Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

Un Hierro rebelde.

UN HIERRO REBELDE
–“Conseguiré moldearte”, le decía el hacha a un pedazo de hierro
mientras descargaba toda su fuerza sobre él. Pero a cada golpe que le
daba, era ella la que iba haciéndose muescas en el filo, que pronto
quedó totalmente inservible.
- «Ya me encargo yo de este trabajo», aseguró el serrucho mientras
hincaba sus dientes en el trozo de metal, con el mismo resultado que
la anterior herramienta.
Burlándose de sus anteriores compañeros que habían fracasado en el
intento, el martillo les dijo: –«Apartaos, esto es un trabajo serio
para gente preparada como yo». Pero sólo hicieron falta unos golpes
para que el mango del martillo se rompiese por la mitad y la cabeza
saliera volando.
En medio de semejante desconcierto, apareció una pequeña llama y les
interrumpió: « ¿Me dejan intentarlo a mí?». Las tres herramientas se
la miraron con incredulidad y soltaron una gran carcajada, pero ella
no se dejó impresionar y cubrió con su cuerpecito el trozo de hierro.
¡Lo abrazó y lo abrazó hasta lograr moldearlo!