Texto publicado por Miguel de Portugalete

este también podría ser denominado un padre coraje creo que os gustará pues es un ejemplo de lucha por un hijo

José Manuel Gil, que recuperó a su hijo de graves lesiones cerebrales
49 años. Divorciado, dos hijos, Elena (16) y Luis (14). Empresario,
ingeniero de telecomunicaciones y estudiante de música. Creo en el esfuerzo
y en lo importante que es tener esperanza y confianza en las propias
capacidades para superar barreras que parecen insalvables.

Sigue adelante.

Lee Frost lo dijo así: En dos palabras puedo resumir cuanto he aprendido
acerca de la vida: sigue adelante. Si José Manuel no hubiera decidido seguir
adelante, informarse en profundidad, aprender y aplicar esos conocimientos
con sentido común pero con audacia, asumiendo el riesgo y gestionándolo, su
hijo de 12 años no se hubiera recuperado de los daños cerebrales que le
causó estar clínicamente muerto durante 20 minutos. Recuperación que los
médicos han calificado de milagrosa. Ha narrado las claves de su método de
rehabilitación en El viaje de Luis (Oberon). Los que dicen que es imposible,
decía Einstein, no deberían molestar a los que lo están haciendo.

Su hijo se clavó una navaja en el pecho, muy cerca del corazón.
Sí, era una navaja pequeña, pero se pinchó una arteria, se desangró por
dentro y se le paró el corazón. Ni haciéndolo a propósito hubiera tenido
tanta destreza.

Un día como otro cualquiera.
Sí, Luis estaba viendo la tele con su madre y su hermana, jugando con la
navajita y ¡zas!, de repente todo cambió, las prioridades ya eran otras.
Ocurre mucho más a menudo de lo que suponemos.

¿Clínicamente muerto?
Sí. Cuando me dijeron que había estado veinte minutos sin oxígeno sabía lo
que eso implicaba y rompí a llorar. Cuando me serené decidí que haría todo
lo que estuviera en mi mano, porque la pena no cura.

¿Qué le dijeron cuando llegó a la UCI?
Lo dieron por un caso perdido, salvo dos médicos que lucharon. Por fortuna
me gusta estudiar y llevaba años inmerso en libros que abordaban el
funcionamiento del cerebro.

Tomó las riendas de su recuperación.
Al séptimo día respiraba solo y se le había retirado la sedación, pero no
despertaba. Los médicos nos dijeron que había que estimularle y decidí
atacar el cerebro de Luis por todos los flancos posibles.

¿Cómo lo hizo?
Estimulando los cinco sentidos. El tacto a través de un spray de aire
comprimido que sale helado. Para estimular la vista llevé a la UCI una
batería de 12 voltios y diodos luminosos led que agitaba frente a sus ojos.
Luego supe que estaba ciego.

Tenía la UCI llena de cachivaches...
También recurrí a la música. Llevé un reproductor de CD, amplificador,
micrófono y cascos. Luis y yo somos músicos amateurs, tocamos el saxo.
Mezclé la música que él conocía con mi voz. Le ponía los cascos mañana,
tarde y noche. Estaba seguro de que la música podía ser un elemento
importante.

¿Ningún médico le llamó la atención?
Sí, cuando le ponía la música excesivamente alta. Valoré su consejo y su
criterio, pero prevaleció el mío y me respetaron, porque yo también los
respeté en los momentos difíciles. Quería sobreexcitar el cerebro de Luis
para provocar alguna respuesta, aun a costa de causarle cierto dolor.

¿En qué condiciones despierta Luis?
Ciego, con la parte izquierda paralizada y sin habla. Cognitivamente, para
que se haga una idea, si le decías que se pusiera los pantalones, se los
ponía por la cabeza.

¿Qué hizo?
Sabía que había que recuperar funciones cerebrales con rapidez, cuanto antes
empezáramos más posibilidades de recuperarlas. Todo lo que yo hice no me lo
inventé, está escrito en un montón de libros de neurología, pero no se
aplica.

Adelante.
Se sabe que el ejercicio vigoroso hace brotar nuevas neuronas en el cerebro,
fomenta las conexiones neuronales nuevas para suplir las que se han
destruido en el periodo de hipoxia. Y si a eso le añades exigencia de
habilidad, jugar al hockey o al baloncesto, le haces trabajar
neurológicamente.

¿Hacía deporte con medio cuerpo paralizado?
También se sabe que si a un miembro que no funciona bien se le fuerza a que
funcione, el cerebro se reconfigura para hacer que funcione. Cada día su
hermana y yo lo cogíamos cada uno de un brazo y lo llevábamos a correr,
tirábamos de él, y acabó corriendo.

Diseñó un método de recuperación.
Combiné tres principios: ejercicio vigoroso, ejercicio neurológico continuo
y cambiante (juegos diversos, matemáticas, dibujo) y un conjunto de
medicinas de soporte para el cerebro que yo mismo venía tomando desde hacía
diez años y sobre las que hay cientos de estudios que demuestran su
eficacia. Sometí a Luis a un programa de 14 horas de trabajo.

¿Cuál era la prescripción médica?
Las rehabilitaciones que prescriben son muy deficitarias. Y ese también fue
el motivo que me llevó a escribir el libro, para ayudar a otros padres en la
misma situación.

¿Es común?
Los casos de hipoxia por ahogamiento son muy frecuentes y la ventana de
oportunidad es un año, hay que ir contra reloj.

No lo dudo.
Conviví con las críticas de familiares, amigos y médicos; escuché, no fue
fácil mantenerme firme, pero me había informado en profundidad: En ningún
momento jugué con la suerte. Finalmente los médicos han reconocido que nunca
habían visto una recuperación tan rápida y completa.

¿Qué ha aprendido durante este viaje?
Que la determinación que uno tenga en conseguir algo es la clave para
conseguirlo siempre que pongas los medios. Y algo fundamental: no se puede
seguir siempre la solución más conservadora,

Pon un gramo de audacia en todo lo que hagas, decía Gracián.
Al final, en la vida, todo es un compromiso entre el riesgo que asumes y el
resultado que quieres conseguir. Si asumes poco riesgos y te limitas a hacer
lo que se ha hecho toda la vida, esos serán tus resultados.

Ima Sanchís.