Texto publicado por Miguel de Portugalete

cada niño es un genio en algo si le ayudamos a hacerlo

Yaacov Hecht, pedagogo disléxico; preconiza la educación a medida
Tengo 53 años y para aprender tuve que dejar la escuela. Me cuesta leer y
escribir, pero asesoro a gobiernos en educación. Mi país, Israel, es malo en
PISA y ojalá sea peor, porque es un test uniformizador que educa para el
pasado. Y la mejor política es formarnos para el futuro.

Del codazo a la red.

Hay otros asesores de gobiernos a los que les cuesta escribir, pero ninguno
lo confiesa con la desarmante sinceridad de Yaacov Hecht. Y, sin embargo, ha
sido uno de los entrevistados más brillantes de La Contra junto con sir Ken
Robinson y Howard Gardner. Tres pioneros en educar inteligencias múltiples
para la sociedad del conocimiento en red. Los tres han superado la vieja
pirámide educativa de células huecas que transmiten conocimiento de arriba
abajo sin generarlo dándose codazos por ascender. Han demostrado que cada
niño es único y educarlo es ayudarlo a descubrirse y realizarse para
integrarse en una sociedad de iguales que ya no necesita mediocres
obedientes.

De dónde es usted?
De Israel, de Hadera...

¿Me lo deletrea para evitar errores al escribirlo?
Pues mire, no sé deletrearlo.

¿No sabe deletrearlo y es profesor?
Hablo y escribo mal. Y peor aún en inglés.

Tranquilo, aquí pocos lo hablan.
Soy el que peor habla inglés de los asesores del Gobierno. Y de los peores
en todo Israel.

Es el primer asesor de gobiernos que me confiesa que habla y escribe mal.
Pues no se fije en lo que hago mal y trate de aprender conmigo de lo que
hago bien.

Aquí no asesoría usted a nadie, porque preocupan los malos resultados PISA.
Mi país, Israel, también los saca mediocres en ese test y ojalá los sacara
todavía peores.
¡...!
Porque es un test uniformizador que fomenta una escuela que educa para el
pasado.

Pues mide competencias en matemáticas o lectura. ¿Ya no servirán en el
futuro?
La obsesión PISA lleva a los países a imponer un pensamiento único que educa
a los niños para conformarse con ser parte mediocre de las masas sin empleo.
Por eso, yo me alegro de que fracasemos en esos tests.

No sé si le sigo.
La escuela piramidal jerarquizada educaba para una sociedad de obreros y
soldados obedientes con unas competencias básicas uniformes. El problema es
que esa sociedad ya no existe y la nueva necesita otra escuela.

¿Qué propone?
Un día vino a verme al colegio una madre desesperada por las notas de su
hijo. Suspendía en todo. Le prometí que hablaría con él.

¿Cuál era el problema?
Me hablaba de asignaturas, pero yo insistí en que me dijera qué le gustaba
en la vida.

Está claro que estudiar no era.
Cada niño es un genio en algo si le ayudamos a serlo. Pero si formamos masas
de mediocres, todos fracasamos. Yo fracasé, porque la escuela se centraba en
lo que yo era malo para convertirme en otro mediocre y no en lo que yo era
bueno para mejorarlo.

¿Qué le gustaba, al chico?
El windsurf.

Pues no sé si surfear da para vivir.
Le dije que hiciera windsurf muchos más días. Él respondió que surfearía
sólo los días con buen viento y los demás vendría al cole.

Es más razonable.
Le pregunté qué debía aprender para ser windsurfista y razonó bien:
geografía, cartografía, matemáticas para calcular vientos y velocidades, e
inglés, la lengua surfera.

Un programa educativo completo.
Y Gal Fridman estudió y surfeó hasta ganar el primer -y único- oro olímpico
de la historia de Israel. Como Sarit Hadad, a la que convencimos de que se
dedicara más a cantar, y hoy es una de nuestras mejores voces.

La economía no funciona con medallas.
Israel tiene una economía de la innovación donde cada uno coopera en red con
sus habilidades, porque la pirámide empresarial de células huecas, donde el
conocimiento fluye a través de ellas de arriba abajo mientras ellas compiten
por ascender sin aportar valor a la empresa, ya no genera riqueza.

Israel también tiene otros problemas.
La escuela democrática educaría a palestinos e israelíes para cooperar sin
conflicto.

Necesitamos saberes básicos comunes.
¿Qué le piden hoy en una empresa puntera? Ni notas ni títulos: quieren que
les diga qué sabe hacer y cómo lo ha aprendido; en qué es usted genial y qué
hace mejor que nadie.

¿Por qué importa cómo he aprendido?
Porque revela si será usted capaz de seguir aprendiendo por su cuenta para
estar siempre en vanguardia. Las empresas ya no son pirámides sino redes de
células con conocimiento propio, que no compiten, sino que se comunican,
cooperan y crean en línea.

Aquí aún nos falta para llegar a eso.
Pero PISA nos educa para el pasado de la escuela piramidal y no para el
futuro de la innovación en red. No prepara para el autoempleo sino para el
paro. Hoy cada niño tiene que llegar a desarrollar su talento único que le
integrará en la red del conocimiento.

Corea y Finlandia sacan buenos resultados PISA y son economías florecientes.
Estuve en Corea asesorando al Gobierno sobre el suicidio escolar, su
problema nacional. En Finlandia ya no educan masas. Lo que buscan es
precisamente diversidad: originalidad en cada alumno, formar ciudadanos
únicos como fineses y como personas.

¿Ya no necesitamos saberes comunes?
Educarse no es sentarse desde los 4 a los 25 años ante un profesor que te
suelta el rollo.

Yo lo hice y he sobrevivido.
Esa educación conduce al paro; en cambio, la del talento forma para el
autoempleo y la innovación y para colaborar así en red con otros ciudadanos
singulares.

Aprender requiere disciplina, esfuerzo, sacrificio, paciencia,
memorización...
¿Quiere usted ser un periodista más o ser único?
¿...?
Encuentre la cualidad que le hace diferente y cultívela. No compita con
todos los periodistas en los mismos campos, porque es el camino a la
medianía. Nuestra escuela democrática forma personas únicas.

Lluís Amiguet.