Texto publicado por Ricardo

EL ÉXODO BÍBLICO EN LOS TEXTOS EGIPCIOS

EL ÉXODO BÍBLICO EN LOS TEXTOS EGIPCIOS

Por Sergio Fuster

La migración del pueblo de Israel, registrada en el libro bíblico
del Exodo, así como los asombrosos episodios que acompañan al
relato, es el fundamento de la fe de millones de personas. Es parte
de esa creencia que el Dios de Moisés convirtió el Nilo en sangre o
que partió el Mar Rojo en dos para salvar a su pueblo.
Los milagros de la Biblia casi siempre ocurrieron dentro del
marco de la historia nacional del pueblo hebreo. Pero en el caso del
Exodo es diferente. Esta fuente sitúa como testigo del regreso del
pueblo de Moisés a la Tierra Prometida a la primera potencia mundial
de la historia antigua: Egipto. ¿Pero por qué entonces las fuentes
egipcias silencian este hecho? ¿Cómo se puede armonizar la historia
egipcia con las tradiciones del Pentateuco?
El siguiente trabajo ofrecido aquí, en esta sección de Historia y
simbolismo de Temakel, de ninguna manera pretende ser inédito, ya
que la problemática ha sido abordada por muchos especialistas, pero
sí lo intenta ser su enfoque. ¿Qué significación simbólica puede
dimanar de un proceso por el cual un hecho histórico fundamental
para una tradición (el Exodo en la tradición bíblica y hebrea) sea
objeto de silencio o indiferencia por parte de la cultura y el
territorio donde se habría consumado aquel magno acontecimiento (el
reino de los antiguos soberanos de Egipto)? Aunque sea parcialmente,
intentaremos arrojar alguna luz sobre esta cuestión.

Reconstruir el éxodo bíblico a partir de las fuentes egipcias, es
una tarea muy complicada. Los testimonios provenientes del antiguo
país del Nilo con relación a la existencia de los israelitas son
nulos en la primera mitad del segundo milenio a. C.(1). Hasta el
momento, la primera mención que se hace en una inscripción egipcia
de la existencia de Israel como nación, es en la estela del faraón
Merneptah (Dinastía XIX), piedra de basalto negro que data del siglo
XIII a. C.(2). Es cierto que muchos han relacionado a los hebreos
con él termino Avirú, como aparece con anterioridad en los textos de
Amarna (Dinastía XVIII), refiriéndose a un hostil pueblo hurrita;
pero esto es dudoso. Sin embargo, la Biblia desde los primeros
capítulos hace alusión a Egipto más de setecientas veces, ya sean
citas directas o referencias simbólicas.
Por lo tanto, para facilitar nuestro estudio, hemos recurrido en
parte a la metodología inversa, que creemos, es inevitable para
nuestros objetivos, a saber, ver a Egipto en el Imperio Antiguo y
Medio a partir de las menciones testamentarias, y tratar de
secuenciarlas con las pruebas documentarias disponibles.
EGIPTO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
Los problemas que plantea el abordar este tema desde estas dos
perspectivas, se deben a razones bien delineadas. En primer lugar,
si el origen del pueblo hebreo como nación se lo debe a un
espectacular escape hacia el levante, es hasta cierto punto lógico
que esté ausente de los registros egipcios. Una derrota tal a su
orden político y religioso seguramente fue borrada deliberadamente
de sus anales en resguardo de sus divinidades; siendo en
consecuencia recordada detalladamente en la memoria hebrea y
descripta en el Pentateuco como un acto salvador de su Dios.
En segundo lugar, los testimonios arqueológicos son en buena
medida fragmentarios, lo que dificulta la reconstrucción de la
historia antigua y datación cronológica de Oriente desde un metodo
sistemático.
El principal canal que ha conservado a través del tiempo, es
decir, sin interrupción, una memoria histórica de este período es
sin duda el Antiguo Testamento(3). Esto, por un lado refleja una
ventaja, la de seguir la historia egipcia a partir de las
narraciones del libro de Génesis y de Exodo, pero por el otro
plantea una dificultad; ya que el motivo que los reviste es
religioso, y este es siempre subjetivo. La tarea de conservación
bíblica se efectuó por razones mayormente de orden sagrado, y al
igual que los textos egipcios bajo la supervisión de una clase
sacerdotal. Como veremos en el presente trabajo, en el relato de la
esclavitud y escape de Egipto prevaleció el elemento de supremacías
de dioses, es decir, Yahvé en desmedro de los dioses egipcios y sus
consecuentes recursos simbólicos que hallan su expresión narrativa
en el mito.
