Texto publicado por Urria Gorria

murio el escritor antitaurino mexicano Jose Emilio Pacheco a los 74 años tras un accidente con los libros

Pacheco, de 74 años
Se apaga la palabra humilde del poeta mexicano José Emilio Pacheco

El autor fallecido fue ingresado tras tropezar con unos libros y golpearse la cabeza
Carmen Sigüenza - Martes, 28 de Enero de 2014 - Actualizado a las 06:04h

El poeta y ensayista mexicano José Emilio Pacheco.

madrid. El escritor mexicano José Emilio Pacheco falleció en un hospital de la Ciudad de México a causa de un paro cardiorrespiratorio. Pacheco, de 74 años, fue hospitalizado el sábado tras golpearse en la cabeza al sufrir una caída cuando tropezó con los libros almacenados en su estudio, según comentó él mismo a la revista Proceso al enviar su columna Inventario, publicada el domingo con dedicatoria al poeta Gabriel Zaid por su 80 aniversario. No fue hasta horas después cuando Pacheco empezó a sentirse mal, por lo que fue trasladado al Instituto Nacional de Nutrición, en su ciudad natal, donde falleció.

José Emilio Pacheco, el poeta que amaban los mexicanos, el hombre bueno que ni siquiera se consideraba "el mejor poeta de su barrio", como él decía, porque era vecino de Juan Gelman, su gran amigo, junto con Sergio Pitol y Monsiváis, alimentó su palabra con la humildad y el entendimiento.

Novelista, traductor, ensayista, periodista, guionista de cine y teatro y, por encima de todo, poeta, género que consideraba "el arte total", Jose Emilio Pacheco (Ciudad de México 1939-2014) generaba emoción y fuego no solo con sus versos, sino con su pensamiento, su forma humilde y honesta de estar en el mundo, su mirada existencial y su ironía, que le llevaba a reírse también de sí mismo. "Soy poeta porque no sirvo para otra cosa. No sé dibujar planos ni repetir una melodía como otros nada más oírla", decía la víspera de recoger el Premio Cervantes, siempre humilde y mostrándose en todo momento sobrepasado por los acontecimientos.

De cultura enciclopédica, Pacheco, considerado el poeta más importante de México tras Octavio Paz, creó uno de los poemas más emblemáticos de su país, Alta traición, que se convirtió en bandera de los jóvenes mexicanos y en donde mostraba las contradicciones de su país, su amor y sus reproches por una tierra por la que, según advirtió, estaría dispuesto a dar la vida. "No amo mi patria/ su fulgor abstracto es inasible. Pero (aunque suene mal) daría la vida/ por diez lugares suyos, cierta gente, puertos, bosques de pinos, fortalezas, una ciudad deshecha, gris, monstruosa, varias figuras de su historia, montañas, y tres o cuatro ríos", escribió. Impartió clases en universidades de Estados Unidos y Europa y recibió todos los honores y premios de su país, entre ellos, la Medalla al Mérito Artístico, el Nacional de Poesía, el Octavio Paz, el José Donoso o el Xavier Villaurrutia. Fue miembro de honor de la Academia Mexicana de la Lengua, y en España le concedieron los más importantes galardones: el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Premio Cervantes, este por ser "un poeta excepcional de la vida cotidiana".

Pacheco deja un legado de 16 poemarios, seis libros entre relatos y novela, así como numerosas traducciones

"José Emilio Pacheco se puede definir como el idioma entero", dijo el académico José Antonio Pascual, como presidente del jurado. "Este premio no es para mí, es para los libros. Yo soy un instrumento para escribirlos", respondió al enterarse de que había sido galardonado con el premio más importante de las letras en castellano.

mirada crítica Autor de la mítica novela Las batallas del desierto, Pacheco apenas ha sobrevivido dos semanas a su amigo Juan Gelman. Ambos vivían en el barrio de la Condesa, de Ciudad de México, y, según una de sus hijas, los últimos versos que escribió estaban dedicados al poeta argentino fallecido el pasado día 15. Autor de más de 16 poemarios, entre ellos Los elementos de la noche, Irás y no volverás, Como la lluvia o La edad de las tinieblas, la poesía de Pacheco caminó entre el simbolismo y la introspección hasta el existencialismo. A veces irónico, a veces desesperanzado, pero siempre con la pasión puesta en cada palabra alimentada por la memoria y el tiempo.

Vida y lenguaje son los dos marcadores de la creatividad de Pacheco, que siempre estaba al tanto de lo que sucedía a su alrededor. Poseía una mirada crítica, como su posición antitaurina, a pesar de que utilizaba en muchos casos un lenguaje plagado de términos taurinos. "Yo no digo Estoy cansado, sino Estoy para el arrastre", decía. O, recientemente, su crítica por lo poco que, a su juicio, se apreciaba la literatura en México, "el 0,1% de lo que se dedica al fútbol", espetó.

En 2010, en una entrevista concedida a la agencia Efe, Pacheco dejó claro que lo realmente le habría gustado hubiera sido "detener la violencia y la maldad". "No he contribuido en nada a la historia de la literatura de México", aseguraba humildemente este autor, que escribió el poema En defensa de la Ñ: "Ese animal que gruñe con eñe de uña...".

Además de los 16 poemarios, Pacheco deja seis libros entre relatos y novela, numerosas traducciones y creaciones. Pero, sobre todo, deja su forma de indagar, de bucear "con las palabras conocidas en lo desconocido", como dijo Benedetti, quien ponía a Pacheco como ejemplo de "poeta total".

fuente: deia
http://www.deia.com/2014/01/28/ocio-y-cultura/cultura/se-apaga-la-palabr...