Texto publicado por TifloFernando

Festividad de Nuestra Señora de Guadalupe...¡Felicidades a las Guadalupes, Lupes, Lupitas y "variantes" de BlindWorlds y el Mundo!

Muy buenas amigos y amigas lectores y lectoras habituales de mis Publicaciones en BlindWorlds:

Me van a permitir que hoy Sabado, 12 de Diciembre de 2015, me sienta feliz al celebrar una Festividad que guardo en mi corazón desde niño...

¡¡¡Nuestra Señora de Guadalupe!!!

El nombre más repetido en las mujeres mexicanas es el de GUADALUPE. Por eso muchas celebran su santo el 12 de Diciembre, fecha en que una mujer vestida de princesa, se le apareció a un natural de esta tierra, a Juan Diego, en la Colina del Tepeyac...

Pió X la proclamó como "Patrona de toda la América Latina", Pió XI de todas las "Américas", Pió XII la llamó "Emperatriz de las Américas" y Juan XXIII "La Misionera Celeste del Nuevo Mundo" y "la Madre de las Américas".

El relato de los hechos ocurridos en 1531, de las sucesivas apariciones de la Virgen a Juan Diego en la ladera del Tepeyac, las entrevistas con el obispo Zumárraga y la milagrosa impresión de la tilma del indio, se nos ha transmitido en principio por tradición oral (el propio Juan Diego era iletrado).

Aunque la Historia conocida como «por un gran suceso» al poco tiempo comenzó a ponerse por escrito.

Tal como se cuenta en el relato del milagro en lengua nahuatl, en el texto conocido como «Nican mopohua»...

No es posible establecer exactamente cuándo, ya que no se sabe quién fue el autor, si Antonio Valeriano (1520-1605) o Fernando de Alva Ixtlilxóchitl (1568-1648); los dos fueron personas de vasta cultura: de Antonio Valeriano se sabe que dominaba el nahuatl, por ser su lengua nativa, pero también el español y el latín académico, y Fernando de Alva, por su parte, era historiador indigena comisionado por la propia España para recopilar la historia indígena.

De Nican Mopohua tenemos una primera edición publicada en 1649 por el bachiller Luis Lasso de la Vega, vicario de la capilla de la Virgen.

Ésa es la edición que es base para las traducciones hasta la actualidad, y que lleva por título:

«Huei tlamahuizoltica»; lo que se puede traducir como: «por un gran suceso».

No obstante la obra se conoce habitualmente como «Nican mopohua», que son las dos primeras palabras del texto y que significan «aquí se cuenta».

En la Biografía de Juan Diego Cuauhtlatoatzain, podemos conocer varios Datos de interés:

Nació en Cuauhtitlán perteneciente al reino de Texcoco, regido entonces por los aztecas, hacia el año 1474.

Era un indio de la etnia chichimecas, sencillo, lleno de candor, sin doblez alguna, de robusta fe, dócil, humilde, obediente y generoso. Un hombre inocente que, cuando conoció a los franciscanos, recibió el agua del bautismo y se abrazó a la fe para siempre encarnando las enseñanzas que recibía con total fidelidad. Un digno hijo de Dios que no dudaba en recorrer 20 km. todos los sábados y domingos para ir profundizando en la doctrina de la Iglesia y asistir a la Santa Misa.

La Madre de Dios se fijó en este virtuoso indígena para encomendarle una misión...

Pues como se nos cuenta hasta el día de hoy, al parecer sucedió algo parecido a lo siguiente:

El sábado 9 de diciembre de 1531, Juan Diego se dirigió a la Iglesia.

Caminaba descalzo, como hacían los de su condición social, y se resguardaba del frío con una tilma, una sencilla manta.

Cuando bordeaba el Tepeyac, la tierna voz de María llamó su atención dirigiéndose a él en su lengua náuhatl: «¡Juanito, Juan Dieguito!»...

Ascendió a la cumbre, y Ella le dijo que era «la perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios».

Además, le encomendó que rogase al obispo Juan de Zumárraga que erigiese allí mismo una Iglesia.

Juan Diego obedeció; Fue en busca del prelado y afrontó pacientemente todas las dificultades que le pusieron para hablar con él, que no fueron pocas.

Al transmitirle el hecho sobrenatural y el mensaje recibido, el obispo reaccionó con total incredulidad.

Juan Diego volvió al lugar al día siguiente, y expuso a la Virgen lo sucedido, sugiriéndole humildemente la elección de otra persona más notable que él, que se consideraba un pobre «hombrecillo».