EL ORIGEN DE EGIPTO SEGÚN EL GÉNESIS
En la tabla de las Naciones, como algunos comentaristas prefieren
llamar al capítulo X de Génesis, nos menciona el origen entre otros,
del mismo Egipto. Dos de los descendientes de Cam, hijo de Noé y
sobreviviente del diluvio, fueron Mizraim y Patros. Uno pobló la
zona del delta, el otro la tierra más cercana a las misteriosas
fuentes del "canal"(Heb. SHEOR, "corriente"), como los antiguos se
referían al Nilo. Vale decir, que desde lo antiguo se reconocía la
dualidad en el Bajo y el Alto Egipto.
Algunos, han querido ver en Mizraim al faraón Menes fundador de
la primera dinastía mencionado por Manetón, pero dicha
identificación es incierta. Sin embargo, es notable que hasta el día
de hoy, los árabes conozcan a la tierra del Nilo como "Misr" o "la
tierra de Cam el negro". Lo curioso es que los mismos habitantes de
Egipto hablaran de su tierra como "Kenyt" (negro)(4) o "Tawy" (las
dos tierras)(5).
Abraham, hizo en algunas oportunidades algunas visitas al país,
por los registros bíblicos parece que tuvo relaciones comerciales ya
que adquirió una sierva egipcia llamada "Agar" (Génesis Cap. 12-13).
Si bien, no hay ninguna evidencia arqueológica de estos episodios,
la situación reinante en Palestina con relación a sus enlaces y sus
respectivas rutas comerciales o a los movimientos migratorios
semitas, coinciden con los registros egipcios del viaje de Sinuhé(6)
y con las descripciones del papiro Anastasi I(7).
Tiempo después, José es vendido como esclavo a Egipto por
comerciantes ismaelitas a un hombre importante llamado Potifar, cuya
esposa intentó seducirlo mientras ministraba en el interior de la
casa(8). Es relevante la evidencia documentaria de mujeres ricas en
busca de aventuras extramaritales, como lo muestra el papiro
Westcar(9). En consecuencia, el hebreo es encerrado en prisión y
finalmente alcanza un puesto de visir ante la corte del faraón por
el arte de interpretar sueños y predecir siete años de abundancia y
otros siete de hambre en el país bien amado. Existe evidencia de
siete años de escasez en una inscripción sobre un bloque de granito
en la isla de Sehail, que data de la época tolomaica, pero la
leyenda seguramente es mucho más antigua(10).
La historia de José tal como la leemos en el Génesis, concuerda
con las costumbres Egipcias, las viviendas, el funcionamiento
penitenciario, el cargo de visir o segundo en el reino coinciden con
lo que hoy se sabe del período en cuestión(11).
LA INVASION DE LOS HICSOS
Un dato que no podemos pasar por alto es lo que menciona Génesis
41: 43, sobre el nombre que recibió José en su ascenso, "Avrekj".
Esta expresión es una transliteración y no se sabe a ciencia cierta
su verdadero significado, pero la versión siríaca lo vierte como:
"padre gobernante, y la Vulgata de Jerónimo como: " que toda rodilla
se doble ante él"(12).
El hecho de que así fuera llamado cuando montaba en el carro
triunfal del faraón y de que halla recibido el anillo del
sello(posiblemente con el emblema del escarabajo(13)), concuerda con
lo que dice la obra de Manetón, hoy desaparecida. Esta es rescatada
por el historiador judío del siglo I d. C. Flavio Josefo, donde
relaciona a los israelitas con los llamados hicsos, que significan
"reyes pastores" o "reyes cautivos"(14). Es dudosa su procedencia,
por lo que se sabe fue una invasión asiática, que según se cree,
sucedió entre las dinastías XIII y XVII y que gobernaron durante
unos doscientos años; otros prefieren fecharlos entre las dinastías
XV y XVI. Algunos comentaristas sitúan la entrada de José con el
período de los hicsos, ya que según Génesis 47: 20, José llego a ser
dueño de casi todo Egipto a excepción de los bienes del Faraón y de
sus sacerdotes. No hay ninguna evidencia bíblica que grupos
asiáticos estuviese instalados en el delta antes de la llegada de
Israel (Génesis 46: 5, 6). Según los textos hebreos, la corte real
estaba compuesta solo por egipcios, Potifar era uno de ellos.
