Texto publicado por Rafael Cortabarria Chinchurreta

Carta a Nelson Mandela, de otra lista ., por Ignacio Lucini

Querido madiba:
Hoy he sabido de tu fallecimiento que la verdad, no me ha sorprendido, ya que conocía los problemas de tu salud.

Tu vida fue una dura escuela de aprendizaje, que hoy por hoy sería bueno que nos sirviera de reflexión a todos.

Cuando las injusticias son tan flagrantes como lo eran en ese terrible régimen de apartheid, es relativamente fácil tomar partido y empezar a luchar. Sin embargo, es muy difícil mantener una actitud entera durante 27 años de cautiverio y no sólo eso; transformar lo que podía haber sido una fuente generadora inagotable de amargura, en una gran oportunidad de crecimiento y en todo un ejemplo para después, tras tu puesta en libertad, encarnar, opino que el ejemplo más edificante en el siglo XX, de reconciliación, perdón y Amor.

Incluso tuviste que separarte de tu segunda esposa, para no asumir esa estela de resentimiento que ella y otros como ella, desarrollaron durante tus últimos años de estancia en prisión.

De vez en cuando, vienen a este mundo seres como tú, capaces de transformar los sentimientos más abyectos que exhibimos los humanos, en algo bueno e inspirador para todos.

Creo que debería proponerse la fecha del 5 de diciembre, fecha de tu fallecimiento, como día de la gratitud.

NO sólo los negros te han de estar agradecidos, querido Madiba. Todos deberíamos sentirnos orgullosos de que haya habido alguien capaz de trabajar codo con codo junto a quienes pocos años antes eran sus carceleros, para dejando atrás un gran montón de miseria humana, comenzar a construir un hermoso proyecto de reconciliación y convivencia.

Soy consciente de que a sudáfrica le queda mucho camino que recorrer en esa dirección; pero lo que nadie te puede negar, es haber empezado esa senda dando muchísimos más pasos de lo que nadie hubiera hecho.

Has trabajado con honradez. Te has ofrecido como sacrificio a tu gente y después, sin ningún tipo de alharaca, te has retirado discretamente de la primera línea.

Has vivido y has muerto como un valiente. Has muerto solamente esta vez y espero que los humanos no olvidemos a seres como tú, que nos hacéis seguir creyendo en la grandeza del hombre.

Gracias y un fuerte abrazo.

Tu Luz negra brillará eternamente,

señalando el camino a la justicia.

Tu virtud sin orgullo es la caricia

que rescata del odio nuestra mente.

Tu abrazo destruyó la oscura lente

que me hacía creer en la perfidia

del corazón del hombre. En la avaricia

que pisotea el llanto de la gente.

No dejes de cantar aquí, en tu cielo,

la melodía que te pertenece.

El canto libre de tu alma dichosa.

¡Que tu canto recite nuestro anhelo

de un nuevo tiempo de Amor que florece

en un jardín de manos generosas!

Nace querido Nelson cual estrella,

que disuelva en su Luz la cobardía.

Ilumina un planeta de alegría.

Con tu calor, genera almas bellas.

Si flaqueamos, muéstranos aquellas

noches en soledad, tras celosías

que ocultaban tu resplandor y hacían

de nuestra triste luz, otra Pompeya.

Nuestra raza será raza de amantes,

bajo el sol hechicero de tu alma.

Tus rayos serán haces de consuelo.

¿Blanco? ¿Negro? ¡Vestigios delirantes

de seres alejados de la calma!

¡Reneguemos de aquel, antiguo hielo!