Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

Los milagros.

LOS MILAGROS 

-¿Conque cres que los milagros los hasen los santos?

– ¡Creo!

-Pos estas equibocao, Jasinto, de medio a medio.

-¿No hay milagros?

-¡Claro esta! Pero no los hasen ellos. ¿Sabes quién?
-No.

-Pos oyí, son las almas de los muertos.- No hay un alma, por mas mala que haya sido aquí en el suelo, (carculá la mas bandida) que aguante paquete entero
de candelas. Y está claro.
Repara que la yama ba derecho a pegasele en los ojos, o en otras partes del cuerpo, berboy grasia el espinaso, o la yema de los dedos.

Les prendes una candela y'al instante están sufriendo y'unque quisieran safáse, ¿p'onde cogen en el sielo, guel Purgatorio, guel Limbo?
No les queda otro remedio que arrodiyásele al santo y pedíle por sus meritos que le consedan la cosa que bos le estas pidiendo; y está claro que los santos,
al ispiar su sufrimiento se compadecen del alma y al rato le disen: bueno.
Y el milagro que desiabas te se presenta completo.

Yo tube un primo muy malo, (bos lo alcansaste, Perfeuto).
Ese debía cuatro muertes, pos hombre ya para biejo, le tocó Dios la consensia; le entró el arrepentimiento y s'iso un cristiano tal que lo mentaban d'ejemplo.

No bolbió a tomar un trago, se retiró de gayero; debitaba las cuestiones, y respetaba lo ajeno, como si juera lo propio, esantamente lo mesmo.
Hase cuatro años murió pa Candelaria, en el puerto, y murió como un bendito con todos los sacramentos, y además lo amortajaron con hábito de carmelo.

Pos bien: hase sinco meses se me baldó el buey obero, llame a Pantalión, l'isimos cuanto dijo, que era bueno, y el buey pa'tras y pa'tras,

Cuando ya lo bí en el cuero de no comer, ni beber, me recordé de Perfeuto,

Y juí y abrí la lasena, y saque el libro de resos, y un paquete de candelas,
y me entre en el aposento y le dije: mire primo, una candela le priendo pa que me repare modo de que mejore el obero, mas si con una no me oye, sigo prendiendo
y prendiendo, hasta que me haga el milagro.
Después resé el padre nuestro y un chorrero de oraciones de mi librito de resos. ¿Cuántas cres que me aguantó?
-Pos todo el paquete, creo.

-Que ba pa paquete, dos, al de sir tres el obero - andaba dando carreras y bramidos por el serco.

-Te aseguro que hasta el día d'ioy no sabía yo nada d'eso. -Pos que nunca te se olbide.

-No ha de olbidáseme, Diego. -¿Sabes que estaba pensando?

Que si yamás uno bueno con una sola tenia.

-Con una desís, con menos! Pero fue que en la taranta solo recordé a Perfeuto.
-Cuanto mas bibe el cristiano mas apriende... ¿Sierto?

-¡Sierto!

(Aquileo Echeverría)