Además, José tuvo que servirles la comida a sus hermanos en una mesa
aparte, "puesto que los egipcios no podían comer(...) con los
hebreos" esto no hubiera sido necesario los habitantes del palacio
hubiesen sido semitas(Génesis 43: 31, 32).
L. Archer, nos ofrece una teoría interesante(15). Nos habla de
tres grupos, los Israelitas, los egipcios y las hordas invasoras de
los hicsos. Para su exposición, utiliza el relato de Exodo 1: 8-10
que menciona lo que sucedió después de la muerte de José. Allí dice:
" Con el tiempo se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no
conocía a José"
Este nuevo rey, sin duda era de otra dinastía, bien podría ser un
gobernante hicso, ya que no reconocía al pueblo del difunto José ni
el cargo que ocupó.
"Y procedió a decir a su pueblo: "¡Miren! El pueblo de los hijos
de Israel es más numeroso y poderoso que nosotros."
Es improbable que los israelitas hubieran sido más numerosos que
todos los habitantes de los nomos de Egipto, en cambio, si hubieran
sido unas dinastías invasoras evidentemente eran un grupo más
reducido.
"¡Vamos! Tratemos astutamente con ellos, por temor que se
multipliquen y tenga que resultar que, en caso de que nos sobrevenga
una guerra, entonces ellos ciertamente también se agreguen a los que
nos odian y peleen contra nosotros y suban y se vayan del país".
Es posible que si era una dinastía de hicsos temieran que los
hebreos se unieran a los egipcios en una posible guerra.
Pero desgraciadamente es una etapa muy oscura y la invasión de
estos extranjeros no se entiende con claridad(16). Las inscripciones
de las tumbas nos silencian el hecho(17). Además, hay mucha
incertidumbre en cuanto a las dinastías que presenciaron los
acontecimientos. Pero ¿qué hay de la historia de Moisés y de la
migración israelita registrada en el libro bíblico de éxodo? ¿Es
factible reconstruirlo a partir de documentos egipcios?
Solo es posible hacer un acercamiento, si se dejan definidos dos
asuntos: por un lado, el problema cronológico y la dificultad de
armonizar los hechos arqueológicos y epigráficos con la historia tal
como la registra el Pentateuco; y por el otro, las profundas
cuestiones religiosas que estuvieron enraizadas en las mentalidades
de ambos pueblos.
EL PROBLEMA DE LAS FECHAS
No existen dudas en cuanto a la estancia de los Israelitas en
Egipto, la presencia semita esta bien atestiguada, por lo tanto, es
un tipo de conclusión que debemos aceptar a priori. No es el tipo de
tradición que un pueblo inventaría, la esclavitud es un recuerdo
humillante para cualquier nación(18). El problema aquí no es de
orden histórico, es decir, si ocurrió o no, sino de orden
estructural, o sea como ocurrieron los acontecimientos y cuando.
El tema de las fechas es un asunto delicado, por eso debemos
abordarlo con cautela. Mientras que la cronología bíblica sitúa el
éxodo en el siglo XV a. C. la datación que sugiere el registro
arqueológico es alrededor del siglo XIII a.C. La razón de esta
diferencia se debe a dos factores: 1) Es imposible armonizar los
trabajos de campo, debido a que los investigadores de Palestina se
manejan con herramientas muy diferentes a las que utilizan los
egiptólogos, ya sea por la naturaleza de las fuentes escritas como
por los materiales a estudiar. Y 2) Los registros de Israel no
mencionan el nombre de ningún faraón hasta el período monárquico,
por lo tanto, no es factible establecer ninguna concordancia con las
dinastías conocidas.
