Texto publicado por TifloFernando

Whilhelm Conrad Roetgen, un Genio sin eponimos...

Muy buenas amigos y amigas lectores y lectoras habituales de mis Publicaciones en BlindWorlds:

Me voy a permitir compartir con todos vosotros, una Publicación (Post) extraída de un Blog que os he recomendado en otras Publicaciones mías anteriores:

"Curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre"...Blog de la Médico Especialista en Cuidados Intensivos Ana Deph. Quien hace suyo el Principio Fundamental del Médico.

Quien en su Blog, nos ofrece,un Espacio dedicado a la Historia de la Medicina e Historia de las UCI, que ha llamado:

"A hombros de gigantes"...Dedicado a resaltar la figura de un Médico, de cualquier Especialidad, a quien la autora del Blog considera que debió ganar el Premio Nobel de Medicina en su Epoca.

En esta ocasión, Ana Debph nos ofrece una Biografía de un Precursor de la Medicina actual, sin tratarse de un Médico:

"Wilhelm Conrad Roentgen: el genio sin epónimo"

Curiosamente, sin ser Médico, si no Físico; Un verdadero Genio y que ganó wel Primer Premio Nobel de Física en 1901 por su descubrimiento de los rayos X.

En el Título del Post, dice Ana que se trata de un "Genio sin Epónimo"...Pues bien:

Durante los siglos XVIII y XIX y la primera mitad del siglo XX en Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido, Austria e Italia...

Al parecer, era muy frecuente Bautizar enfermedades, síndromes, signos, instrumentos, partes anatómicas y pruebas clínicas con los nombres de sus descubridores o inventores.

A esto se le denomina eponimia...Y nunca lo había pensado, pero es cierto, jamás escuché a nadie decir algo como:

"Me voy a hacer una Roentgenagrafía del codo, que me duele; O en el Hospital me hicieron las Roentgenagrafías que me pidió el Especialista de la vesícula..."

Cierto, no hay un Epónimo del Genio de la Física, todos decimos lo de la Radiografía o "Los Rayos" y todos lo entendemos...

De lo que no cabe la menor duda, es que el descubrimiento de los rayos X supuso una revolución en los campos de la física y la medicina y buena parte del mundo científico se volcó en su estudio.

Su descubrimiento hizo que la radiología fuera contemplada como una rama de la ciencia y señaló el comienzo de la era de la electrónica, además de proveer a la medicina de un nuevo método de diagnóstico.

Os dejo con mi Publicación, interesante como espero lo sea para vosotros...

Un cordial saludo, TifloFernando.

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Curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre
(http://curaraveces.wordpress.com)

Blog personal de ana deph; Médico Especialista en Medicina Intensiva y Master en Bioética.

Medicina, cuidados intensivos, bioética y más...

Wilhelm Conrad Roentgen: el genio sin epónimo

ana deph

Publicado el 23 de enero de 2015

Wilhelm Conrad Roentgen (o Röntgen) nació en Lennep (Alemania) el 27 de marzo de 1845.

Cuando tenía tres años, su familia se mudó a Apeldoorn (Holanda), donde creció.

Con 17 años entró en la Escuela Técnica de Utrecht, de la que sería expulsado por realizar una caricatura a uno de sus profesores (algo que él siempre negaría). En 1865 intentó ingresar en la Universidad de Utrecht, pero no cumplía los requisitos exigidos (haber aprobado previamente latín y griego), así que empezó sus estudios en la Escuela Politécnica de Zurich, donde se doctoró en ingeniería mecánica.

Desde 1875 se dedicó a la docencia de la física, primero en Wurtemberg y Estrasburgo, y después en las universidades de Giessen y Würzburg.

En 1900 fue nombrado catedrático de física en Munich y director del instituto de física de la misma ciudad.

