Texto publicado por Ma. Guadalupe Hernández Méndez

Nota: esta publicación fue revisada por su autor hace 9 años.

mito o realidad?

quizá sea una leyenda lo cierto es que el columpio se sigue moviendo sin razón alguna, pero cuando esto ocurre, siempre pasa algo en el vecindario.
Guanajuato es una ciudad llena de callejones pintorescos, unos muy angostos, otros algo amplios, pero eso sí, todos comunicados entre ellos de una u otra forma. Este callejón del cual te voy a hablar, no tiene nada en particular solo que su gente es algo extraña…
Voy a hacer un poquito de historia sobre él, corría el año de 1985 cuando se puso loza y el arroyo que baja del cerro hasta el río Pastita, fue embovedado dando un lugar amplio en el que se instalaron juegos para los niños de la comunidad, a la fecha muchas generaciones han disfrutado de ellos.
-¡Miré vecino como se columpia el fantasma y parece que solo ese le gusta! Dijo un hombre mientras señalaba aquel columpio vacío que se mecía suavemente como si el aire jugara solo con él ya que todos los demás permanecían estáticos.
-mami ¿Por qué ese señor le dice fantasma a la niña del columpio? –no lo sé hijita- dije mientras apretaba su manita mas fuerte para retirarla de ese lugar pues yo tampoco miraba a ninguna niña en el columpio.
Fue la primera vez que supe de ella y por Dios que hubiera deseado que también fuera la última, yo necesitaba pasar por el mismo lugar cada día para llevar o recoger a mi hija de la escuela y un escalofrío recorría mi columna vertebral cuando al pasar cerca de los juegos el columpio de siempre se movía, hubiera o no viento, pero aquel día fue aún peor el frío que sentí al regresar a casa, había muchos niños jugando y mi hija exclamó: -mami, la niña del columpio está muy triste porque a ella no la juntan ni la dejan subir a los juegos esos niños. Volví la cabeza para ver a que niña se refería pero las tres que logré ver estaban jugando. -¿cuál niña mi amor, si todas están jugando? –esa mami, la del vestido blanco. Mira que bonita es con su pelo negro suelto y su carita tan blanca. ¿me dejas ir a jugar con ella?
-¡No!, tenemos que llegar pronto a casa porque dejé la comida en la lumbre.
-¿entonces otro día mami?
-ya veremos nena…
Pasaron algunas semanas de nuestra llegada a aquel barrio y extrañamente la gente se encerraba en sus casas muy temprano, según mi opinión, además por mucho esfuerzo que yo hiciera para trabar alguna conversación con las vecinas simplemente no se daba ya que ellas se limitaban a mirarme y si acaso alguna me sonreía. Me sentía sola pues mi familia vivía en una de las colonias del sur y no era fácil transportarnos para ir de visita muy seguido, lo que mas pena me daba era que mi hija no encontraba amiguitas con quienes jugar, así que el día en que me dijo: -mami, ¿puedo salir a jugar con rosita?, no le puse pretextos pues también yo estaba feliz de que hubiera encontrado alguien de su edad con quien pasar un poquito de tiempo y después vino Bero, luego Maritza. Así que todas las tardes mi nena salía a jugar un buen rato con sus amigas…
-Mami mi amiga Vero no fue a jugar hoy, Rosi dice que no está enferma sino que su papá le pega mucho pero que esta vez la ha lastimado de mas ¿mamá los papás pegan así?
-no hija, no todos los papás son iguales, aún existen los que aman tanto a sus hijos que en vez de pegarles platican con ellos y los corrigen de maneras diferentes.
-¿mami, cuando mi papá regrese me va a pegar igual?
-no nena, tu papi es un buen hombre y nos ama mucho. Llegó el tiempo de lluvias, las tardes se hicieron largas y pesadas al no poder salir casi de casa y en esta parte de la ciudad es impresionante como las noches se vuelven mas y mas negras, sobre todo cuando se dan los apagones y la luz tarda horas en llegar
Fue una de esas largas noches húmeda y obscura, cuando casi al amanecer el cielo derramando lágrimas amargas entre el ruido espantoso de los rayos se percibían unos sollozos mas amargos que la misma tormenta, corrí al cuarto de mi nena pero ella dormía profundamente ¡bendita inocencia! Dije y salí cerrando con cuidado la puerta.
-Mami, Vero volvió a faltar a la escuela hoy, dice Rosita que su padre ha vuelto a lastimarla pero que no lo hará mas porque ella se va a encargar de eso y que hoy por la noche no vayamos a salir pase lo que pase.
-No pienso salir mucho menos sacarte de noche con éstas tormentas que se están dando, así que no te preocupes mas y ven a tomar tu cena para luego de rezar, irte a dormir.
Fue una de las peores tormentas que haya pasado yo en mi vida, las nubes rugían al pasar derramando una cantidad impresionante de agua sobre la ciudad, aquellos rayos parecía que terminarían por prender fuego al vecindario entero, la noche se hizo larga y la tormenta no amainaba en lo mas mínimo. Primero pensé en algún perro que de seguro tendría frío, por eso aullaba de tal forma. Fue un error asomarme a la ventana desde donde se miraban los juegos, como en un sueño lo ví, a la luz de un relámpago que por un breve instante lo iluminó…pero ¡por dios! No podía ser una figura humana….
Salimos rumbo al colegio muy temprano esa mañana pues tendríamos que vadear el río, cuando de pronto empezaron los gritos de los vecinos.
-Mira mami, es el papá de Vero el que cuelga de ese columpio y Rosita está junto a él. Observé el cuerpo que se balanceaba de un lado a otro pero¿¡ Rosita?!…