Texto publicado por ruth

El año nuevo de los verticales

Un año es el espacio de tiempo que tardan en volver a comer lechón. Eso ocurre después que reciben la revista del cable doce veces. Los que no tienen cable
tampoco comen lechón, pero igual festejan la llegada de un nuevo año. Estos se llaman a sí mismos humildes y para ellos un año es el espacio de tiempo
que les consume traer otra cría al mundo. Eso ocurre, justamente, porque no tienen cable.

La noche de fin de año es especial y se diferencia de las demás noches porque se reúnen diferentes ramas de la misma sangre. A estos grupos se los llama
parientes, y están compuestos por subgrupos llamados familias.

Los parientes se reconocen entre ellos por tres datos: se parecen físicamente, hablan a los gritos y están peleados a muerte.

La cena de fin de año sirve para que los parientes se reconcilien, y la sobremesa de año nuevo se utiliza para volver a pelear. Luego deben esperar un
año para hacer otra vez las paces.

Un año es el espacio de tiempo que tardan los verticales en hacer a un lado sus rencores. Y dos botellas de sidra es el tiempo que les consume olvidarse
que estaban reconciliados.

Los verticales cambian de parecer, de actuar y de pensar, según la cantidad de sidra que ingieran. Un vertical con media botella de sidra en su cuerpo
se levanta de la mesa y dice lo que todos querrían escuchar. Con una botella de sidra, se levanta de la mesa y dice lo que nadie quiere oír. Con dos botellas
dice la verdad sobre los demás. Y con tres botellas dice la verdad sobre sí mismo.

Con cuatro botellas de sidra choca en la ruta y se mata. Ningún vertical toma cinco botellas de sidra, porque los que toman sidra no tienen dinero para
cinco botellas. Si un vertical tiene dinero para cinco botellas de sidra, prefiere adquirir una de champán.

Durante las noches de fin de año también se toma champán, que es una bebida más cara que la sidra. Quienes ingieren champán actúan de la misma manera que
los que ingieren sidra, sólo que nunca dicen la verdad, ni siquiera con tres botellas. Con cuatro botellas se matan a la salida del country. Y con cinco
botellas olvidan el celular en el lavabo del baño.

Según las estadísticas, uno de cada seis verticales muere alcoholizado en la ruta, durante la fiesta de año nuevo. Otro de cada seis verticales muere por
el uso de pirotecnia. Otro muere por el impacto de un corcho en el ojo. Otro de cada seis se suicida de tristeza sin dejar carta. El quinto está de guardia
en el hospital. Y el sexto es un pariente que llama por teléfono a la ambulancia. La ambulancia nunca llega porque el conductor ha muerto alcoholizado
en la ruta.

Las rutas son cintas de asfalto que unen diferentes comunidades donde viven estos grupos llamados familias. Cada veinte kilómetros hay cabinas de peaje
donde lucran otros grupos, llamados inversores.

Durante las fiestas de fin de año, las familias que habitan en sitios distantes deben moverse por las rutas para llegar donde aguardan las otras, que son
de la misma sangre. Si las familias que esperan preparan el lechón, las familias que viajan llevan la ensalada rusa.

Cuando una tercera familia es invitada, debe llevar el postre. Si existe una cuarta familia, el apellido de todos es italiano.

En cada familia hay un integrante soltero, que por lo general es quien trae la pirotecnia y quien provoca el primer escándalo a causa de su manera promiscua
de vivir. El integrante soltero es la cría descarriado del padre mayor de la familia. Tiene ideas modernas y llega en moto de alta cilindrada. Siempre
intenta seducir a las hembraes de sus hermanos, y lo logra en el noventa por ciento de los casos.

El vertical soltero es el único que puede ingerir gran cantidad de sidra o champán sin padecer efectos colaterales, a raíz de que consume cocaína. Consumir
cocaína, para los verticales, es ilegal.

Los verticales deciden que un acto es ilegal cuando desean llevarlo a cabo compulsivamente y a escondidas. Y lo legalizan cuando su práctica los aburre.
Este es, por ejemplo, el eje del matrimonio. En el caso de las decisiones políticas, en cambio, legalizan lo prohibido cuando su práctica los delata.

El matrimonio es la unión legal de un vertical macho con una hembra que se ha dejado copular. Se consuma con un sencillo acto —primero civil y luego eclesiástico—
donde ambos juran una serie de preceptos que desde ese momento se esfuerzan por corromper. Siete meses después de la legalización, la pareja trae al mundo
una cría.

Una pareja de verticales con una cría ya puede denominarse familia. Y lo más usual es que comiencen a convivir bajo el mismo techo. Si tienen suerte, tendrán
otra cría luego de cuatro años. Si no tienen suerte, luego de cuatro años tendrán muchas crías y no podrán mantenerlas con vida sin delinquir. Eso depende
de la clase social a la que pertenezca la pareja de verticales.

Los de clase social alta tienen una sola cría, porque las hembras de ese sector son frígidas. Los de clase social baja tiene muchas, porque los verticales
pobres no tienen cable. Cuando una hembra de clase social alta conoce a un macho de clase social baja, le propone copular por dinero. Entonces la hembra
rica deja de ser frígida, y el macho pobre instala en su hogar el cable.

Los verticales ricos están preocupados por no perder lo que tienen. Los verticales pobres, en cambio, se preocupan por conseguir lo que les falta. Ambos
grupos corren de un lado a otro, durante once meses, para mitigar esa preocupación. A este ir y venir le llaman trabajo y sólo se detienen una vez al año,
para tomar lo que llaman sus merecidas vacaciones.

Sus merecidas vacaciones son un espacio de tiempo que utilizan para llevar a cabo lo que hubieran querido hacer el resto del año: ponerse gordos y meterse
al agua.

Entre el último día laboral y el primer día de merecidas vacaciones, tienen una noche de fiesta donde desean ser mejores, no correr tras el dinero y convertirse
en personas más espirituales y comprensivas: esa es la noche de año nuevo.

Allí comen lechón y beben sidra hasta olvidar cada uno de esos deseos. Ni bien los olvidan, arrojan cañitas voladoras al aire y le miran el culo a las
cuñadas.