El 8 de noviembre de 1895, Roentgen descubre los rayos X. Trabajando con un tubo de rayos catódicos (tubo de cristal en el que se ha hecho previamente el vacío) observó que una placa de platinocianuro, colocada para proteger la ventana de aluminio del tubo, emitía luz cuando se aplicaba a éste una corriente eléctrica. Concluyó que, al chocar los rayos catódicos con el cristal del tubo, se producía algún tipo de radiación desconocida que producía luminiscencia en contacto con el compuesto químico.

Aprovechando que era viernes, dedicó el fin de semana a realizar nuevas observaciones en su casa. Siguiendo su famosa máxima -“yo no pienso, investigo”- los experimentos se prolongaron durante cientos de horas: durante semanas, Roentgen comía e incluso dormía en su laboratorio, mientras completaba el estudio de las propiedades de dichos rayos, a los que llamó X en analogía con las incógnitas matemáticas. Así descubrió, entre otras cosas, que esta radiación atravesaba papel, madera y aluminio, pero no el plomo, y que velaba las placas fotográficas. Sosteniendo con las manos un aro de plomo para comprobar si los rayos lo atravesaban, descubrió con sorpresa que veía también los huesos de su mano.

Se le ocurrió imprimir la imagen en una placa fotográfica: de esa forma, la imagen de la mano de su mujer, realizada el 22 de diciembre de 1865, fue la primera radiografía de la historia.

Cuentan que Ana Bertha Roentgen se llevó un buen susto cuando vio su mano

El 28 de diciembre entregó su artículo original (“On a New Kind of Rays”), en el que ya se incluía la radiografía de su mano, a la Sociedad Física y Médica de Würzburg, que lo publicó a los pocos días. No lo había hecho antes, por miedo a estar equivocado y a que los otros científicos se burlaran de él.

El 5 de enero de 1896 un periódico australiano recoge su descubrimiento y el 23 de enero de 1896 (hace hoy exactamente 119 años) realiza su primera demostración en una reunión científica. Aunque más preocupado por las propiedades físicas de los rayos que por sus aplicaciones practicas, en febrero de 1896 mandó una foto de la radiografía de un brazo fracturado al British Medical Journal, para demostrar el poder diagnóstico de la técnica.

Los rayos X revolucionan enseguida la práctica médica: apenas 16 días después de publicar su informe, ya se había realizado una radiografía de las muelas de un paciente, al año se habían publicado 49 libros y más de 1200 artículos en revistas científicas.

El descubrimiento de los rayos X le valió a Roentgen ganar el primer Premio Nobel de Física, en 1901. Roentgen donó la cuantía del premio a su universidad. Por razones éticas, rechazó registrar ninguna patente en relación con su descubrimiento, a la vez que se negó a que los rayos llevaran su nombre (aunque sí se llaman rayos Roentgen en la literatura alemana).

El propio Thomas Edison quiso comprar la patente de Roentgen. No la consiguió (su descubridor consideraba que debía ser patrimonio de la humanidad), pero instaló en la Exposición Eléctrica de Nueva York, en 1896, una atracción en la que cualquiera podía ver los huesos de su mano en un fluoroscopio. El encargado de dicha atracción, que murió a las pocas semanas tras perder la piel de la mano y sufrir una sobreinfección, es la primera víctima conocida de la radiación. Una vez conocido el potencial dañino de los rayos X, se prohibió su uso en este tipo de atracciones y se restringió al campo médico. El propio Roentgen había tenido, desde los inicios de sus investigaciones, la intuición de protegerse con un delantal plomado.

A principios del siglo XX, Roentgen aceptó un puesto en la Universidad de Columbia en Nueva York, y llegó a comprar el billete de barco, pero el estallido de la Primera Guerra Mundial le hizo cambiar de planes y permanecer en Munich hasta el final de su carrera. La inflación que propició la Guerra le llevó a la bancarrota, y terminó sus días en la pobreza, retirado en su casa de campo en Weilheim. Allí falleció el 10 de febrero de 1923, víctima de un cáncer intestinal, aparentemente no relacionado con su constante exposición a la radiación.

Esta entrada fue publicada en A hombros de gigantes.

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