La dificultad de armonizar ambas cronologías con los trabajos de
campo
Mientras que la cronología hebrea se basa en cómputos de tiempo
que da el Antiguo Testamento y en períodos generacionales de
cuarenta años, se puede sumar desde que Abraham entró en la tierra
prometida 430 años, de los cuales solo 215 años estuvieron en tierra
extranjera, esto nos llevaría al año 1513 a. C. para la salida
israelita de Egipto. Josefo, habla del día trece del mes lunar
Jántico, pero dice que el período de 430 se debe contar desde que
entraron al país del Nilo ("Antigüedades Judías" Libro II Sec. 318).
Como sea, muchos dudan que estas generaciones de 40 años sean
literales(19), lo que dificulta el asunto, además de contradecir las
pruebas arqueológicas(20).
Por otro lado, la cronología egipcia está apoyada en evidencia
fragmentaria. Los historiadores se basan en la Piedra de Palermo
(incompleta), donde presenta lo que se consideran las cinco primeras
dinastías. El papiro Turín (en muchos fragmentos), que
proporcionaría la lista de reyes desde el Antiguo reino hasta el
Nuevo. Y finalmente se coordinan con los textos de Manetón (treinta
dinastías), ayudados por cálculos astronómicos(21).
Pero las dudas que arroja tales fuentes son múltiples. La obra
de Manetón usada para ordenar el rompecabezas que presentan las
pruebas arqueológicas, como ya se mencionó está perdida, solo se
recuperó de citas de otros escritores antiguos como Josefo(siglo I
d. C.), Sexto Julio Africano(500 años después) y Sincelo (Siglo VIII
o IX d. C.). Es muy difícil saber con seguridad lo que es autentico
o lo que es espurio de Manetón. Es plausible que reyes, hasta
dinastías enteras hayan gobernado al mismo tiempo, lo que reduciría
la cuenta del tiempo asignado de manera considerable(22).
Definitivamente los egiptólogos han depositado demasiada confianza
en las inscripciones antiguas, pero la integridad moral de los
escribas egipcios es con seguridad muy cuestionable(23).
Sumado a todo esto, los trabajos de campo difieren en la
metodología y en la tarea interpretativa. Mientras que Palestina,
por la naturaleza de sus sitios y de sus fuentes escritas, que están
relativamente intactas, se reconstruye una secuencia de
acontecimientos en forma ininterrumpida y se les asignan fechas muy
bajas; no sucede igual con los sitios egipcios. Estos, han sido
depredados por los llamados "padres de la egiptología" e incluso
antes de la invasión napoleónica asignándoles fechas muy altas.
El enigma del faraón
Este tema ha sido fuente de controversia ¿Por qué la Biblia niega
el nombre de los soberanos pero a cambio da el nombre de las
parteras que asistieron al nacimiento entre otros del niño Moisés?
Una de las razones, es que quizá haya habido implicaciones de
orden religioso. El faraón (que significa Gran Casa), era para su
teología un dios encarnado en la tierra. El halcón Horus, el
amanecer, símbolo de la resurrección. Era la unión entre el cielo y
la tierra. Toda su actividad cívica era vista como un rito que
protegía a Maat, la justicia y la verdad(24). Es posible que exista
alguna relación entre la función sagrada del faraón y el enigmático
jeroglífico hallado en un papiro en Abydos, llamado "la casa de la
vida"(25).
En consecuencia, el nombre de los faraones llevaba implícito ya
sea en su escritura como en su simbolismo, el nombre de alguna
divinidad; lo que mencionarla bien podía significar reconocer su
misma existencia (Y los israelitas no reconocían la existencia de
ningún Dios vivo a excepción de Yahvé, las demás divinidades eran
inertes, dioses de palo y piedra).
Esto se hace evidente en el nombre egipcios de algunos personajes
bíblicos, como el mismo Moisés; que tiene la misma terminación de
Ra-mesés, o Tut-mosis por ejemplo, pero está ausente el elemento
concerniente al nombre de la divinidad(26).
Sin embargo, el tetrateuco no guarda ninguna uniformidad en estos
casos. Ya que esta construido de varias tradiciones muy antiguas, es
posible que mientras algunas conservaron algunos nombres(mayormente
de localidades como puntos de referencias), otras lo han omitido.
Después de todo era una historia nacional e importaban muy poco
estos detalles.
Cabe agregar, a propósito de lo dicho, que el encontrar nombres
egipcios en los personajes del éxodo(Como Jofní, Finefás o Merarí,
predominantemente en la tribu de Leví), es una prueba contundente de
la relación que hubo entre los semitas y los egipcios(27).
