Texto publicado por SUEÑOS;

Ciencia,

Los sonidos del espacio interestelar .

12 de noviembre de 2013: Las películas de ciencia ficción son algunas veces
criticadas por las escenas en las que ocurren explosiones ruidosas en el
vacío. Como dice el viejo refrán: “En el espacio nadie puede escucharte
gritar”. Donde no hay aire, no hay sonido.

Pero si esto fuera cierto, entonces, ¿de qué hablaba el científico Don
Gurnett, dedicado a la física espacial, cuando aseveró, durante una
conferencia de prensa de la NASA, que se llevó a cabo en septiembre de 2013,
que él había escuchado “los sonidos del espacio interestelar”?

Resulta que el espacio sí puede generar música… siempre y cuando sepamos
cómo escuchar.

¿Cómo suena el espacio profundo? Un nuevo video de ScienceCast responde esta
pregunta.

Gurnett es profesor James Van Allen de física en la Universidad de Iowa y
también es el investigador principal del Instrumento Ciencia de Ondas de
Plasma (Plasma Wave Science, en idioma inglés), ubicado a bordo de la sonda
Voyager 1. Durante la conferencia de prensa, el investigador reprodujo datos
sobre las ondas de plasma para la audiencia. Los sonidos, explicó,
constituyen una concreta evidencia de que la nave Voyager 1 ha abandonado la
heliosfera.

La heliosfera es una extensa burbuja de magnetismo que rodea al Sol y a los
planetas. Básicamente, es el campo magnético del Sol inflado a enormes
proporciones por el viento solar. Nuestro “hogar” se encuentra en el
interior de la heliosfera. En el exterior, yace el espacio interestelar, el
cual es el reino de las estrellas.

Los investigadores se han estado expectantes durante décadas, esperando que
las sondas Voyager cruzaran al fin la frontera interestelar. Irónicamente,
la NASA tardó casi un año en darse cuenta de que el transcendental evento ya
había ocurrido. Esto fue así debido a la lenta cadencia de transmisiones que
llegan desde la lejana nave espacial. Los datos almacenados en las
anticuadas grabadoras de cinta se escuchan cada tres a seis meses. Entonces,
lleva mucho más tiempo procesar esas lecturas.

Gurnett recuerda la emoción que produjo en él tal descubrimiento cuando los
datos recopilados con el Instrumento para Ondas de Plasma finalmente
llegaron a su escritorio durante el verano de 2013. Las lejanas notas fueron
contundentes: “Voyager 1 había cruzado la frontera”.

A decir verdad, el instrumento para ondas de plasma no detecta el sonido. En
cambio, detecta las ondas de los electrones en el gas ionizado o “plasma” a
través del cual viaja la nave espacial Voyager. No son ondas que puedan ser
escuchadas por el oído de los seres humanos. No obstante, debido a que
ocurren a frecuencias de audio de entre algunos cientos a algunos miles de
hertz, “podemos reproducir los datos a través de un altoparlante y escuchar”,
dice Gurnett. “El tono y la frecuencia proveen información acerca de la
densidad del gas que hay alrededor de la nave espacial”.

Cuando la nave Voyager 1 se encontraba en el interior de la heliosfera, los
tonos eran graves, alrededor de 300 Hz, lo cual es típico de las ondas de
plasma que se encuentran viajando a través del enrarecido viento solar.
Afuera, sin embargo, la frecuencia saltó a un tono más agudo, entre 2 y 3
kHz, lo que corresponde a un gas de mayor densidad en el medio interestelar.
A oídos de Gurnett, esto es una melodía de transición.

Oscilaciones de los electrones del plasma: la evidencia de que la sonda
Voyager 1 ha cruzado hacia al espacio interestelar. Reproducir

Hasta el momento, la nave Voyager 1 ha grabado dos “explosiones” de música
de plasma interestelar; la primera en octubre - noviembre de 2012 y la
segunda en abril - mayo de 2013. Ambas fueron ocasionadas por explosiones de
actividad solar.

“Necesitamos más eventos solares que ocasionen oscilaciones de plasma”, dice
Gurnett.

Los personajes clave son las eyecciones de masa coronal (Coronal Mass
Ejections o CMEs, por su sigla en idioma inglés), nubes calientes de gas que
estallan hacia el espacio cuando hacen erupción los campos magnéticos
solares. A una CME promedio le lleva 2 o 3 días llegar a la Tierra, y le
toma un año completo o más alcanzar la nave Voyager. Cuando una CME pasa a
través del plasma, provoca oscilaciones que se parecen al rasgueo de los
dedos de un músico por las cuerdas de una guitarra. El Instrumento para
Ondas de Plasma de la nave espacial Voyager escucha... y aprende.

“Nos encontramos en una región del espacio sideral que permanece
absolutamente inexplorada”, dice Gurnett. “Creo que nos esperan sorpresas”.

Específicamente, Gurnett se refiere a ondas de plasma que no sean provocadas
por tormentas solares. Él especula que los frentes de choque que llegan
desde el exterior del sistema solar podrían estar propagándose en olas por
el medio interestelar. Si así fuera, generarían nuevas ondas de plasma que
serán detectadas por la nave Voyager 1 conforme continúe adentrándose en las
profundidades del reino de las estrellas.

Es posible que los próximos “sonidos” que nos lleguen desde afuera nos
resulten verdaderamente sorprendentes.