Texto publicado por TifloFernando

La baba del "Pelota"...

Muy buenas amigos y amigas lectores y lectoras habituales de mis Publicaciones en BlindWorlds:

Me voy a permitir compartir con todos vosotros, una Publicación (Post) extraída de un Blog que os he recomendado en otras Publicaciones mías anteriores:

"EL BARULLO"...Blog De Mauricio, llamado por muchos admiradores "Suso", Profesor y Observador de la Vida.

Es un Post a la vez divertido y que te obliga a Meditar sobre lo que significa:

"LA BABA DEL PELOTA"...

He de aclarar para los amigos de Latinoamérica de esta Red Social, que en España, llamamos "PELOTA" al adulador, en tono despectivo...Pero imagino, que han de ser cientos los vocablos utilizados allende los mares.

No hay nada peor que el "Pelota", los hay de todo tipo, edad, sexo, condición socio laboral, etc. y en todas las Profesiones y Oficios...

Y lo peor, es que a lo mejor ni se da cuenta de que su actitud molesta en lugar de gustar; Aquí un inciso, salvo al "Pelota", al que otro "Pelota" se encuentra ADULANDO TORPEMENTE.

Entonces, ese desgraciado "Pelota" se crece en su vanidad y al final se lo cree y todo...

Espero que paséis un buen rato de lectura, como yo mismo.

Con cariño, TifloFernando.

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EL BARULLO
(http://barullosusto.blogspot.com.es)

Blog De Mauricio, llamado por muchos admiradores "Suso", Profesor y Observador de la Vida.

Hay personas que saben que en este mundo solamente hay una desgracia mayor que desear algo con toda el alma y no tenerlo: desear algo con toda el alma y tenerlo.
Y hay personas que no lo saben.La vida - ése barullo en la herida - es así...El barullo de cada día.

LA BABA DEL PELOTA.

martes, 8 de abril de 2014

Hay que andarse con tiento ante los pelotas, los aduladores, los carantoñeros, los lameculos, los cobistas, los lisonjeros y los zalameros. Muchos son los que uno se ha encontrado en su vida, ya sea como objeto del pelota o como espectador del ruin. En los colegios había muchos de ellos que trepaban dejando las huellas de sus babas sin pudor alguno.

Cuando alguien empieza a halagar tu vanidad un punto más allá de lo que podría ser considerado razonable; cuando, súbitamente, parece adorarte; considera oportuno todo lo que haces; ingenioso todo lo que dices, y, en suma, no para mientes en ponderar las supuestas virtudes y excelencias que te adornan, no está de más que comiences por preguntarte qué quiere. No eres la P.M.H. (La Puta Maravilla Hindú): el problema es que con frecuencia el peloteado no cae en la cuenta de que está siendo utilizado: el peloteado acostumbra a ser un pobre imbécil lleno de vanidad.

Al pelotilla le adornan feos vicios: el fingimiento, la mentira y la deslealtad son algunos de ellos. Le son necesarios. Y muchas veces, además de toda esa porquería, hay que añadir la traición. Cuando sus expectativas no son satisfechas, entonces, incluso cuando son satisfechas, al acto de adular le sigue la calumnia, la maledicencia y la expelección de todo tipo. El pelota se mimetiza en el ambiente...

Me vienen nombres que no escribiré, pues son gente muy principal y lo suyo les ha costado llegar donde han llegado. En el fondo dan pena porque el caracol pelota descansa sobre cimientos de envidia y de resentimiento; envidia de lo que el otro posee, y resentimiento por tener que pelotear para obtener el favor que se desea. El adulador no sólo desprecia a quien adula, sino que se desprecia también a sí mismo por lo que hace («El adulador –decía La Bruyère– nunca piensa bien de sí mismo ni de los demás»).

Así que tendremos piedad de esos pobrines y rezaremos por ellos (¡ellos que tanto rezan por nosotros!).

Y más pena aún tendremos si no han conseguido su propósito : resentido por haber adulado y resentido porque tan rastrero comportamiento no haya servido a su propósito.

Pero aunque lo logre, no por ello quien adula dejará de traicionar a su benefactor: su resentimiento tomará ahora la forma de profunda vergüenza, y necesitará tratar de olvidarse cuanto antes de la forma ruin mediante la que ha llegado a su meta.

Y más, necesitará que lo olviden también aquellos que, como espectadores, hayan podido asistir a la representación de sus viles maniobras. ¿Cómo, pues, podría intentar romper ese lazo humillante que amenaza atarle de por vida al adulado, recordándole a cada instante (y recordándoselo a los demás) el ser despreciable que en realidad es? Muy simple: poniendo su empeño todo en destruir…

Guárdate, pues de los pelotas, ándate con ojo, amig@, no vaya a ser que por tu estupidez caigas en la trampa: El tonto ama la presencia de los parásitos o aduladores y odia, en cambio, la de los generosos.

Me quedo con el ejemplo de Mark Twain… «Uno no sabe nunca cómo responder a un cumplido –dice–. Yo los he recibido innumerables veces y siempre me hacen sentirme incómodo..., siempre me quedo con la impresión de que se han quedado cortos».

Publicado por MAURICIO en 20:58

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