Por todo lo antes dicho, no es posible hasta el momento,
relacionar a los monarcas egipcios que menciona el Génesis ni al
Faraón que vivió en la época de Moisés con ningún nombre mencionado
en las inscripciones. Pero ¿qué hay de Ramsés II? ¿No es acaso este
el faraón que prefieren la mayoría de las obras de consulta para
situarlo en dicho período?
Ramsés II
Exodo 1: 11, habla que los israelitas fueron obligados a trabajar
en la construcción de dos emplazamientos, Piton ("Casa o templo de
Atum" identificada tentativamente con Tell Rettabeh) y Ramesés
("Casa de Ramsés", San el-Hagar o Avaris, capital de los hicsos
conocida en los textos griegos como Tanis).
Este hecho ha animado a muchos egiptólogos a relacionar el nombre
de esta construcción con el faraón Ramsés II (Dinastía XIX),
basándose en las inscripciones del mismo faraón en la que afirma
haber edificado una ciudad que lleva su nombre (Per-Ramsés) con mano
de obra de esclavos. Sin embargo, esta identificación es sumamente
dudosa, el sitio mencionado por los registros hebreos era un
depósito mientras que el que menciona las inscripciones egipcias era
la capital misma. Por otra parte, aunque el faraón que protagonizó
el éxodo hubiera sido Ramsés II, la prueba sigue siendo irrelevante,
ya que el sitio que menciona la Biblia fue edificado antes del
nacimiento de Moisés(Génesis 47: 11).
En consecuencia, parece que lo único que tuvieron en común el
sitio bíblico y la capital de Pr-R’-ms-´sw (Per-Ramsés) fue
solamente el nombre(28).
Exodo 12:37, dice que Israel partió desde este sitio rumbo al
Sinaí. Sin embargo, Josefo identifica a Ramesés con Letópolis, una
localidad cerca de Menfis. Esto es apoyado por Estrabón quien la
sitúa un poco más arriba del viejo Cairo (Estrabón XVII, 807).
EL DUELO DE LOS DIOSES
Los egipcios eran dados a borrar registros de personas o
acontecimientos que no les eran favorables. El mismo Tutmosis III
hizo desaparecer el nombre de la reina Hasepsut de los bajorrelieves
(29). En una inscripción acerca de un consejo que el rey Kheti III
(2120-2050)(30)a su hijo, decía que si no gobernaba con sabiduría "
los pueblos borraran tu recuerdo y el de tus ancestros"(31). Vale
decir, que no nos extraña que el relato bíblico no tenga una
correspondencia en la historia del país del Nilo. En cambio, lo que
sí esta corroborado por los testimonios es la penetración de grupos
semitas en el delta oriental, y que constituyeron una verdadera
amenaza(32).
Por otra parte, el registro bíblico, no nos ayuda demasiado en
cuanto a una reconstrucción de orden histórica. La naturaleza del
mensaje que quiere describir, es la supremacía de su Dios "uno y
verdadero" sobre los "falsos dioses de Egipto".
A continuación repasaremos a modo de ejemplo, el carácter
teológico que reviste al relato de Exodo y cual fue el interés
principal del cronista, razón por la cual poco importó mencionar los
detalles que hoy intentamos dilucidar:
La lucha de las serpientes: Cuando Moisés se presenta ante el
faraón, convierte su vara en serpiente para demostrar sus
credenciales divinas. La serpiente en Egipto, era símbolo de
sabiduría que poseía el mismo rey en su corona. Ahora ésta desafía a
su capacidad de gobernar, por ello sus magos también convierten dos
varas en reptiles, emblema de los dos reinos, pero la serpiente de
Moisés resulta más poderosa que el Alto y el Bajo Egipto, devorando
a las otras.
Las plagas
El Nilo se convierte en sangre: El carácter divino del río esta
bien atestiguado. Para los egipcios era el dios Hapy. Diodoro Sículo
(Libro I: 36, 7-12), habla de su crecida como algo maravilloso.
Mientras que todos los demás ríos comienzan a decrecer en el
solsticio de verano, éste es el único que empieza a aumentar su
cause en ese momento, de manera tal que inunda gran parte del
país(33). Por lo tanto, se celebraba el ritual de la crecida y su
relación con el Dios sol. Más que un dios específico era un espíritu
andrógino, aquel que orientaba y ordenaba las caóticas aguas
primordiales en virtud de la conservación de la vida humana. Era el
símbolo de la vida(34).
