Texto publicado por TifloFernando

Christian Doppler; Revolucionar la Medicina sin ser Medico...

Muy buenas amigos y amigas lectores y lectoras habituales de mis Publicaciones en BlindWorlds:

Me voy a permitir compartir con todos vosotros, una Publicación (Post) extraída de un Blog que os he recomendado en otras Publicaciones mías anteriores:

"Curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre"...Blog de la Médico Especialista en Cuidados Intensivos Ana Deph. Quien hace suyo el Principio Fundamental del Médico.

Quien en su Blog, nos ofrece,un Espacio dedicado a la Historia de la Medicina e Historia de las UCI, que ha llamado:

"A hombros de gigantes"...Dedicado a resaltar la figura de un Médico, de cualquier Especialidad, a quien la autora del Blog considera que debió ganar el Premio Nobel de Medicina en su Epoca.

Aunque en esta ocasión, nos refiere la Historia de un Físico (Como lo entendemos hoy en día) y no de un Médico...Aunque su descubrimiento, sirviera posteriormente para su uso en Medicina.

Se refiere la autora a: Christian A. Doppler...

Sus estudios en el Campo de la Física, en concreto, el efecto de las Ondas, es hoy en día, un Instrumento esencial, a fin de valorar el funcionamiento de los Vasos Sanguíneos periféricos, etc.

Por tanto, a menudo, casi siempre sin quererlo, las Ciencias Básicas, ayudan a la Medicina de una forma u otra.

Deseo que os interese tanto como a mí y trataré de proseguir ofreciendo estas Biografías (De las cuales llevo ya Publicadas otras Diez).

Con gran cariño, TifloFernando.

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Curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre
(http://curaraveces.wordpress.com)

Blog personal de ana deph; Médico Especialista en Medicina Intensiva y Master en Bioética.

Medicina, cuidados intensivos, bioética y más...

Revolucionar la Medicina sin ser médico: Christian A. Doppler

por ana deph

Publicado el 27 de abril de 2014

No todos los gigantes sobre cuyos hombros se asienta la Medicina moderna fueron médicos. Pero la práctica clínica de hoy en día sería irreconocible sin la aportación de las ciencias básicas. Aunque muchos de estos gigantes murieron sin llegar a saber que formarían parte de la Historia de la Medicina.

Christian A. Doppler nació en Salzburgo el 29 de noviembre de 1803. Destinado a seguir la tradición de su familia de ricos constructores, su mala salud y las recomendaciones de uno de sus profesores le abrieron la puerta de los estudios universitarios. Estudió filosofía, física, matemáticas y astronomía en Salzburgo y Viena.

Tras cuatro años trabajando en esta última universidad como asistente, Doppler se encontró sin empleo y rechazado por importantes escuelas como las de Salzburgo, Viena, Zurich o Praga. Sus biógrafos comentarían después que, a pesar de su genialidad, Doppler no era demasiado bueno como matemático… ni como docente.

Para mantenerse, tuvo que dedicarse durante 18 meses a trabajar de contable en una empresa de algodón. La situación llegó a tal punto que llegó a plantearse emigrar a América. Ya había empezado a vender sus posesiones y a visitar el consulado americano en Munich para conseguir la documentación necesaria, cuando le ofrecieron un puesto en la Escuela Secundaria de Praga. Doppler aceptó, pero no se conformaría con la enseñanza secundaria y siguió opositando para la Universidad.

A pesar de suspender las oposiciones para enseñar en Praga y Viena, fue contratado en 1836 para impartir cuatro horas de clase semanales en la Escuela Politécnica de Praga (para que luego os quejéis de los contratos al 50%). Finalmente, tras cuatro años sustituyendo una vacante, consiguió en 1841 su plaza de profesor en la Escuela.

Fue en 1842 cuando presentó la idea que le haría pasar a la historia en un congreso de ciencias naturales en Praga. La comunicación, basada simplemente en la observación de fenómenos naturales, se titulaba Über das farbige Licht der Doppelsterne (“sobre el color de las estrellas dobles”, más o menos).

El efecto Doppler se define como la variación aparente de la frecuencia de una onda percibida por un observador en movimiento relativo frente al emisor. Doppler quiso aplicar inicialmente este principio a la observación astronómica, pero los instrumentos ópticos de la época no permitían ver la diferencia de color de las estrellas según su velocidad relativa hacia la tierra.

En 1844 sus alumnos le denunciaron por ser demasiado exigente, y fue apartado de la docencia hasta 1846. Esta situación permitiría a Doppler dedicarse a la demostración de su teoría, esta vez con ondas sonoras en lugar de lumínicas. El experimento supuso una demostración original donde las haya. Todo aquel que haya tenido que explicar en alguna ocasión en qué consiste el efecto Doppler, ha utilizado el ejemplo del silbato de una locomotora. Doppler también usó una locomotora, pero lo del silbato debió parecerle demasiado simple e ideó un experimento mucho más divertido. Colocó a un grupo de músicos en un tren en marcha, tocando siempre la misma nota. Al mismo tiempo colocó a otro grupo de médicos en la estación, registrando qué nota oían según el tren se acercaba o alejaba.

Una vez alcanzado el reconocimiento científico gracias a la descripción del efecto que lleva su nombre, Doppler fue invitado de nuevo a la docencia, primero en Bnska Stiavnica (una pequeña ciudad de la actual Eslovaquia, de la que tuvo que huir durante la revolución de 1848) y después en el mismo politécnico de Viena en el que había empezado su carrera. Durante estos años publicaría también sobre electromagnetismo, astronomía y óptica. Se hizo famoso por sus originales ideas (algunas lo eran tanto que nunca pudo llevarlas a la práctica) e inventos, especialmente en el campo de la óptica.

En 1850 se inaugura el Instituto de Física de la Universidad Imperial de Viena, y Doppler es nombrado director. Allí examinó (y rechazó) a un joven científico de 20 años, que no le pareció a la altura. El nombre de aquel joven era Gregor Mendel. Ya se ve que, como cazatalentos, Doppler no era una lumbrera. Sin embargo, un año más tarde Mendel fue admitido gracias al mecenazgo de otro profesor. A pesar de las reticencias iniciales, Doppler influiría definitivamente en la carrera de Mendel, al mostrarle la aproximación matemática a los fenómenos naturales.

En 1852, Doppler enferma de tuberculosis y marcha a Venecia a reponerse. Pero la enfermedad es demasiado grave, y fallece allí el 17 de marzo de 1853, a los 49 años. Doppler solo vivió allí seis meses, pero Venecia le dispensó a su muerte todos los honores, y custodia su tumba como un tesoro de la ciudad.

Debieron pasar muchos años hasta que el efecto Doppler fuera incorporado a la práctica médica de la mano de los ultrasonidos. Fue Callaghan, en 1964, el primero en aplicarlo en el estudio del flujo sanguíneo fetal. En 1965 se ponía a la venta la primera aplicación comercial del efecto Doppler: el Doptone, que permitía la auscultación del latido fetal.

A principios de los años 80, Liv Hatle utiliza el Doppler para estudiar la velocidad del flujo sanguíneo, el grado de disfunción de las válvulas cardiacas y las presiones intracavitarias. Treinta años después, el Doppler es una herramienta habitual en muchas pruebas y en diversas especialidades. A pesar de que a su creador no se le había pasado nunca por la cabeza que pudiera aplicarse en Medicina.

Esta entrada fue publicada en A hombros de gigantes.

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