Texto publicado por SUEÑOS;

Turismo, conociendo italia,

Italia.

Romeo y Julieta salen a escena.

Shakespeare nunca la visitó, pero eso no le impidió ubicar su célebre drama en Verona, adonde hoy peregrinan miles de románticos de todo el mundo.

Por Pierre Dumas. ..

Ya nadie podrá saberlo, pero tal vez si Romeo hubiera prestado atención a los versos del más ilustre poeta de su ciudad -aquel Catullo Veronés que vivió en tiempos de Julio César- podría haberse evitado una tragedia. Escribía Catullo, por entonces despechado en amores: Lo que dice a su amante una mujer enamorada / conviene escribirlo en el viento y en el agua rápida.

Claro que sería injusto acusar a Julieta de veleidosa. Por otro lado, las generaciones posteriores a William Shakespeare no podrían haber llorado y sufrido con las desventuras de los amantes. Y, sobre todo, hoy no habría procesiones de turistas que visitan religiosamente el balcón de Julieta en la bellísima Verona (sobre todo en estos días, por los festejos de San Valentín), ciudad en la que transcurre el famoso drama.

La fiesta suena hoy a celebración anglosajona importada, pero como todos los caminos conducen a Roma, cabe recordar que Valentín era, allá por el siglo III, un sacerdote romano que se opuso a un arbitrario decreto del emperador Claudio II, que en pos de los beneficios de la guerra había decidido prohibir los casamientos entre jóvenes. Porque los solteros sin lazos familiares eran los mejores soldados. Desafiante, el futuro San Valentín casaba igual en secreto a jóvenes enamorados, como Romeo y Julieta.

Casi dos mil años después de Valentín, y más de cuatro siglos después de Shakespeare, Verona, capital de la provincia del mismo nombre en el norte de Italia, es contra viento y marea la ciudad de los enamorados. Aunque detrás de esa fachada brilla también una de las ciudades más prósperas e interesantes de Italia (y no es poco en un país que se jacta de tener la mitad del patrimonio artístico mundial).

Por estos días, Verona es una sobredosis de amor. La meca de los enamorados en peregrinación queda naturalmente en la Casa de Julieta, en el corazón del centro histórico. Si fue o no la casa de Julieta, no importa tanto. Porque, en realidad, está en discusión el hecho mismo que la propia Julieta haya existido. Pero todos conocen el proverbio italiano: Se non e vero..., è ben trovato.

Se dice que el edificio perteneció a una familia llamada Cappello, tal vez remoto antecedente de los Capuleto, enfrentados con los Montecchi, es decir los Montesco, en cuyo seno nació Romeo. El edificio se remonta al siglo XII, pero lo que se ve hoy es una reinterpretación de principios del siglo XX, en parte inspirada en una célebre pintura de Francesco Hayez que representa el beso de dos amantes al pie de una antigua escalera (el mismísimo cuadro que también inspiró la foto de las cajas de Baci Perugina). Parte de aquella restauración incluyó el agregado del famoso balcón, ideal para dar más consistencia a la famosa escena del drama de Shakespeare y sus consecuentes versiones cinematográficas.

Inútiles los ruegos de las autoridades de Verona por limitar el entusiasmo de los turistas: la entrada del edificio está repleta de grafitis y mensajitos de todo tipo, con natural predominio de las leyendas de amor. Con bastante menos gusto, muchos dejan pegados chicles que los responsables de la ciudad se esfuerzan en limpiar periódicamente (ignorando la leyenda según la cual el amor será duradero como el chicle pegado en las paredes). Ana, una española que desde muy temprano desafía la bruma del norte de Italia esperando que abra la Casa de Julieta, asegura que cuando salga también ella dejará su mensaje en un papelito: "Un poco por fe, un poco por superstición. ¿Quién sabe?", pregunta.

El gran patio de la planta baja es la parte más visitada por varios motivos: alrededor se concentran los negocios de recuerdos; no hay que pagar entrada para ver desde aquí el famoso balcón, y hay una estatua de bronce de Julieta donde es tradición apoyar la mano. Y no en cualquier lado: si se quiere encontrar el amor verdadero hay que tocar el pecho derecho de Julieta (que se multiplica además en toda clase de suvenires). Se ve que muchos confían en el sortilegio, porque esa parte de la estatua está brillante y gastada, tanto que algunos advierten que la estatua corre peligro. Sin embargo, a Gianni y Benedetta, una pareja que llegó desde Nápoles, no les preocupa: uno de cada lado, subidos al pedestal, se aferran a Julieta como a un talismán.

Si la mayoría se conforma con ver el balcón desde abajo, en realidad se puede entrar en la casa y recorrer una muestra de arte y objetos que recrean la época donde supuestamente vivieron Romeo y Julieta. Con el incentivo extra de poder asomarse al balcón.

