Texto publicado por Miguel de Portugalete

debes saber perder para poder ganar

Rosa Pardina, farmacéutica emprendedora.
Tengo 57 años. Nací y vivo en Barcelona. Licenciada en Farmacia y en
Humanidades. Me he divorciado dos veces y he enviudado de mi tercera pareja.
Tengo dos hijos y dos nietos. En este país no hay apoyo político para
emprender. Me interesa el misticismo, pero no lo siento.

Que inventen ellos...

Es un claro ejemplo de emprendedora creativa, pero también de que nadie es
profeta en su tierra, y de cómo los intereses creados se imponen al bien
común. Ha creado un laboratorio que comercializa medicamentos en unidosis,
algo que nadie ha hecho nunca y que representa un ahorro considerable,
público y privado, en el gasto de medicamentos. Pero la idea se enfrenta a
los intereses de las grandes compañías del sector, a las que temen
enfrentarse los políticos españoles. Son nuestros vecinos, el Ministerio de
Salud francés, quienes se lo están planteando. Lástima, esta idea podría
convertir a España en el primer creador y exportador de medicamentos en
unidosis.

Empezó muy joven.
Terminé la carrera de Farmacia con 22 años y dos hijos, y monté un pequeño
laboratorio de análisis clínicos. Pero quería seguir formándome, así que
paralelamente trabajé en la industria farmacéutica.

¿Por qué se casó tan joven?
Me quedé embarazada a los 19 años y pronto tuvimos el segundo hijo. Estaba
encantada, mis hijos han sido muy importantes para mí, estamos muy unidos.

Pocos años después de aquel primer laboratorio montó su segunda empresa.
A los 30 años era una mujer divorciada y con dos hijos a mi cargo. Vendí el
laboratorio de análisis y creé sin apenas recursos una compañía que
desarrollaba medicamentos genéricos para todo el mundo con sede en Bombay,
en Berna y en Shanghai.

¿Se hizo rica?
Sí, pero de lo que más he aprendido, con diferencia, es de arruinarme.
Moralmente hoy sé adaptarme mucho mejor a las circunstancias y las vivo con
alegría, con aceptación, viéndole las posibilidades. Y he aprendido que
puedo volver a levantarme.

Eso es importante, pero hay quien no levanta cabeza.
Esta sociedad cree que arruinarse es un fracaso. Sin embargo, hay culturas
para las que fracasar varias veces es signo de fortaleza, y ahora entiendo
por qué.

¿Qué entiende?
Arruinarte te hace más fuerte, te demuestra que puedes vivir con muchísimo y
con muy poco.

Qué remedio.
...Y si sabes manejar tus motivaciones, casi no te das cuenta. Claro que
cuando fui muy rica, viví mucho y cosas apasionantes. Pero he aprendido
mucho más teniendo que volver a empezar. Cuanto menos tienes más libre eres,
menos atado estás a las cosas.

La ruina también ata.
La tienes que gestionar, pese que los pequeños empresarios nunca tenemos
quita como los bancos. Debes saber perder para poder ganar.

¿Cuán rica era, qué tenía?
Viajaba mucho por placer y por trabajo, conozco bien Asia y China. Tenía un
palacio veneciano que yo misma restauré y muchos amigos, organizaba
conciertos y me podía permitir contratar a músicos fantásticos. Tenía casa
en Sitges y un barco precioso.

¿Cuál era el problema?
Todo era un poco superfluo, vivía de puntillas. Ahora vivo más intensamente.

¿Qué ocurrió?
Tuve una crisis personal, me divorcié y la compañía acabó en manos de mi
socio.

¿No le asustó la ruina?
No, yo soy optimista. Pienso que si lucho lo voy a conseguir. A los pocos
meses monté otra empresa, y lo hice pensando, respondiendo a la pregunta:
¿qué hace falta?

¿Y?
Hace cuatro años puse en marcha un laboratorio que comercializa medicamentos
en unidosis, algo que nadie ha hecho nunca.

Parece una buena idea.
Es un producto que permite al sistema sanitario y a las personas ahorrar en
el gasto de medicamentos, evita esos cajones llenos de medicinas que acaban
caducando.

¿Cuál es el truco? ¿Es más cara la unidosis que la caja?
Vale exactamente igual una caja de 28 pastillas que 28 unidosis. Y también
es bueno para prevenir la automedicación y para el medio ambiente. Pero ni a
la industria farmacéutica ni a las farmacias les interesa.

¿Qué dicen los políticos?
Tanto en España como en Catalunya temen enfrentarse a los intereses
empresariales de las grandes compañías. Si yo le vendo una caja de seis
pastillas pero usted sólo necesita tres, todos pierden: el ciudadano y el
sistema de salud, pero la industria gana.

Es absurdo.
Francia está interesada y pronto lo empezaré a comercializar en Chile, pero
aquí no me apoyan porque las patronales son muy poderosas.

¿Qué dicen las grandes compañías farmacéuticas y las farmacias?
Que va en contra de sus intereses. Los genéricos se impusieron porque los
políticos tomaron cartas en el asunto y antepusieron el bien público a los
intereses privados.

Fue una movida internacional.
Ni las farmacias, ni los mayoristas ni la industria se arruinarán con las
unidosis, en cambio el ahorro para el ciudadano y los sistemas de salud
publica representa un 24%.

La innovación en este país siempre choca con los intereses creados.
Es una lástima porque tanto Catalunya como España podrían enorgullecerse de
haber implantado un cambio en la dispensación de medicamentos buena para el
bolsillo, la salud y el medio ambiente.

¿Qué respuesta le dan los políticos?
Una respuesta política. Creo que tantas trabas tienen que ver con el
inmovilismo y la resistencia al cambio. Otra respuesta típica de la
industria farmacéutica es: ¿Yo qué gano con esto?... ¡Es un avance! Pero, al
final, creo que el sentido común se impondrá.

Ima Sanchís.
LaVanguardia.