Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

Para refleccionar: Un par de botas.

Sentado en su despacho,
el comisario estaba hojeando expedientes,cuando el cabo
se presentó trayendo al detenido,
un mozo de treinta años a lo sumo,
vestía bombacha gris y corralera
pilchas que a juzgar por la vejez,
daban pruebas de la miseria de su dueño.

- "...Me lo entregó el sargento, comesario!
Este es el que antiyer robó unas botas.
del boliche 'e los Vascos...".
- "...Unas botas... ¡aha!, ¡ladron barato!
¿como te yamas, vos?"-
- ..."Orencio Nievas...",
- "¿Y de ande sos?,
- "De acá mesmo, siñor"!
- ¿Trabajás?,
- "...no siñor. No hayo trabajo.
Estuve conchabao pa' la cosecha
en la chacra e Barcala, pero en cuanto
terminó la juntada del máis, me echaron
Aura hago algunas changas y ansí vivo..."
- "¿A que le llamas "changas"..., a andar robando?"
El paisano bajo la vista al suelo.
-"¿Ande tenés las botas?"
- En el rancho.
- "¡Cabo!... ¡mande a buscarlas!
y páseló nomás pal calabozo
que ya vamos a ver cuanto le damos"

Salió el cabo llevando al detenido,
y el comisario se quedó pensando:
-"Un par de botas!", ni pa robar sirven
estos paisanos vagos.

No habían pasao dos horas,
que un milico se le cuadró en la puerta:
-Con licencia!,
-¡Acá tiene las botas, comesario!
Me las dio la mujer del detenido;
las tenía puestas el hijo,
un chiquilín de unos siete años...".

- Ajá!...¿Conque esas son las botas?,... son muy chicas
pa ensuciarse las manos!...
y que decía la mujer?,
- "¡Y.... nada,! Yoraba como una Madalena, comesario
...y cuando me hiba a dir, me dio esta carta
pa que se la entregue a usted en sus propias manos...".

- "Haber... déame"
-"... Mujeres que les piden los maridos,
¡nada mas natural!..., pero lo malo
que siempre los hayan angelitos,
aunque les hagan sombra al mesmo diablo!...
¡Pero esa carta era distinta a todas!
Escrita en un papel de estraza,
mugriento y arrugao, las palabras
eran una hilera torpe de garabatos
que había estampado la gracia y la inocencia
de aquella criatura de siete años,
¡ajena por completo a la desgracia
que la miseria echó sobre su rancho.

El ceño del comisario se fruncía
al tiempo que la hiba descifrando,
y al acabar de leer, casi temblaba
la hoja de papel entre las manos!

- "¡Agente!",
- "¡Mande mi comesario!".
- "¡Vaya y degüélvale a la mujer de Nievas
esas botas que ha traido!,
... Dígale que jue un error, que nos disculpe...,
Dispués va y le pregunta al bolichero
cuánto cuestan las botas..., ¡se las paga
y que se olvide 'el caso!
¡Espere!... ¡No se vaya!...A Orencio Nievas
ya mesmo me lo larga... y que no deje
de llegarse hasta aquí mañana mesmo,
...puede que le haiga hayao algun trabajo...".

Se retiró el milico tras la orden.
El comisario se acomodó en la silla
y al par que liaba un poco de tabaco
repasó aqueya carta, que aun temblaba
como un pajarito hondiao entre sus manos.

-"Siñores reyes magos: Yo les pido
que se acuerden este año
de trairme las botitas. Yo soy gueno
y asegún me han contao los otros chicos,
si uno se porta bien todito el año,
ustedes siempre dejan un regalo..."
Y al apartar la mirada de la hoja
sintió como una brasa adentro 'el pecho,
y echó afuera la rabia murmurando;
-"... ¡Mientras que la miseria haga ladrones de esta laya,
yo nunca serviré pa' comesario"!.

José Larralde.