Pero María insistió.

¡Claro que podía elegir entre muchos otros! Pero tenía que ser él quien transmitiera al obispo su voluntad:

«Bien, de nuevo dile de qué modo yo, personalmente, la siempre Virgen Santa María, yo, que soy la Madre de Dios, te mando».

El 12 de diciembre, diligentemente, una vez más fue a entrevistarse con el obispo.

Éste le rogó que demostrase lo que estaba diciendo.

Apenado, Juan Diego regresó a su casa y halló casi moribundo a su tío, quien le pedía que fuese a la capital para traer un sacerdote que le diese la Extremaución...

Sin detenerse, acudió presto a cumplir con este acto caritativo, saliendo hacia Tlatelolco. Pensó que no era momento para encontrarse con la Virgen y que Ella entendería su apremio; ya le daría cuenta de lo sucedido más tarde.

Y así, tras esta brevísima resolución, tomó otro camino.

Pero María le abordó en el sendero, y Juan Diego, impresionado y arrepentido, con toda sencillez expresó su angustia y el motivo que le indujo a actuar de ese modo. La Madre le consoló, le animó, y aseguró que su tío sanaría, como así fue.

Por lo demás, enterada del empecinamiento del obispo y de su petición, indicó a Juan Diego que subiera a la colina para recoger flores y entregárselas a Ella....

Según se nos cuenta, en el lugar señalado no brotaban flores...

Pero Juan Diego creyó, obedeció y bajó después con un frondoso ramo que portó en su tilma.

La Virgen lo tomó entre sus manos y nuevamente depositó las flores en ella.

Una vez ante Monseñor Zumarraga, Juan Diego desplegó su Tilma, cayeron al suelo las rosas y en la tilma estaba pintada con lo que hoy se conoce como la imagen de la Virgen de Guadalupe. Viendo esto, el obispo llevó la imagen santa a la Iglesia Mayor y edificó una ermita en el lugar que había señalado el indio.

Juan Diego, a partir de entonces, Se ocupaba del mantenimiento de la capilla primigenia dedicada a la Virgen de Guadalupe y de recibir a los numerosos peregrinos que acudían a ella...

Juan Diego murió el 30 de mayo de 1548 con fama de santidad dejando plasmada la aureola de su santidad no sólo en México sino en el mundo entero que sigue aclamando a este «confidente de la dulce Señora del Tepeyac»...

Apelativo que fue como lo denominó el Papa Juan Pablo II.

Fue él precisamente quien confirmó su culto el 6 de mayo de 1990, y lo canonizó el 31 de julio de 2002.

Por lo que aquél indio de la etnia chichimecas, se convirtió en San Juan Diego Cuauhtlatoatzi

Y su Festividad, se celebró el pasado miércoles, 9 de Diciembre de 2015

Y nos queda una pregunta referida a Nuestra Señora de Guadalupe:

¿Para qué pidió un Templo?...

Para que todos nos sintiéramos en su casa cuando fuéramos allí a rezar, para poder decir a cada habitante de México, las mismas palabras que dirigió a Juan Diego:

“No temas, ¿no esto yo aquí que soy tu Madre?”.

Tenemos miedo de tantas cosas, miedo de perder la salud, el dinero, a que nos roben, miedo al futuro. Existe mucho miedo en el ambiente...

Y Nuestra Señora de Guadalupe nos sigue repitiendo: “No temas, ¿no esto yo aquí que soy tu Madre?”.

El 12 de Diciembre hasta los más duros se ablandan, van de rodillas ante la Guadalupana.

Para los que tienen fe, hay un faro de esperanza en la Colina del Tepeyac que se llama Nuestra Señora de Guadalupe.

El tesoro más rico que México y el mundo entero tiene es una tilma sencilla donde la Madre de Dios se pintó a sí misma para que al contemplarla oyéramos todos su dulce mensaje: “¿No estoy yo aquí que soy tu madre?”.

La imagen de la Virgen de Guadalupe se venera en México con grandísima devoción, y los milagros obtenidos por los que rezan a la Virgen de Guadalupe son extraordinarios.

Y tras esta breve Historia religiosa de México:

¡¡¡Expreso mi Felicitación a las Guadalupes, Lupes, Lupitas y variantes utilizadas en aquél bello Pais hermano!!!

Con inmenso cariño desde Valencia (España), TifloFernando.

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