Texto publicado por SUEÑOS;

Ingeñeria,

Robótica.

La robótica de asistencia personal como forma de mejorar la calidad de vida
de ancianos discapacitados.

Imagine los obstáculos que una persona invidente afrontará si su percepción
auditiva mengua a medida que envejece. Las personas que padecen
discapacidades persistentes o trastornos crónicos encontrarán una singular
serie de desafíos a medida que envejezcan. Pero eso no significa que no
puedan envejecer manteniendo una calidad de vida suficiente y evitando
exponerse a un mayor riesgo de sufrir accidentes. Al menos hay soluciones
tecnológicas que se están desarrollando, y que en bastantes aspectos pasan
por la robótica orientada a ayudar a personas en sus actividades cotidianas.

Si, como toda tecnología que llega a fabricarse en grandes cantidades, el
coste económico de estos nuevos sistemas se reduce lo suficiente, la calidad
de vida que pueden ofrecer no debería resultar inalcanzable para nadie, al
menos en un entorno urbano y tecnificado.

En esto trabaja un grupo del Instituto Tecnológico de Georgia (Georgia
Tech), ubicado en la ciudad estadounidense de Atlanta.

El equipo de Charlie Kemp, Jon Sanford, Wendy Rogers y Tracy Mitzner realiza
su labor de investigación y desarrollo en varios frentes. Uno de ellos es un
proyecto de hardware y software de código abierto orientado a crear y
perfeccionar robots de compañía y ayuda cotidiana en los menesteres
domésticos, de aseo personal y demás a personas ancianas discapacitadas.

Henry Evans, que vive con tetraplejia, es ayudado por un prototipo de robot
de asistencia personal. (Foto: Georgia Tech)

Kemp ya cuenta desde hace algún tiempo con la colaboración de Henry y Jane
Evans. Henry Evans es tetrapléjico y participó en pruebas piloto de un robot
móvil, evaluando la calidad del servicio que este robot le prestó, con
tareas como por ejemplo afeitarle con una maquinilla de afeitar, rascarle la
cara si tenía picor, abrigarle poniéndole una manta encima, y realizando
otras tareas por el estilo.

En el nuevo proyecto también participan investigadores de la Universidad de
Carolina del Sur en la ciudad estadounidense de Columbia, y el Centro para
la Salud en la Vejez de la Universidad Emory en Atlanta.