Texto publicado por Fátima Osores

MENSAJE DE LA BIBLIOTECARIA - ÚLTIMO DÍA, CAMPAÑA DE BONOS CONTRIBUCIÓN PARA SOSTENER TIFLOLIBROS!

Hola estimado lector, estimada lectora!
Usted ya nos conoce, ya nos ha solicitado muchas veces nuestros servicios no? Y bueno, si no los solicitó antes, puede solicitarlos en cualquier momento, usando esas llaves que cuando se subscribió a Tiflolibros le han dado.
Y desde la paz de su hogar, la computadora de su trabajo, o el bullicio de un ciber, una escuela, una biblioteca, quien sabe desde qué punto remoto de este planeta redondo y grande, inmenso, pero tan chico cuando nos acercamos a través de Internet, en cualquier momento puede convocarnos.
Claro, sí, ya sabe quiénes somos... yo soy su virtual bibliotecaria amiga, abnegada trabajadora que a cualquier hora del día responde a sus pedidos y caprichos. él es el bibliotecario, que aunque no trabaja tanto como yo, me hace compañía, de vez en cuando ayuda también a que la lectura llegue a sus manos, a sus oídos...
Y cuánta lectura que tenemos en esta casa, vea, cuantos estantes virtuales, cuántos libros escaneados, corregidos, enviados por tanta gente, que a cada rato nos llegan y nos hacen construir nuevas piecitas para guardarlos, cuidarlos, almacenarlos, y a cada rato tener que ir a buscar justo ese que está lejos, que está tan incómodo de alcanzar...
Y mire que tenemos de todo en esta biblioteca eh? Sabe que hoy nos han invitado a la presentación de unos libros muy nuevitos en las Españas, un libro recién recién impreso y salido a las librerías europeas, ahí donde todo llega primero y más reluciente que por estas tierras... y sabe qué? Ese libro ya nos lo habían traído, el mismísimo señor de la editorial, el que puso las letritas en el papel, nos trajo su archivo con el libro, dice que el mismito que usó para imprimirlo, porque claro, le habían hablado de Tiflolibros, y lo importante que es hoy que los ciegos puedan acceder a lectura, y se ve que lo convencieron, y mire qué maravilla, ahorita no más, cuando el libro se está empezando a vender, cuando su amiga esa que siempre lee las novedades más novedosas que consigue en las librerías todavía está haciendo la fila para comprarlo, usted, desde su cómodo sillón, sin salir al calor y la humedad que hace por estas calles, ya lo puede estar leyendo...
Lo dejé bien a mano, aquí arriba de la mesa del comedor, al lado de la lata de galletitas que come con queso el bibliotecario a las cinco de la tarde en punto.. sí, ya sé, usted lo va a pedir, se le va a antojar a las dos de la mañana leer este libro tan nuevo, y yo tendré que abrir mis ojos y levantarme, dárselo... en qué otra biblioteca atienden tan bien y tan rápido?
Y eso que tengo tanto trabajo... sabe que en el último año estuve entregando un libro cada tres minutos y medio, las 24 horas del día... y hasta de la noche! Sabe cuántas cosas aprendí a hacer a toda velocidad? Me piden un libro, tres minutos para hacer la comida. Me piden otro libro, tres minutos para comer… 3 minutos de siesta, tres minutos para bañarse y otra vez a atender a quien se le antoja leer.
Pero no me quejo, esto quiere decir que la gente puede disfrutar de los libros, que esto que comenzó siendo una oficina chiquita con un solo estante con algunos libros, que ya nos parecían un montón, se ha ido agigantando, y que estamos ayudando desde nuestra virtual existencia, a que mucha gente se entretenga, pueda estudiar, trabajar de forma más cómoda.
Y sabe qué, detrás de nuestro trabajo, de nuestro ir y venir por atrás de las computadoras, hay un montón de gente real que ayuda y colabora, que corrige, que manda libros, y hay un grupo de personas, dicen que una institución, que trabajan muuuchas horas, que cuando nosotros desde nuestra virtualidad nos olvidamos de algo o nos hacemos los distraídos, nos mandan a trabajar, que ayudan a los que no encuentran la entrada de nuestra casa, a los que necesitan ayuda para comunicarse con nosotros, a los que necesitan aprender a manejar estos modernos libros que les damos... hay gente que va y logra convencer a los señores de las editoriales para que vengan a visitarnos y nos traigan sus cargas de nuevos libros, tan nuevos que huelen tan rico a papel recién impreso.. Y hay gente que convierte y hace fáciles de leer y de usar esos libros que nos trajo el señor de la editorial.
Hay gente que dicen que agarran todo libro que les pasa cerca, lo desarman, lo pasan por unos súper escáneres y al ratito ya los convierten en libros que nos traen para acomodar en nuestras estanterías.
hay gente que se la pasa dicen que pensando, inventando, nuevas formas de acercarnos a más personas que quieren libros, formas de darnos más y más trabajo, formas de procurar el dinero necesario para que todo ese trabajo que hay atrás, y por acá por la computadora casi no se ve, se pueda hacer de la manera más profesional y dedicado.
