Texto publicado por SUEÑOS;

Semilla Del Corazón;

LA MOLESTIA, LA INTOLERANCIA Y EL ENOJO

La molestia, la intolerancia y el enojo, son sentimientos que a todo ser
humano nos domina en cualquier edad. Estos sentimientos son el reflejo de
algo que no nos gusta, pero las buenas costumbres han bloqueado la razón
real de este sentimiento. Por mucho tiempo nos han enseñado que debemos
ser tolerantes, amorosos, no molestarnos por cosas sin importancia, y no
enojarnos. Nos dicen “qué” debemos hacer, pero no nos dicen “cómo” hacerlo.
Es más, cuando éramos niños mostramos estos sentimientos y los grandes
adultos se molestaban con nosotros y nos regañaban, nos decían que no
debíamos enojarnos, y algunos hasta se burlaban de nosotros para enojarnos
más.

Siempre, de niño, me enseñaron a no enojarme, y cuando lo hacía, me decían
que me encerrara en mi cuarto. Cuando mi enojo iba más allá de mi control y
lo reflejaba con lágrimas, berrinches, y gritos, me calmaban con un golpe.
¡Qué manera de sanar un sentimiento negativo! Ahora, que ya soy mayor,
entendí que los adultos cometieron un grave error al callar mis enojos, en
lugar de escucharme y darme razones de porqué estaba actuando mal. Es
posible que en ocasiones me pude merecer un golpe para regresar a la
realidad, pero no siempre, muchas veces fue sólo porque a los grandes no les
gustaba oír el ruido de los niños.

Hoy, que ya hemos crecido, y ya somos grandes, nos hemos acostumbrado a
callar los enojos. Cada vez que alguien nos provoca un enojo, lo callamos,
no decimos que estamos enojados, nos lo guardamos, aunque nuestras manos se
endurezcan y algunas veces hasta nos salga lágrimas en los ojos:

- ¿Estás enojado?

- ¡Claro que no!

- ¿Entonces por qué me gritas?

- ¡Ya te dije que no estoy enojado!

¿Verdad que aprendimos algo muy bien? ¿Verdad que nos enseñaron a no
enojarnos y cuando lo hacíamos recibíamos un regaño o un golpe?

Si analizamos nuestro comportamiento cuando nos enojamos, qué raros somos.
No decimos que estamos enojados, si nos preguntan lo negamos, pero gritamos,
contestamos mal a quien esté en nuestro lado, le decimos palabras para
hacerlo sentir mal, le agredimos, y finalmente decimos: “pero yo nunca me
enojo”.

El enojo, es el reflejo de que algo no nos gusta, pero como nos enseñaron a
no enojarnos, entonces no decimos nada, nos aguantamos y terminamos molestos
por la situación. Se cumple el pensamiento: “Queremos que sucedan cosas,
pero no hacemos nada para lograrlo”. Ahora que lo hemos entendido, cada vez
que nos enojemos, hay que manifestarlo, pero no gritando, agrediendo o
buscando hacer sentir mal a la otra persona, sino buscando la solución a la
incomodidad.

El enojo, es como una respuesta de nuestro organismo de que algo no está
bien, de que queremos que suceda un cambio, entonces hay que comentarlo con
las personas involucradas, estos pueden ser los jefes, la pareja, los
amigos, familiares o cualquier persona, pero sin agredir, sólo buscando
arreglar la situación.

Como vimos, el enojo es como una respuesta de nuestro organismo de que
quiere un cambio, pero no siempre busca un cambio externo, sino muchas veces
busca un cambio interno. Son estos casos cuando sentimos que algo no está
bien en nuestro interior y se ve reflejado con enojos.

- Rocío vivía con sus padres, quienes le pedían que hiciera todo rápido,
sus padres se desesperaban y hasta la regañaban cuando se tardaba. Esto se
aplicaba cuando iban a comer, cuando tenía que arreglar la cocina, cuando
iba a la tienda, etc.. Actualmente Rocío tiene 26 años, y desea hacer todo
muy rápido. Cuando va a la tienda con sus amigos, compra las cosas muy
rápido porque no los quiere hacer esperar, se estresa demasiado. Cuando se
tarda en hacer algún documento para su jefe se estresa tanto, que en
ocasiones ya no puede continuar y hasta le da dolor de cabeza. Hay algo que
Rocío está detectando, que cuando tiene una cita con algún amigo, quiere
llegar muy rápido, pero factores externos como el tráfico, el exceso de
trabajo u otras razones no la dejan, se desespera y durante todo el trayecto
se enoja y es capaz de gritar a quien se le acerque.

En este ejemplo, Rocío tiene una fuerte dependencia por la ansiedad, se
preocupa por hacer las cosas rápido. Se le dificulta controlarse y cuando
otros factores no le permiten hacer lo que desea, es cuando se enoja y grita
manifestando de ésta manera su enojo. Todos los que se le acerquen no tienen
la culpa, sería infantil que ella les dijera a todos: “por favor, no te me
acerques porque no quiero que me estorbes, ya que necesito llegar a un lugar
y se me hace tarde”. Podría ser válido, pero la raíz de su enojo, es el
sentimiento de culpa.

Cada vez que te enojes busca cuál es el origen de tu enojo, podría ser que
el problema sea tu interior. Así, en lugar de afectar a otras personas,
mejor sana primero.

“Entonces, Jesús les dijo a los que les preguntaba: No es malo lo que entra
por la boca, sino lo que sale de la boca, porque del corazón procede”.

Rafael Zárate M. -. México