Texto publicado por Germán Marconi

Día Mundial de la Donación de Órganos ... ¡que viva la vida!

Iba a publicar otro texto, algo de un libro que estoy leyendo, justo hoy que tengo unas cuantas horas libres. y me llega un saludo de mi mamá por mensaje de texto, que les copio aquí:

"en este día mundial de la donación de órganos, bendigo a los donantes y a sus familias. Dios te bendiga siempre hijo!"

Y mi mamá, mejor que yo sabe qué es eso de la donación de órganos. Sí, es verdad que el transplantado soy yo, pero sé que para mí fue un entrar, dormirme y salir. Para ella no.

Ella me concibió hace ya mas de 46 años, me tuvo en su vientre 9 meses, después de haber perdido más de un embarazo.
Ella me dio la teta, ella cambió y lavó mis pañales (sí, chicos modernos: antes los pañales no eran descartables,), mientras corría para no llegar tarde al trabajo.
Ella me dio la mano el día en que yo di mis primeros pasos. Ella es quien planchó mi delantal para el primer día del jardín de infantes (el kinder dicen por otras latitudes), y fue ella quien se sentaba a tejer o coser en el jardín de casa, mientras yo cargaba mis camioncitos de tierra, piedras, pedazos de caños y repuestos viejos del trabajo de mi papá.
Ella me compró esa valijita celeste que fue mi primer portafolios del mi primer día de escuela, y había sido ella quien me había comprado, lavado y acomodado ese blanquísimo guardapolvos.
ella también fue la que pasó días y noches sin descanso, cuando yo me enfermaba, y era su mano benditamente fría la que se posaba sobre mi frente chiquita, para hacerme sentir mejor en medio de la fiebre. Y era ella quien me miraba los cuadernos y controlaba la tarea de la escuela.
Ella era la que cocinaba cada día, mientras yo iba al colegio, y era la voz de ella la que decía - A lavarse las manos y a tomar la leche"!" cada tarde.
Y habían sido sus manos las que habían cocinado esas tortas deliciosas, esa que amí sigue volviéndome loco - la de chicharrones - o la que hacía que mi hermana Valeria y yo nos pellizcáramos los dedos, con las mandíbulas a más no poder, llena de torta de vainilla y chocolate, sólo para que el otro no se sirviera lasiguiente porción antes!
Ella fue quien me acompañó al médico cuando yo había adelgazado tanto que no había forma de ponerle otro agujerito al cinturón, y la ropa me colgaba como tendida en el cordel. y fue ella la que se enteró, junto a mí, que yo era diabético, apenas 10 años después de parirme.
Ella fue la que viajó conmigo a la ciudad, porque yo no quería estudiar el secudnario enel pueblo, y recorrimos ... bueno, no recorrimos muchas escuelas porque a mí me dio miedo la segunda, que tenía tantos alumnos como habitantes mi pueblo, así que me quedé con la primera opción, que me había parecido más ... no, más nada, me había dado menos miedo!
Ella fue la que, un par de meses después de entrar a ese colegio, me recibió la notificación de la sanción que me habían impuesto por dibujar una caricatura al jodido del profe de historia, y fueron sus ojos los que me traspasaron ese día, no por el enojo, sino por lo que - muchos años después entendí - era la decepción.
Ella fue la que unos años más tarde entró junto a mi papá a la entrega del diploma que me acreditaba como egresado del secundario, y sé que eran sus ojos los que,detrás de la mirilla de la vnetana, se iban tras de mí, cuando en lugar de seguir estudiando, me dediqué a trabajar, pues mi papá no podía hacerlo entonces.
Y era su mano - helada - la que a mí siempre me ha gustado sentir en la frente, como cuando era chiquito, la que me solía poner sobre mi cabeza cuando yo estaba sentado en el comedor de la casa.
Y fue ella la que, unos años más tarde, atendió el teléfono de la casa y me escuchó decirle que estaba perdiendo la vista. y fue ella la que tomo el siguiente colectivo y me fue a ver, y fue a entrevistarse con el médico, y se enojó con él, y conmigo ... casi casi diría que en algún momento se le ocurrió enojarse con dios, pero seguro que no llegó hasta ahí.
Ella fue la que me acompañó muchas veces a otra ciudad, a ver si podían hacer algo por mi vista que se estaba yendo. y eran sus pasos los que yo escuchaba cada noche salir de la habitación del hotel, cuando ella pensaba que yo dormía, y yo pensaba que ella tenía que estar durmiendo, porque había que ir a las 4 de la mañana para tener número y que más tarde me atendieran los médicos.
Ella fue la que - luego de saber que nada podía hacerse - regresó conmigo a casa, y fue con ella y con mi viejo con quienes hablé para decirles que yo no quería volver allí, que quería regresar a donde vivía antes de la ceguera, y que iba a seguir adelante. Ya no veía sus ojos, pero sé que ese brillo no era de felicidad, sino de una mezcla muy rara de miedo y amor.
Varios tiempos más tarde regresé a la casa y a su cercanía, y fueron ella y el viejo, junto a mis hrermanos y sobrinitos, los que me acompañaron a recibir mi título de profe! y cuando nos juntamos a la salida, tenía todavía sus mejillas todavía húmedas.
Ella fue la que me encontró un día, tirado en el patio de casa, después de un día de diálisis, porque no había comido lo suficiente, y me había bajado el azúcar demasiado. Y fue a ella, con mi papá y mi hermano y mi cuñada a quienes encontré a mi lado, en el hospital, adonde había llegado después de recibir al cartero en casa .. .varias horas después, claro!
Ella fue la primera a la que conté que me iba a transplantar de riñón, y fue su voz temblorosa - por primera vez letemblaba en la vida - la que me preguntó si yo estaba seguro.
y ella fue la primera persona que supo que me habían llamado una noche, como a las 11, para que me preparase, pues había aparecido un riñón para mí. Y cuando salía de viaje, sentí que volvía a temblar. De miedo y de amor.
Menos de tres años después, la situación se repitió: el llamado, el aviso, el abrazo. Y también sé que hubo más miedo que antes, porque ahora venía el páncreas, para que aquella enfermedad aparecida 28 años antes quedara atrás. si todo salía bien, por eso el temblor. Al menos eso pcre oyo.

ella fue siempre la que ha estado allí, más que yo. por eso, en este día, agradezco y bendigo a ella y a mi viejo, a mis hermanos y sobrinos, a los médicos que me permitieron llegar vivo y bien a mis transplantes, a los cirujanos, enfermeros, mucamas y técnicos, a los amigos y a los profes,.

Pero además, y hoy especialmente, bendigo y agradezco el amor de aquellas personas que, en medio del espanto y el dolor de la pérdida irreparable, del sentimiento de que la muerte del padre, del hijo, de la hermana eran injustos, su corazón les dijo que ahí no terminaba todo, sino que había una manera de ofrecer vida en medio de la muerte.
y tomaron la que, para mí, es la decisión más difícil de sus vidas: ofrecer partes del cuerpo de su ser amado para que otros seres, desconocidos, reciban el enorme obsequio de la vida.

Hoy en mí son tres vidas las que respiran, aman, reniegan, trabajan, abrazan, cocinan, ríen, lloran, sufren a veces y disfrutan muchas más.

Ojalá pueda yo honrar la generosidad con que todos ellos me han regalado desde siempre!

Entonces, a mi mamá porque aguantó todo, y a losdonantes y sus familias, mi eterno reconocimiento, y el abrazo que sus seres queridos les dan hoy, pues su vida sigue viva en mi vida.

Germán.