Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

Las piedras del cerro de la muerte.

LAS PIEDRAS DEL CERRO DE LA MUERTE                                                                                 Juan José Carazo.

¡Siete veces tuve la gran impresión de cruzar a pie, el Cerro de la Muerte!

¡Aquella soledad! ¡Aquel frío y aquella enorme extensión dominada por nuestra mirada, son de tal fuerza que nunca pueden olvidarse!

Pero... cada vez nos llamó la atención un enorme montón de piedras entre las cuales había una mayor.

¡Esto fue un gran volcán, pensamos y esas son muestras de una erupción fantástica!

Los compañeros siempre nos recomendaron no gritar; no disparar un tiro pues... el Genio del Cerro desataría todas las furias y vendrían el temporal, la
oscuridad, el huracán, el frío intenso y ... ¡la muerte!

Habla la historia, me contaba el compañero, de una gran expedición de españoles, que saliendo de Cartago, se dirigir a explorar la zona sur.

El guía, viejo indio reducido a servidumbre, era leal a sus amos.

Al principiar el ascenso explicó al jefe, altanero capitán español, sin más ley que su voluntad o su capricho, la leyenda del Cerro y le suplicó que ordenara
a sus fuerzas no hacer ruido, no gritar.., no desafiar, en fin, a esas fuerzas silenciosas y ocultas, imponderables, pues el Genio enfurecido, no los dejaría
con vida...

El capitán, orgulloso y altanero, le ordenó callar y le dijo: España no acepta amenazas o imposiciones de nadie... ni de nada.

       Al llegar a la cumbre el dicho capitán ordenó a sus soldados formar y prepararse y después de un grito de desafío, ordenó hacer descargas de mosquetes
y todo el ruido que pudieran o desearan. La orden fue cumplida.

La leyenda agrega que el Genio lanzó contra los insolentes todas sus furias y después de la oscuridad, del frío, del terror brilló esplendoroso el sol
iluminando el montón de piedras que fue lo único que había quedado del insolente y altanero capitán y de sus ignorantes y obedientes soldados.