Enlace publicado por Jose Ignacio BW

Ver con las manos

Publicado en la Web La ciudad Accesible

VITACT es un dispositivo que permite a los ciegos ver con las manos, como si estuvieran leyendo en braille la realidad que tienen delante, permitiéndole distinguir si una persona está de pie o sentada, si el muñeco del semáforo está parado o andando, o si tienen delante un toldo a la altura de la cabeza.

El dispositivo ha sido creado por un grupo de 13 investigadores.

Se trata de unas gafas de sol y un estimulador táctil similar a una cajita del tamaño de la palma de la mano, que pesa 200 gramos. En medio de las gafas se encuentra acoplada una microcámara y, en tiempo real, convierten la escena en una rejilla de píxeles en relieve, donde el ciego puede identificar las formas con su mano.

Los ciegos pueden reconocer objetos a ocho o 10 metros de distancia y el 40% siente que ve cuando recibe el estímulo táctil mientras que el 100% (incluidos un grupo de 10 videntes) reconoce los objetos a través del dispositivo. Gracias a esta nueva herramienta, las personas que padecen problemas severos de visión pueden ahora calcular la distancia a la que se encuentran los objetos aunque la percepción todavía no incluye colores y volúmenes.

El dispositivo ha sido creado por un grupo de 13 investigadores (médicos, ingenieros y psicólogos) de la Universidad Complutense de Madrid, con la ayuda de la Comunidad de Madrid, la Fundación Esther Koplowitz, el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) y la Fundación Mutua Madrileña. Se han invertido 1.460.000 euros y estará en el mercado en seis meses comercializado por Vitact, costando entre 2.000 y 3.000 euros.

El sujeto, tras un programa de aprendizaje de unos meses y gracias a las especiales características del proceso de estimulación, desarrollará una nueva conexión neuronal entre las áreas cerebrales de percepción táctil y las de percepción de imágenes, de manera que la sensación táctil se transforma en una visual, consiguiendo ver, identificar y reconocer imágenes.

Fuente: El País, Madird Directo, Fundación Tecnología social