Enlace publicado por Jose Ignacio BW

Somos un reflejo de la naturaleza. "Destruir la naturaleza es hacernos daño a nosotros mismos"

La guía que nos brindan las antiguas civilizaciones.-

En los tiempos que corren, una gran cantidad de personas tienden a mirar a la naturaleza como un ente independiente o como un recurso que está a disposición para cubrir nuestros fines ambiciosos de “desarrollo” y “evolución”.

Sin embargo, esto no siempre fue así. Por el contrario, las civilizaciones antiguas como la china, la india o los indígenas de distintos continentes entendían que la naturaleza y el hombre están indisolublemente unidos e interconectados, por lo que se puede interpretar que si arrasamos con ella también lo hacemos con nosotros mismos, provocándonos la autodestrucción.
El budismo -que tiene su raíz de origen en la India- siempre tuvo por objeto reencontrar la naturaleza profunda de las cosas. El precursor de esta enseñanza, el Sidarta Gautama (más conocido como el Buda Sakya Muni) para transmitirle a un discípulo la esencia de su enseñanza simplemente recogió una flor y se la mostró.
El creía que observar profundamente un objeto hasta ver allí toda la creación, así como descubrir la temporalidad de los fenómenos y sus vínculos de causa y efecto, son los fundamentos para entender la naturaleza desde un plano mucho más profundo y espiritual.
Otro ejemplo de gran sabiduría está dado por la medicina tradicional china, la cual -impregnada de budismo y taoísmo- entiende al ser humano como un sistema que vive al ritmo del universo que lo rodea.

Mientras tendemos a considerar que nuestra vida nos pertenece, la tradición médica china enseña que “la vida no nos pertenece, somos nosotros quienes le pertenecemos”. Alimentado por los 5 climas del cielo y los 5 sabores de la tierra, el hombre forma parte íntegramente de la naturaleza, no solo le pertenece, sino que le corresponde.

Del mismo modo, la medicina china presenta al ser humano como un ecosistema en miniatura y subraya la semejanza que presenta su organismo con el de la naturaleza: protuberancias óseas como relieves montañosos, sistema piloso como bosques y sistema venoso como ríos. Para hacer una analogía, cuando colocamos una presa en un río para generar energía eléctrica es como si cortáramos una vena de nuestro cuerpo.

Las emociones también se presentan como climas: la alegría es comparable al buen tiempo, la tristeza con la lluvia etc.
Los pueblos indígenas tienen una cosmovisión similar a la sabiduría china ya que conciben a la naturaleza como parte de su ser y esencia y se niegan a aceptar el avance del hombre sobre ella. Mucho antes de que se conociera el término “sustentable”, los indígenas convivían con su entorno sin destruirlo.

En Argentina son varias las campañas que están liderando las etnias aborígenes para proteger al medio ambiente de la mano del hombre. El pueblo Mbya Guaraní de Misiones (noreste) está peleando para mantener la selva paranaense; el Kolla por la preservación de la Quebrada de Humahuaca en Jujuy y la selva de Yungas en Salta (ambas en el noroeste); el Wichí contra la destrucción de la flora y fauna de la región chaqueña ante el avance de la soja transgénica en Salta, Formosa y Chaco (noroeste y norte argentino).

Además, el pueblo Mapuche se moviliza contra la contaminación del suelo y las aguas causado por emprendimientos extractivos (oro y petróleo principalmente) en la Patagonia. El Pilagá, por otro lado, busca preservar el Bañado La Estrella de Formosa (norte) que será alterado con la construcción de una ruta.

Yendo más en profundidad, las culturas indígenas consideran a la naturaleza y a la tierra como la madre de los seres humanos, por eso en muchas etnias la denominan Pachamama, que significa “Madre Tierra”, por eso ellos la respetan, la cuidan como tal y la conservan para las generaciones venideras. Pacha en idioma quechua quiere decir Tierra, Mundo, Universo y mama es madre.
El territorio vincula a los indígenas con el pasado y también con el futuro, les otorga sentido de continuidad y supervivencia como también de arraigo y pertenencia, por eso cuando los despojan de su tierra en pos del “desarrollo económico” -por ejemplo, para ampliar la frontera agrícola- es tan terrible para ellos.

Hay una gran frase que ilustra estas antiguas enseñanzas manifestada por el jefe indio Seattle, cuando en 1854 el presidente de los Estados Unidos ofreció comprar una amplísima extensión de tierras indias para crear una reserva: “Todo lo que afecta a la Tierra afectará a los hijos de la Tierra”.

Considerando estas sabidurías antiguas, destruir la naturaleza es hacernos daño a nosotros mismos. Las consecuencias las estamos sufriendo cada vez más con calamidades como terremotos, inundaciones, tsunamis, huracanes, etc. Si nos consideramos parte de la naturaleza o hijos de la misma, ¿qué sentido tiene hacerle tanto daño por perseguir un fin egoísta?
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Fuente La gran época.com...