Texto publicado por SUEÑOS;

Fabulas:

La vieja y el médico.
Una vieja enferma de la vista llamó con la promesa de pagarle, a un médico. Este se presentó en su casa, y cada vez que le aplicaba el ungüento no dejaba, mientras la vieja tenía los ojos cerrados, de robarle los muebles poco a poco.
Cuando ya no quedaba nada, terminó también la cura,
y el médico reclamó el salario convenido. Se negó a pagar
la vieja, y aquél la llevó ante los jueces. La vieja declaró que,
en efecto, le había prometido el pago si le curaba la vista,
pero que su estado, después de la cura del médico
había empeorado.
-Porque antes - dijo - veía todos los muebles que
había en mi casa, y ahora no veo ninguno.
A los malvados, sus mismos actos los delatan.

El ciego.
Érase una vez un ciego muy hábil para reconocer al tacto cualquier animal al alcance de su mano, diciendo de qué especie era. Le presentaron un día un lobezno, lo palpó y quedó indeciso.
-No acierto - dijo, si es hijo de una loba, de una zorra o de otro animal de su misma cualidad; pero lo que sí sé es que no ha nacido para vivir en un rebaño de corderos.
La naturaleza de la maldad se puede notar en una sola de sus características.

El niño ciego y su madre.
Un niño ciego de nacimiento, dijo una vez a su madre:
- ¡Yo estoy seguro de que puedo ver!
Y con el deseo de probarle a él su error, su madre puso delante de él unos granos de aromoso incienso y le preguntó:
- ¿Qué es eso?
El niño contestó:
- Una piedra.
A lo que su madre exclamó:
- Oh mi hijo, temo que no sólo estás ciego, sino que tampoco tienes olfato.
No nos engañemos creyendo que nuestras ilusiones son realidades, pues podríamos luego encontrar que nuestra situación era peor de lo supuesto. ..