Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

Fábula de los dos loros.

FABULA DE LOS DOS LOROS
En el bosque de Santa María vivía una lora que tenía dos loritos. Una vez que se fue a buscar comida, vino un cazador, que siempre andaba atisbando en el bosque, y le robó los dos loritos, vendiéndolos luego en el mercado.
Al primero lo compró un bandido que asolaba la región. Al otro lo adquirió un hombre que se había retirado del mundo y que también vivía por esos lados. Ambos daban de comer abundantemente a los loros, que fueron creciendo hasta que aprendieron a hablar.
sucedió que, años después, el Rey Sabelotodo que andaba de cacería por el bosque, se alejó de sus servidores y se extravió, ya que era un rey que le gustaba mucho investigar el ruido de las ramas, el sonido de las aguas y captar, en soledad, el verdadero trino de las aves.
De pronto, detrás de unos arbolillos oyó una voz que le decía: Señor, señor, vení rápido. Ahí viene un hombre solo y está vestido con un manto rojo y tiene joyas en el cuello. Agarrálo que se nos escapa.
Y el rey, que no tenía nada de tonto, espoleó su caballo y se perdió por el claro del bosque. Más adelante, oyó otra voz que decía: Señor, señor, vení rápido. Ahí viene un hombre solo y está vestido con un manto rojo y tiene joyas en el cuello. Dale la bienvenida porque ha de ser hombre importante.
El rey, extrañado, detuvo su caballo. El hombre que se había retirado al bosque salió de su casa y le dio la bienvenida al rey. Le ofreció fresco de moras y pastel de ayote y luego que le hubo atendido le señaló el camino para que saliera del bosque.
Mientras se despedía del hombre amable el rey le habló de las dos voces y le preguntó: Decíme buen hombre: Cómo es posible que dos loros, tan idénticos en todos sus aspectos, puedan decir cosas tan diferentes?
Y el hombre amable le respondió: Si supieras tú quién enseñó a cada uno de estos dos loros a hablar, no tendrías necesidad de preguntar las razones de sus gritos.
(Alfonso Chase)