Texto publicado por Puri Aguila González

Nota: esta publicación fue revisada por su autor hace 9 años. Antes se titulaba La Esperanza.

Sembrar Afectos.

Este poema mío, pretende dar a conocer mi opinión, sobre el amor y respeto universal, a todas las razas y países del mundo, sin escepción.

SEMBRAR AFECTOS.

Sembrar afectos, es amar; es ayudar a los demás,
es compartir una ilusión, sin recompensas esperar...
dar rienda suelta al corazón, a manos llenas conceder,
grandes favores para hacer, que no han de perjudicar.

Es comprender y tolerar, dificultades y miserias,
La gran pobreza espiritual... que un entorno adverso da,
a los que rodeados de tinieblas, viven en ambiente tan fatal.

Sembrar afectos es luchar, por la igualdad y el bienestar,
de todos nuestros hermanos; más dando ejemplo,
pues si no, falso será lo que mostramos;
tan solo con palabras, no con hechos,
mentira será todo lo que hablamos.

Sembrar afectos es sentir,
a los que nos rodean como iguales,
sin distinción de razas ni color,
religiones, culturas o países...

Sembrar afectos, es saber,
que todo el mundo es igual,
ante las leyes de los hombres...
la justicia, y también la sociedad;
es entender y respetar,
lo que piensan y sienten los demás,
según su cultura y religión.

Es no ambicionar ni explotar,
tan solo valorando,
cuanto legal y honradamente, se puede recibir...
si nos ponemos en lugar
de cualquier hombre o mujer,
anciano, niño u otro ser,
adaptando nuestro modo de pensar,
a las circunstancias que les rodean,
entenderemos su decir,
así también su proceder,
y al fin su forma de vivir.
Y todos ellos nos darán,
un gran afecto y amistad,
como las flores de un jardín,
que son lozanas, perfuman y deleitan,
con sus bellos colores, a cuantos las contemplan,
y más que a nadie,
a quien las mimó y cuidó con amor y abnegación.

Mas, si la ingratitud,
de algunos de nuestros semejantes,
nos hiere, o lastima...
la paz y tranquilidad de conciencia,
será como un bálsamo maravilloso
que curará y suavizará,
todas las heridas de nuestra alma.

Sembrar afectos es gozar,
con la alegría ajena,
es dar, a manos llenas,
todo el caudal de paz y amor,
que inunda nuestro ser,
sin intención de recojer,
pues el agua de los ríos, fertiliza la tierra;
mas, nunca vuelve a su cauce,
sigue su camino, hasta llegar al mar.

Puri Aguila

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