Texto publicado por Urria Gorria

La mendicidad convive en la ciudad de Bilbao

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La mendicidad convive en la ciudad

Por crisis personales o económicas, por forma de vida o el control de las mafias, los mendigos forman parte del paisaje urbano
Garazi BARRIUSO - Domingo, 2 de Febrero de 2014 - Actualizado a las 06:02h

El Ayuntamiento de Bilbao, las ONG y las instituciones no tienen una contabilidad de las personas que ejercen la mendicidad en las calles de la capital vizcaina.

BILBAO. Conviven en las calles de Bilbao, como lo hacen en el resto de pueblos del territorio. Son transparentes para la gran mayoría de la ciudadanía, pero cada uno lleva consigo una historia: la crisis económica, los problemas personales, el control de la mafias... El número de personas que ejercen la mendicidad parece haberse incrementado en los últimos meses en la villa; una afirmación que no comparten desde las instituciones y las ONG que centran su labor en ayudar a las personas más desfavorecidas. Aun así, tanto unos como otros reconocen que no tienen un registro de mendicidad en la capital.

La historia de un santurtziarra que prefiere mantener su nombre en el anonimato, la de un lector empedernido llamado José Luis Meizoso y la de Francisco Montero, el malagueño trotamundos, son tres perfiles -entre muchos otros- que plasman la existente realidad con la que los ciudadanos cohabitan. Si agachamos la mirada mientras caminamos, nos daremos cuenta de que viven entre nosotros. Y es que muchas de las aceras por las que transitamos a diario esconden historias humanas capaces de conmover a cualquiera.

Fuentes municipales reconocen que los diferentes estudios y programas que desarrolla el área de Acción Social de Bilbao -pobreza y exclusión social- no tienen un apartado específico para las personas que ejercen la mendicidad en las calles. "Existen estudios sobre el grado de pobreza y exclusión social pero no hay números que alerten sobre un aumento del fenómeno de la mendicidad, aunque las publicaciones que manejan avalan la existencia de más gente en riesgo de pobreza", afirman. Pese a ello, el Ayuntamiento reitera que estas personas pueden acceder al circuito de ayuda social. "Por supuesto, tienen a su disposición cualquier servicio social, como los comedores y los albergues, siempre claro está que cumplan los requisitos".

En cuanto a las ONG, como Cáritas o la asociación Beste Bi, tampoco trabajan con este colectivo de personas. Su trabajo se basa en indicios que se extraen de encuestas o estudios sobre las personas sin hogar. Cáritas Bizkaia, por ejemplo, se vuelca con las personas que no tienen vivienda pero afirma que "la mayoría de la gente con la que tratamos no suele pedir limosna en la calle".

En Gran Vía La realidad está en la calle, a diario. Gran parte de este grupo de personas que ejerce la mendicidad se congrega en las céntricas zonas de Bilbao. Es el caso de la Gran Vía, la arteria más importante de la villa y el lugar donde más palpable es este fenómeno, que también trae consigo un silencio absoluto al ser preguntados por las mafias. Existe entre muchos de los integrantes de este colectivo la creencia de que hay grupos organizados y mafias que mueven a muchas de estas personas. En cambio, es una triste mirada perdida lo único que se obtiene como respuesta.

En la puerta de los comercios, cerca de los escaparates, en un sitio donde se puedan resguardar del frío, en un punto estratégico por donde pase más gente, en el centro de la acera... Sentados o de pie. Con cartel o sin él. Cada una de las personas que ejerce la mendicidad elige el lugar y crean entre ellos una red basada en el respeto donde no se invaden los territorios.

los comercios

Disparidad de opiniones entre los comerciantes de Bilbao. Por un lado, los argumentos humanos llevan a razonamientos como "es injusto que echemos a una persona de una zona que no nos pertenece". El argumento comercial, sin embargo, es mucho más complejo. "Muchos impiden el paso al cliente". "A veces huelen mal y se ponen en el escaparate". "Hay algunos que molestan a los clientes". Son dos caras de una misma moneda que también deja para contar relaciones más personales entre los comerciantes que a diario ven cómo una persona pide ayuda en la puerta de su negocio. "Nos veíamos todos los días y le dejábamos que entrara al baño para que se aseara".

Los prismas desde los que se analiza la mendicidad y las conclusiones extraídas tras palpar la sensación de la calle demuestran que aquellos que piden limosna forman parte de un grupo de personas que pasa inadvertido. Tanto que ni siquiera existe un control numérico sobre su presencia. Les falta una mirada de los viandantes. Solo unos segundos. Algo tan sencillo como eso.

fuente: deia
http://www.deia.com/2014/02/02/bizkaia/bilbao/la-mendicidad-convive-en-l...