Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

Como tener un huerto en tu terraza o balcón.

Cómo tener un huerto en tu terraza o balcón.

¿Quién no ha probado una hoja de lechuga en una ensalada y ha pensado: ¡esto no sabe a nada! ¿Qué sabor tendría la lechuga si hubiera nacido en la maceta de tu balcón?

Existen hortalizas que merece la pena cultivar para consumo propio solo por su sabor. Un tomate de tu huerto particular tendrá un aroma y un sabor nunca comparable a los tomates envasados de un supermercado. La pérdida del gusto es debida a la falta de maduración bajo la luz natural del sol. Como los productos deben ser transportados largas distancias hasta que llegan al consumidor, se cosechan cuando todavía están verdes y se maduran en cámaras con luz artificial. Un tomate criado por ti de forma artesana y natural (sin pesticidas, ni herbicidas, ni abonos químicos) tiene el indescriptible y fantástico sabor de la satisfacción personal. Y además ya no hace falta tener un jardín para tener un huerto; en macetas y balcones, ¡se pueden obrar milagros!

Te contamos, paso a paso, qué necesitarás para convertir tu jardín, terraza o balcón en tu huerto particular.

¿Qué necesito para tener el huerto?
Es posible cultivar un huerto "ecológico" en tu casa, casi sin importar donde vivas. Tan solo necesitas sol, agua y, lo más importante, algo de interés, entusiasmo y amor por la naturaleza.

Recipientes. Puedes cultivar en macetas, cajas, canalones... Un huerto urbano no requiere mucha profundidad. Es suficiente contar con un recipiente de entre 7 y 15 centímetros de largo para poder plantar casi de todo: zanahorias, tomates, judías, maíz, guisantes, calabazas, rábanos, berenjenas, pepinos, albahaca, menta... Las raíces no requieren mucho espacio si tienen suficiente agua, aire y nutrientes. Sí es importante que el fondo del recipiente sea resistente -para que las raíces no lo rompan-, y tenga agujeros -para dejar respirar al cultivo-. Si optas por plantar en maceteros, piensa que los de plástico son baratos pero son mejor los de barro, porque respetan más la temperatura de la tierra y porque no pasan factura al medioambiente.
Si dispones de espacio, lo mejor es adquirir una mesa de cultivo. Tienen medidas aproximadas de 140 cm x 70 cm de alto. Estas mesas, de acero galvanizado, son ligeras, de fácil montaje y resistentes a la humedad. La mesa facilita el trabajo de "agricultor" gracias a su altura -no hay que agacharse-, lo que la hace ideal para gente mayor y para personas discapacitadas.

Nutrientes. Lo mejor es plantar en compost -llamado también abono orgánico, producto que se obtiene del compostaje, y que constituye un "grado medio" de descomposición de la materia orgánica-. El compost puedes encontrarlo en centros especializados en jardinería y agricultura. El guano -tipo de compost formado por restos orgánicos de aves marinas- es un abono muy bueno. También puedes hacer compost en casa: te servirá la hierba cortada, hojas de árboles, malas hierbas, serrín y los desperdicios orgánicos de tu cocina, que se convertirán en compost con el tiempo. Para nuestro pequeño huerto podemos usar un macetero vacío y depositar poco a poco restos orgánicos. La descomposición puede tener efectos desagradables (olores y mosquitos), pero puede evitarse depositando los restos orgánicos poco a poco para que la descomposición se haga paulatinamente. Si usas solo restos vegetales, habrá unos pequeños e inofensivos mosquitos que revolotearán siempre cerca del recipiente. Es importante, por lo tanto, que la descomposición la hagas al aire libre, y que periódicamente, remuevas el compuesto. Cuando el recipiente del compost esté lleno, negro y bien descompuesto, ya tendrás un abono estupendo que no huele y que deberás mezclar con la tierra en tiempo de abono. La descomposición del compost es más rápida en ambientes cálidos y húmedos, así que pon la maceta del compost al sol y riégala, como si de una planta más se tratara.

Puedes pensar que realizar compost es desagradable, pero solo es una cuestión cultural: estamos demasiado acostumbrados a librarnos rápido de toda la basura que generamos. Queremos que todo sea aséptico, y en la agricultura, hay una clave básica: "todo lo que sale de la tierra, o te lo comes, o vuelve a ella".

Agua. La principal diferencia de estos cultivos con respecto a los tradicionales es que hay que regarlos muy a menudo: diariamente o más aún. Para no derramar ni una gota de agua de más, usa un fondo estanco, donde se acumule el agua asegurando un nivel de agua más o menos constante de 4-6 cm por encima del suelo. Para conseguir el fondo estanco puedes colocar un plato de barro debajo de tu maceta o recipiente.
Si no quieres o no puedes regar muy a menudo, escoge maceteros más profundos de lo estrictamente necesario. Pueden ser de 40 cm de diámetro por 30 cm de profundidad. Estas medidas también te servirán para plantar árboles frutales. Y si te lo puedes permitir, puedes comprarte un sistema de riego gota a gota, para gastar el mínimo en agua.

Sol. Te aconsejamos escoger una ubicación que reciba, al menos, 8-10 horas de luz solar directa. Lo ideal es un jardín o una terraza sin edificios que bloqueen el sol, pero si sólo dispones de un pequeño balcón, o incluso, una repisa, no te desanimes, ¡también se consiguen maravillas.