?
-Tenés gaseosa, agua saborizada, paso de los toros...
-¿Tendrás una cervecita negra o un tinto?
-no no no, alckohol acá no hay.
-Noo, ¡no empieces con el alckohol y esas cosas!
-Podés tomar gaseosa si te gusta.
-Tanto esta chica como Jime dicen estas cosas riéndose, y yo trato de no reírme pero no me sale, porque ahora debe ser un pive que se vino a hacer el borrachito nomás. Finalmente me pido una coca, las hay en lata. Y la llevamos.
-Bueno Diego, te quedás acá con mi mamá comiendo y yo me voy a pedir algo dulce y estoy con ustedes.
-¿Hay una mesa?
-Sí, ahí vamos a buscar.
-¡Sinó comemos parados!
-Naa, no seas tan villero chee, -dice Jime.
Y nos ubicamos en una mesa para 4. Jime se sienta al ladito mío, o mejor dicho esta vez se reserva el lugar porque se va a pedir algo dulce, y su mamá en frente mío.
-Bueno Diego, yo ahora vengo, te quedás ahí con mi mamá y yo ahora en un rato estoy con ustedes y te convido lo que traiga. ¿Dale?
-¿Querés un poco? -le digo a Jime mientras ya estoy desenvolviendo el mbeyú de alta mandioca que por lo que puedo ver, tiene queso.
-Noo gracias, yo ahora me pido.
Por lo menos le ofrecí así que tan angurriento no soy. Pero ahora estoy comiendo encantado, tratando de hablar con la mamá de Jime que es un loro paraguayo, habla y habla y habla y habla, incluso una vez mi mamá me comentó que es re chuzma, y yo lamentablemente estoy de acuerdo con eso, claro, sin ofenderla y con respeto, pero ¡pará de hablar un poco hermano! ¡dejame comer!.
Claro que esto no se lo digo, pero ya estoy haciendo esfuerzos por escuchar sus preguntas tontas y responderle como el boludín natural que llevo dentro y fuera, encima teniendo que inclinar la cabeza a lo pabo para escuchar entre todo este bullicio lo que me dice este loro paraguayo, y por otro lado quiero que Jime regrese y me rescate. Pero sigo comiendo y disfrutando más de la mandioca loca que de la cháchara preguntona de Graciela, cuya companía si bien me agrada, me cansa la gente que no para de hablar y hablar, y hacerme preguntas tontas. Y no es de mala onda, pero es molesto especialmente si estoy comiendo.
De repente agarro la lata de gaseosa, y Graciela me dice,
-Esperá. Ahora te traigo un sorvete, te la abro y tomás.
-No, gracias, -le digo cortezmente, -yo puedo tomarla así de la lata.
-No no, ahora te traigo un sorvete y la tomás de ahí.
-Okey... -ya veo, no se puede ser negro de la villa, pero para mí esos no son ni malos modales ni modales de villero. Aparte para mí los que toman de sorvete lo hacen los bebés y los maricones, y yo ya soy suficientemente macho para darle al sorvito como los nenes de 5 años. Pero bueno, que lo traiga nomás.
Ya me la terminé, y Jime todabía no regresa, pero en seguida vuelve trayéndose algo y me dice:
-Mirá Diego, esto es una torta que encontré en Brasil que tiene ananá, limón rallado y no sé qué es eso otro...
-¿A ver?
Y me convidó unos cuantos bocados, el ananá me encanta así que si me tocaba ananá eran los bocados más ricos. La torta también, aunque no estoy muy acostumbrado a mezclar dulce y salado así que me tengo que acostumbrar un poco al gusto, pero muy rico.
-Esperá que voy a buscar una servilleta. -dijo Jime.
-¿Para qué? si no me manché.
-No, pero me enchastré yo, -dice Jime confirmándome que tal vez es capaz de enchastrarse igual que yo, pero esta vez yo comí con mucho cuidado así que nada nada. Luego de esto me dice:
-¿Vamos a lavarnos las manos?
-Yo no las tengo sucias.
-Sí Diego, y después no quiero que me toques con las manos así, yo también las tengo enchastradas así que vamos a ver donde hay para lavarse.
-¿Vamos al baño?
-¿Querés ir al baño también?
-No, solo a lavarme las manos (así no me jodés más) -dije.
En eso apareció y de casualidad el chico de la fotocopiadora de la facu, que Jime a penas verlo le hizo señas para que se diera vuelta, por suerte ya estaba con una chica, qué se yo si su amiga, amante o novia, pero eso ya me deja tranquilo. Aparte nos saludamos en seguida con muy buena onda, y con la muy buena onda que me sale naturalmente como si este pive fuera mi amigo de toda la vida. Su amiga no me saludó, pero estuvieron unos minutitos y se fueron en seguida, esta vez sí me saludó su amiga.