Para los hebreos, la vida residía en la sangre, Yahvé salvaba
mediante el derramamiento de ella en la tierra. En consecuencia,
convertir el río sagrado en sangre era una bofetada al centro de la
teología egipcia.
Las ranas, los tábanos y los jejenes: La diosa rana Hegt y los
dioses de la magia Phat y Thot no pudieron hacer nada al respecto.
Maestros de la brujería, eran vistos como deidades que mantenían el
orden del cosmos (35).
Peste al ganado y a los hombres: Los egipcios despreciaban a los
pastores, eran ganaderos por excelencia. El que sus animales fueran
muertos por una peste no solo fue un golpe a su economía, sino
también a los dioses Hator y Apis.
Tampoco Isis, la diosa de la sanación, simbolizada por las fases
lunares, como el ojo- en el mobiliario de los templos tiene
correspondencia con instrumentos quirúrgicos- tampoco pudo curar a
sus adoradores.
Tormenta con granizo y fuego: Set, dios de la tormenta y el
relámpago, era visto como una divinidad negativa enemiga de Osiris.
Según los escritores antiguos era el Dios de los Hicsos, compatible
con las divinidades semitas, como Baal, el dios del rayo (36).
Reshpú, el controlador del fuego, no pudo ayudar a su pueblo, como
tampoco Thot, el regulador del tiempo y los ciclos estacionales
(37).
Plaga de langostas: Esto fue un atentado a los ciclos de las
cosechas y a los dioses de la fertilidad. El dios Min, relacionado
con la fecundidad de la tierra negra, se lo representa bajo el
símbolo del toro (38). En Grecia era asociado con Pan, el que rapta
a las mujeres o el que fecunda a su propia madre.
Período de oscuridad en la tierra: Esto atentó contra el poder de
las divinidades solares, símbolo de lo masculino, la salud y el
orden. Atacó la dualidad Amón-Ra y a la triple manifestación de
Horus, Isis y Osiris, funcionando como la voluntad poderosa, el
soplo vital y fenómeno brillante(39).
El golpe contra la dinastía del faraón al dar muerte a su
primogénito: El hijo del faraón era Horus, el disco solar alado, el
astro naciente. Isis nada pudo hacer por su hijo-esposo. Tampoco
Osiris pudo detener la llegada del ángel destructor de Yahvé. Hasta
Anubis, el señor de la necrópolis estuvo inerte.
Muerte del mismo Faraón el Mar Rojo: Los mares que circundaban el
país bien amado (el mar Mediterráneo y Rojo o el Mar Grande y el Mar
de Juncos, como se conocía en la antigüedad) eran vistos como la
sustancia primordial donde nacían y morían las demás formas. El agua
era entendida como la vida. En los textos de las pirámides (Papiro
10188 b., Museo Británico), se puede leer un himno a las aguas
divinas. Es interesante notar que el ideograma del agua corriente
VVV, este formado por el signo del agua V, de la luna V y de la
mujer V(40), como símbolo vital.
Thot, el controlador del orden del mundo y Amón, protector de la
monarquía, se demostraron incompetentes ante el poder de Yahvé sobre
esta fuerza que asimiló al mismo Faraón o dios en la tierra.
Como se habrá podido observar, todo el relato esta "plagado" de
un mensaje religioso, fundamentalmente que solo Yahvé es el dios
vivo y verdadero y los iconos egipcios no son nada más que la
personificación de las fuerzas naturales creada por el mismo dios
hebreo.
El tener en cuenta esta visión religiosa, aunada a la
interpretación tanto histórica como arqueológica, nos ayudará a
revisar los problemas expuestos en el presente trabajo desde varias
perspectivas, que hacen al cuadro más completo. Las lagunas del
origen y migración del pueblo hebreo desde el país del Nilo hacia el
levante como describen los textos bíblicos, como los misteriosos
elementos semitas en aparecen en los anales egipcios, se resisten a
dejar lo más oscuro del lugar donde están sepultados, el eterno
pasado, allí es donde reposan y por ahora seguirán descansando,
quizá por ello nunca dejen de fascinarnos.