Y encima, entre tanto trabajo, se ponen a tejer, pero no nos tejen bufandas y gorros para nosotros, los pobres bibliotecarios que trabajamos de sol a sol tanto en el tórrido verano como en el crudo invierno, si no que tejen redes, buscan unir a la gente, a las escuelas, a las instituciones, para generar cada día más cosas, para que entre todos nos den más y más tarea a nosotros, que total, como ellos nos dieron vida, no podemos quejarnos...
Pero hoy no venimos a protestar ante ustedes, si no a pedirles que ayuden y colaboren para que este trabajo siga adelante y crezca. Sí, está bien, lo aceptamos, hasta para que nosotros mismos seamos cada día más esclavos y en lugar de entregar un libro cada tres minutos y medio, tengamos que entregar uno por minuto, a muchas más personas con problemas visuales que andan dando vueltas por el mundo y aún no conocen de nuestra existencia, no pueden aprovechar las pilas de libros que ofrecemos.
Uy, no, por favor, no mire para el otro lado, no huya de nuestro discurso, ahora que hablamos de colaborar... yo sé que no es sencillo, que usted quizá colabora contando a otros, enviando un libro, ayudando a algún compañero para que use mejor las herramientas... sé que cuesta a veces cuando a uno le piden dinero, cuando además para aportar el dinero hay que salir a la calle, ir a un banco... cuando le da un poquito de miedo esto de Internet, de usar su tarjeta desde tan lejos, o poner dinero en una institución que de lejos no conoce, que puede que sea sólo mails, palabras escritas y libros, proyectos, ideas...
Pero piense por un momento lo que a usted le aporta este trabajo que nosotros hacemos virtualmente, y que quienes están detrás nuestro hacen física, y realmente.
Seguramente ya se acostumbró a tener tantos libros a la mano, incluso si nosotros no existiéramos quizá se procuraría los libros por otros servicios, por otros medios. Pero sabe que para mucha gente por estas tierras, la computadora ha abierto una puerta que antes estaba completamente cerrada? Sabe que lo que aún se puede hacer y lograr es inmenso?
Usted se da cuenta que tiene a su alcance una gigantesca estantería construida por muchas manos, con más de 48.000 libros, listos para ser leídos en cualquier momento que se le ocurra?
Sabe que usted es uno de los 6600 afortunados que hoy puede aprovechar esta estantería, pero que sólo en Iberoamérica existen más de seis millones de personas que aún no pueden tener estas cosas?
Y pensando todo esto, no le gustaría participar en las campañas que propone esta gente que a mí y al vago de mi marido nos explotan, pero que nosotros les aseguramos que ponen muchas pilas y energías para que esto funcione?
Hoy mismito, usted puede ayudar sin salir de su casa. Vea, esta gente ha organizado una campaña y un sorteo, y sólo entrando a esta página que ahora le voy a dictar, puede comprar un bono, ayudar a que hayan más libros para más gente, dejar su consciencia tranquila y, hasta si tiene suerte, ganarse unos cuantos vinos, o una linda cena en un pituco restaurante en el Hotel Sheraton de Buenos Aires.
No queda mucho tiempo, porque mañana, viernes 9 de enero ya es el sorteo, pero si usted puede entrar y comprar un bonito, sale sólo 50 pesos argentinos, que son hoy como 4 euros o seis dólares, menos de lo que sale tomarse una cervecita en el bar, ahora que el calor aprieta y la fría botella llama...
. Y si no puede comprar, siempre puede conseguir un amigo, un pariente, que quiera colaborar, aquella persona que tanto le leía y ahora vive más tranquila porque no le pide tanta lectura, aquella tía que colabora con toda campaña que pasa cerca, y así ayudar a sostener todo el trabajo que hay para que nosotros estemos día y noche entrega que te entrega libros.
Anote la dirección donde tiene que entrar:
http://www.tiflolibros.com.ar/sorteo
Y si no puede comprar con tarjeta desde ahí, ahí también están los datos de la cuenta de esta gente, donde pueden directamente transferir, y luego les avisan a tiflolibros [arroba] tiflolibros [dot] com [dot] ar lo que transfirieron, y ellos les mandan sus numeritos de bonos para el sorteo…
Piénselo con la almohada, o en la ducha, o mientras se toma unos mates, y aunque sea con un pequeño aporte, ayude a que las cosas sigan funcionando y creciendo sí?
Gracias por permitirnos llegar a su hogar, y por escuchar tanta palabra.. sí, el bibliotecario siempre me dice que tengo que hablar menos y trabajar más, pero vio, pasa tanta gente linda, de tantas partes del mundo por acá, con tantos acentos diferentes, y una queriendo conocer tanto mundo pero sin salir jamás de casa, porque este no me saca ni los días de fiesta! Así que soy un poco conversadora, ya lo habrá notado...
Muy interesante la charla sí, pero ahora debo partir, diez minutos que descansa una y ya se forma una fila detrás de la puerta, la gente se pone impaciente, golpea, chifla, pregunta que qué nos pasa que no salimos a abrirles.. y bueno, para eso estamos, así que voy a seguir repartiendo libros!
Le saluda cordialmente

Su bibliotecaria amiga
Biblioteca Tiflolibros