Ahora solo Jime va al baño, yo me quedo una vez más en la mesa con su madre, por suerte ahora para Jime ya no estoy enchastrado. Me había dicho Jime que cuando regresara compraríamos algo más. Volvió y con unas manitos impecables, nos levantamos dejando nuevamente a su mamá que cuide la mesa y nuestras cosas, entre ellas la coca que todabía me quedó un poco. Vamos una vez más a Israel. Parece que nos encantó esa. Me pido dos comidas diferentes (ya en la sección de comidas) unas burekas que son una especie de empanadas de ahí, en este caso de ricota y queso parmesano, mientras el señor que está atendiendo (que creo que es uruguayo por el acento) está calentándolas y nosotros de pie esperando, Jime se pone a hacer un meneo de cadera al ritmo de la música que está sonando de fondo, bailotea un poco probocándome (porque justo la estoy tocando despacio) me dice,
-¿Escuchás la música?
-Sí, -contesto, -se escucha... está como para bailar...
-¡Y bailá! -me dice este señor mientras sigue calentando un par de burekas que me voy a comprar. Yo con un poquitín de vergüenza no meneo ni el ojete, nomás sonrío tímidamente.
-¿Es para comer acá o para llevar? -dice el señor cuando está por envolver las burekas.
-No no, las comemos acá. -decimos al unísono.
En realidad Jime no va a comerlas, o sea que ambas son para mí, ella nomás quiere dulce, y de hecho en cualquier momento se va a buscar otra cosa dulce. Ahí mismo, Jime me compró una especie de masas redondas rellenas de diferentes y variados vegetales, que no recuerdo el nombre, la cosa es que en seguida llevamos todo a la mesa y ahora me dispongo a devorar, encantado, porque me encantan ambas comidas, mientras Jime me deja una vez más con su mamá en la mesa para ir a buscar un bizcochuelo de miel de no sé que país, y pedir agua para hacerse un té. Yo no, no quiero nada de eso, sigo relamiéndome con estas delicias.
Jime regresa, yo ya terminé con las burekas y ahora voy por estas masas que no me sale el nombre. Jime está comiendo bizcochuelo de miel y preparándose el té, cuando yo termine, si todabía tengo hambre le voy a pedir que me convide.
Ya terminé todo. Le pido una mordida del bizcochuelo y Jime me convida, pero una vez más, debe ser porque tengo altas ganas de salado y gustos así, no la comí disfrutando como a todo lo otro, aunque sí, rica.
-Che, te quedó té? -le digo al cabo de un rato.
-Sí, ¿por?
-¿Me das un traguito?
-Dale, -dice y me alcanza el basito de plástico, tomo un par de tragos y se lo devuelvo. Lo raro es, luego de lo que comí (tomando coca) no sé qué hago mezclando salado con dulce y al revés.
-Diego, ¿me esperás que me voy a hacer pis? -me dice en un susurro, y yo me exito de que por fín, de tan chica formal que es, se halla a trevido a decirme esa cochinada.
-¡Dale! -le digo con voz notablemente exitada, y se va. Una vez más su madre haciéndome todo un parloteo ya insoportable, entonces de repente toqueteo la mesa, todas las bandejas están vacías, ya no queda nada, pero ahí está el basito de té, con un poco de té todabía. Sin esperar el regreso de Jime ni nada, me mando de un trago lo que quedó. Su mamá no se hizo problema, y yo me reía maliciosamente, confirmando que mejor todos los que salgan a comer o tomar conmigo, tengan mucho cuidado, porque se dejan algo a la espera de ser comido o bebido y ahí voy yo y se los como o se los tomo, así que mejor que no se dejen nada, porque hay que bajarme como los animales.
Regresa Jime de descargar el líquido amarillento que llevaba en la vegiga y me dice, nada más ver el baso de té vacío, -¿ya te tomaste mi té?
-Sí, ¿y? -le digo riéndome.
Luego de esto charlamos un rato más y ya nos vamos porque son las 4 y pico de la tarde, y mi vieja., la incha pelotas de mi vieja no quiere que llegue tan tarde... yo ni ganas tengo de volveer a mi casa ni tomar el bondi, y se lo digo a Jime. QUiero más, no quiero comer más pero quiero ir con ella a otro lado.
Nos despedimos de su madre, nos vamos solos, charlando de vuelta, caminando despacito, disfrutando (si así se le puede decir) del frío que hace, ella como toda una princesa helándose toda pero yo, igual, quiero seguir afuera, aunque tampoco no quiero que se me enferme luego, hasta que así, tomamos el bondi, me acompaña hasta mi casa y se va, porque ya está oscureciendo como no tendría.