Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

El curandero.

EL CURANDERO

-¡Mama!

-¿Qu'es?

-El curandero.

-Anda cogéle el cabayo.

-Muy buenas tardes, ñor Bindas.

-Muy buenas tardes... Be, ñato, aflójamele la cincha, porque está muy requintao; acércatele sin miedo, si eso es nonis en lo manso. ¿Y que tal Espiridion?

-De ayer paca rematao.

-¿Y lo ha bisto algún doctor?

-No, ¿pa que? Yo le estoy dando cuanto me disen que es bueno; pero no se ha mejorao... Pase palante y lo be. Abrí la bentana, Marcos.

-¿Yeso qu'es? ¿Que te ha cogío?

-Yo creo que biento colao: juí a bender unos frijoles, hará quinse días el sábado, y yo creo que me resfrié, porque estaba aquel mercao cundiditico de
gente. Al salir, como a las cuatro, me dijo acá: "Que tenés que estas tan desencajao?" Yo no me sentía muy bien, y juí y me tome dos tragos; después acá
me frotó con solfate y anisao la nuque, y luego me bine por mis propios pies andando. Al llegar a la tranquera me sentí como almadiao, con muncha buya
en los oídos y el paladar muy amargo. Comimos y me acosté: luego me jue arrebatando un jielo por todo el cuerpo, me puse a sudar jelao, y me cogieron arquiadas
y corridas; a las cuatro cuando ya estaba escurrío me bine a quedar calmao. Desde entonse sigo mal; me duele mucho el costao, y onde tueso siento un chuso
debajo de este sobaco.

-¿Y que remedios te han hecho?

-Ñor Bindas, l'hemos untao la enjundia con jiel de baca; además de eso ha tomao
uruca con achicoria y castor.

-¿Y no le han dao el güísaro con llantén?
-No, ñor Bindas.

-Hombre, malo... Bea: restriegue unas daguiyas yunas hojas de culantro, y un poco de juanilama, y cuatro cabesas de ajo; le mescla flor de cenisa y unas
benas de tabaco; lo pone todo a coser, ojala en traste de barro, y luego con un olote le flotan el espinaso, hasta que enronche el peyejo y se ponga colorao;
después le pasa el untijo y lo abriga bien en trapos. Y diay le atoya una ayuda de romero con guarapo, y en cada uno de los oídos me le ba a poner un taco
de buñiga con mostasa. ¡Bos lo que tenés es pasmo!

(Aquileo Echeverría)