Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

Caminata.

Mi abuela comenzó caminando 3 kilómetros por día cuando tenía 60 años. Ahora tiene 97 y no sabemos dónde está.
La única razón por la que empezaría a trotar es porque  así volvería a escuchar una respiración jadeante.

El año pasado me inscribí en un gimnasio, por casi €500 por mes y todavía no he perdido ni un kilo.

Parece ser que, además ¡hay que asistir!

Tengo que hacer ejercicio muy temprano por la mañana, antes de que mi cerebro se dé cuenta de lo que estoy haciendo.

No hago ningún ejercicio. Si Dios hubiera querido que nos tocáramos la  punta de los pies, los habría puesto  más arriba.

Me gustan las caminatas largas, especialmente cuando las hacen algunas personas que me molestan.

Tengo los muslos flácidos, pero, afortunadamente, los  cubre el estómago.

La ventaja de hacer ejercicio todos los días, es que  te mueres en un excelente estado de salud.

Finalmente, se ha documentado hasta el hartazgo que  por cada kilómetro que trotas, añades un minuto a tu vida. Esto te permite que, cuando cumplas los
85 años,  tengas derecho a cinco meses de vida adicionales... en  un geriátrico, ¡a 10000€ al mes!