Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

El hombre que soñó, de las mil y una noches.

El cuento es corto y lindo, pero al leer completa "Las mil y una
noches", no lo encontré.

El hombre que soñó
Las Mil y una Noches.A Las Mil y Una Noches, colección de leyendas
orientales de autor ANÓNIMO pertenece esta breve y perfecta narración
fantástica, traducida de la selección de Bennet Cerf, quien utilizó la
versión de Richard Burton.
Vivió cierta vez en Bagdad un hombre rico, que perdió todo su caudal y
quedó tan desposeído que solo trabajando duramente podía ganarse la
vida. Una noche se acostó a dormir, abatido y pesaroso, y vio en sueños
a un personaje que le decía:
-En verdad, tu fortuna está en El Cairo. Ve allá y búscala.
Y el hombre se puso en camino del Cairo. Pero a su arribo lo sorprendió
la noche y se acostó a dormir en una mezquita. Más tarde, por designio
de Alá Todopoderoso, entró en la mezquita una banda de malhechores, que
a través de ella penetraron en la casa vecina. Mas los propietarios,
perturbados por el ruido de los ladrones, despertaron y dieron la
alarma. Y en seguida acudió en su ayuda, con sus hombres, el jefe de
policía.
Huyeron los ladrones, pero el Wali entró en la mezquita y encontrando
allí dormido al hombre de Bagdad, lo prendió y le hizo dar tantos azotes
con varas de palma, que casi lo dejaron por muerto. Arrojáronlo después
a la cárcel, donde estuvo tres días. Cumplidos los cuales, el jefe de
policía mandó buscarlo y le preguntó:
-¿De dónde eres?
Y él respondió:
-De Bagdad.
Dijo el Wali:
-¿Qué te trae al Cairo?
Respondió el de Bagdad:
-En un sueño vi a Uno que me decía: «Tu fortuna está en El Cairo. Ve a
buscarla». Mas cuando llegué al Cairo, descubrí que la fortuna que me
prometía eran los varazos que tan generosamente me habéis dado.
El Wali se rio hasta dejar a la vista sus muelas del juicio.
-Hombre de poco ingenio -dijo-, tres veces he visto yo en un sueño a
alguien que me decía: «Hay en Bagdad una casa, en tal barrio y de tal
aspecto, y tiene un jardín en cuyo extremo hay una fuente, y bajo ella
una gran suma de dinero sepultada. Ve y tómala». Pero yo no fui; en
cambio tú, por tu poca cabeza, has viajado de un lado a otro, dando
crédito a un sueño que no era más que ocioso engaño de la fantasía.
Y le dio dinero, diciéndole:
-Con esto, regresa a tu país.
Y el hombre tomó el dinero y emprendió el regreso. Pero la casa que el
Wali le había descrito era la propia casa que el hombre tenía en Bagdad.
Y cuando estuvo en ella, el peregrino cavó bajo la fuente de su jardín y
descubrió un gran tesoro. Y así, por gracia de Alá, ganó una maravillosa
fortuna.