Lo cierto es que, mientras en los foros de viajes en Internet arrecian las polémicas sobre la casa, entre lugar romántico imperdible y estafa para turistas, este punto de Verona es insoslayable..., sobre todo el 14 de febrero.
El capítulo final
La caminata tras las huellas de los amantes de Verona, ciudad que William Shakespeare nunca vio en su vida, invita a pasar también por la Tumba de Julieta, que se encuentra en un antiguo convento de los frailes capuchinos. Que aquí haya sido enterrada la desafortunada adolescente es, también, apenas una leyenda. Pero Antonio Avena, aquel responsable de los museos veroneses que en los años 30 modeló el nuevo aspecto de la casa, también pasó por aquí y le dio al sepulcro de la heroína un aspecto semejante al que los turistas quieren encontrar. Fue el último capítulo de una larga historia, ya que supuestamente Julieta no podría haber recibido sepultura eclesiástica por haberse suicidado. Como excepción se le habría concedido este sarcófago abierto de mármol rosa, ubicado en una cripta. A medida que la popularidad de su historia crecía, se intentó incluso eliminar el sarcófago convirtiéndolo en un contenedor de agua de pozo, pero la leyenda no disminuyó y siguió fascinando a varias generaciones, incluyendo visitantes ilustres como María Luisa de Austria, Lord Byron y Charles Dickens. Fue así que, finalmente, recuperó restaurada su aura de legendaria tragedia.

Aunque Julieta se lleve gran parte de la gloria, Romeo también tiene su participación en el circuito: existe su casa, de atribución dudosa, pero con el mérito de ser un edificio medieval auténtico bien preservado. Se llega fácilmente siguiendo las indicaciones en las calles, pero es tan discreta -y mucho menos visitada que la de Julieta- que puede pasar inadvertida.
La de siempre
Tanto amor no debe echar sombra sobre el monumento más interesante de Verona, célebre en todo el mundo entre enamorados y no enamorados: su espectacular Arena, uno de los anfiteatros antiguos mejor conservados en el mundo. Proyectado fuera de las murallas originales de la ciudad, hoy está incluido en el perímetro de las que se levantaron tiempo más tarde, y a pocos pasos del lugar donde dejar el auto, ya que el centro histórico de Verona es en gran parte peatonal. Antes de entrar, muchos se sacan fotos con falsos legionarios romanos apostados en la puerta. Acosan menos que los del Coliseo y hasta se convierten en guías improvisados indicando el camino para llegar después a la céntrica Piazza delle Erbe. "A la gente le encanta venir por Julieta, pero Verona es mucho más", resume uno de los legionarios, con un acento que traiciona orígenes seguramente muy lejos de Europa.

Después de los tiempos romanos, el anfiteatro tuvo toda clase de usos: desde corridas de toros, como aquella de 1805 a la que asistió Napoleón Bonaparte, hasta campo de prisioneros austríacos, escenario de carreras de caballos y de ascensos en globo, set de filmación de películas de gladiadores y punto de llegada del Giro d'Italia. Sólo a mediados del siglo XIX se volvió a utilizar para la representación de óperas, y de hecho asistir a un concierto o función de la temporada lírica es una de las mejores cosas que se puede hacer en Verona después de visitar la Arenas por dentro y comprobar que su extraordinaria acústica no diminuyó ni un ápice con el paso de los siglos.

Pasado San Valentín, del 20 de junio al 7 de septiembre se realiza el Festival Lírico, con 54 funciones de óperas de Verdi, Bizet, Puccini y otros compositores, además de conciertos y ballets. El Romeo y Julieta, de Gounod, por supuesto, no faltará.
Datos útiles
Cómo llegar . En auto. Por la autopista A4 Serenissima Milán-Venecia, saliendo en Verona Sud. También por la autopista A22 Brennero-Modena, conectanco con la A4 en dirección Venecia, salida Verona Sud. Verona queda a 114 kilómetros de Venecia, 230 de Florencia y 500 de Roma.

En tren . La estación Verona Porta Nuoeva ofrece conexiones con las principales ciudades italianas (hora y media a Venecia, cinco horas a Roma, dos horas a Milán).

Dónde dormir.A tono con el drama shakespereano hay opciones de alojamiento como el Romeo e Giulietta Hotel (Vicolo Tre Marchetti 3), Il Sogno di Giulietta (Via Cappello 23, dentro del patio de la Casa de Julieta) o el De' Capuleti (Via Del Pontiere 26).

Qué visitar.La Verona Card es una tarjeta que permite entrar en los principales museos y atracciones de la ciudad. Se consigue por 24 horas (15 euros) o 72 horas desde el primer uso (20 euros).Casa de Julieta: Via Cappello 23. De martes a domingo, de 8.30 a 19.30; lunes, de 13.30 a 19.30. Casa de Romeo: Via delle Arche Scaligeri 2.Arena de Verona: Piazza Bra, de martes a domingo, de 8.30 a 19.30 (la boletería cierra a las 18.30). Lunes, de 13.30 a 19.30. Entrada: 6

Los besos más dulces

En las pasticcerie de Verona el producto estrella son los baci (besos) de Romeo y Julieta: galletitas a base de almendra y avellana, con gusto a cacao o coco, rellenas con ganache. Entre los mejores están las cajitas de la Pasticceria Flego (en pleno centro; 6 euros la caja pequeña y 12, la grande). Aunque como todo lo relacionado con los amantes, tampoco aquí parece haber mucho de tradición. No obstante, los besos son deliciosos.