Texto publicado por Germán Marconi

Cáncer y vida: conmovedora carta y testimonio de un joven.

Amigos de BlindWorlds:
Comparto esto con ustedes, sabiendo que en muchas familias esta enfermedad alguna vez ha dicho presente, pero en todas la vida también, y se le ha enfrentado.
Ninguna lucha está ganada antes de librarse, y nada sabemos de qué sucederá mañana.
Este joven, al igual que nuestro ya queridísimo Lautaro - sí, el niño para quien ustedes regalaron cientos de cuentos, canciones y relatos - son una prueba palpable y palpitante de que no estamos solos cuando iniciamos estas luchas, pero que la energía para iniciar cada día proviene sólo de nuestro interior.

Me he emocionado enormemente, porque a esta maravillosa gente no le asustan las probabilidades, los pronósticos ni otra cualquiera de esas naderías. A ellos - y nosotros deberíamos tomar ejemplo - les interesa vivir.
Aquí la historia, extraída del diario La Nación, en el día de la lucha internacional contra el cáncer.

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El milagro de la vida

El 6 de diciembre me operaron de un tumor, que resultó ser no seminomatoso maligno con metástasis en los pulmones y en otras partes del cuerpo, y me indicaron un tratamiento de quimioterapia. Averigüé un poco más y supe de mucha gente que se niega a realizar el tratamiento por lo agresivo que es para el cuerpo. Al principio no lo entendí -es como suicidarse por miedo a morir- pero con el tiempo pude hacerlo. La quimioterapia es algo así como "el remedio peor que la enfermedad", por el estado en que deja al paciente. Y nadie garantiza óptimos resultados. Sería más fácil dejarlo todo, pero la realidad es que la muerte no es lo contrario de la vida, sino que es parte de ella. Cuando te dicen que tu vida es una probabilidad, que tenés un porcentaje de posibilidades de curarte, te das cuenta de un montón de cosas. Al hablar con la gente o ver la televisión, ves y escuchás una sarta de cosas sin sentido, de lo mucho que la gente sufre por lo que le falta y de lo poco que disfruta lo mucho que tiene. Se empieza a ver todo con otros ojos. Alguna vez escuché que hay dos maneras de vivir la vida: una, como si nada fuera un milagro; la otra, como si todo fuera un milagro. Realmente soy testigo de que muchas personas no viven, sólo existen. Pero entre tanta decepción veo en amigos, familia, médicos y enfermeras a quienes -y son muchos- te ayudan a concentrar la vida en un solo momento. El cáncer es una mochila pesada. Podés cargarla solo y difícilmente te cures, o podés dividir el peso entre varios y, aunque te toque la parte más pesada, hacerlo más fácil.

Hoy es el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer. Si bien esta enfermedad es una de las principales causas de muerte en todo el mundo, mientras exista podemos tomar conciencia de la vida, para hacer pie en lo real y mejorar como sociedad, aunque sea desde la perspectiva de la muerte.

Tomás Cullen

DNI 35.324.836

Su historia

Tomás tiene 23 años, es hijo de Tomás Cullen y Verónica Middleton, y es el segundo de cuatro hermanos con quienes vive en la zona de San Isidro. El 9 de noviembre último sintió un dolor abdominal y fue a la guardia de un sanatorio cerca de su casa. Le dieron un antibiótico y le dijeron que esté tranquilo, que no era un tumor, porque los tumores no duelen . Tomás contó a LA NACION que inmediatamente que le dijeron eso dejó de sentir dolor y una semana más tarde un análisis confirmaba su sospecha inconsciente.

La operación llegó rápido y el 7 de diciembre, un día después de la intervención quirúrgica, se puso a estudiar para rendir los exámenes de cuarto año de la carrera de Ingeniería Civil que cursa en la Universidad Católica Argentina con óptimos resultados académicos.

De a poco comprendió que quizá eso no iba a ser posible por ahora. Su tratamiento de quimioterapia está proyectado para concluir en abril, así que optó por cambiar los libros por un poco de actividad física moderada, que practica los días alejados a su internación de tres noches que realiza para curarse.

A veces Tomás se despierta y cree que tuvo una pesadilla, pero inmediatamente se toca su cabeza rapada y advierte que no es un sueño sino la más cruel de las realidades que le tocó vivir. Pero no está solo en esto, en lo de Cullen hay varias cabezas rapadas, la de hermanos y primos que lo acompañan con el estilo rasurado.

Tomás tiene el apoyo incondicional de su familia, fe para pedirle a Dios la cura y la posibilidad de hacer el tratamiento adecuado. Sólo le resta hacerse la idea de que se va a curar y lo va a lograr.

Camila M. Solito

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