Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

En Suiza no hay revoluciones porque ha habido evolución: artículo.

Filippo Lombardi, presidente del Senado de Suiza y editor.
Tengo 56 años: soy periodista y editor en servicio político. Presido TMedia
y acabo de fundar otra tele: los malos tiempos son los mejores para
emprender. Soy católico democristiano. De papá aprendí francés; de mamá,
italiano; del cole, alemán, y yo solo, español e inglés.

Lecciones helvéticas.

Los políticos corruptos suelen llevarse el dinero a Suiza, pero sería mejor
para todos que lo dejaran aquí y se trajeran de allí las leyes que la hacen
el país más fiable para ahorrar. Pero se niegan diciendo que Suiza tiene un
sistema envidiable pero no imitable. Y es que el asunto es que a ellos no
les interesa ni intentar imitarla. Escucho en la Universitat Abat Oliba al
presidente del Senado helvético explicar Suiza en buen castellano y salgo
convencido de que valdría la pena estudiar algunas lecciones suizas. La
primera que da Filippo Lombardi es que con muchas pequeñas reformas -la
democracia cotidiana- se evitan las grandes revoluciones, que, en general,
suelen ser poco democráticas.

¿Por qué nadie sabe quién es el presidente de Suiza?
Porque nuestra jefatura del Estado es colegial: los siete miembros del
Gobierno juntos son el jefe del Estado. Todos los suizos lo sabemos.

Tampoco se conoce al jefe de Gobierno.
Porque la jefatura de Gobierno es rotatoria y anual: cada año el jefe de
Gobierno es uno de esos siete ministros.

... ¡Y funciona! ¿Pero lo han discutido?
Durante mucho tiempo se propuso que las jefaturas fueran más prolongadas
para mejorar nuestra representatividad ante organismos internacionales. Pero
al final se decidió dejarlo como está.

Lo celebro.
Yo también. Nuestro sistema funciona y hay que pensárselo mucho antes de
cambiar lo esencial. Por eso lo vamos retocando continuamente para evitar
tener que hacer grandes cambios. Esa evolución hace que no haya
revoluciones. Por eso la estabilidad suiza es fruto de mucha democracia
cotidiana.

¿El éxito político de Suiza es fruto de su éxito económico?
Yo diría que es justo al revés. El éxito económico es fruto de su
estabilidad institucional.

Cualquiera prospera con tanto dinero negro llegando de las cloacas del
mundo.
No es Suiza la que ha buscado el capital, sino el capital el que ha buscado
a Suiza por la estabilidad de su sistema. Y el sector financiero sólo supone
el 11% de nuestro PIB. En cuanto a la evasión fiscal, ya sabrá que estamos
cooperando con la UE y EE.UU.

Suiza tenía ingredientes para la guerra civil: un cóctel de lenguas y
religiones.
Y hubo: nuestra historia fue una sucesión de guerras entre 1291 y 1847.
Suiza nació al unirse tres cantones de habla alemana...

¿Cuántos tiene hoy?
Veintitrés. A los de habla alemana se unieron los de habla francesa e
italiana. Y la expansión siguió hasta chocar con los Habsburgo...

El poder de los Austrias.
... Que provenían de nuestros valles, pero se afincaron en Austria para
erigir su imperio. Nos enfrentamos a ellos en Marignano (1515).
Afortunadamente, nos derrotaron y después ya renunciamos a expandirnos.

¿Todo fue paz desde entonces?
Hasta 1847 con el pulso entre centralistas y rurales del que nace la nueva
Suiza. La burguesía urbana industrial quería unificar mercado y centralizar
el poder frente a los rurales, de mayoría católica, que querían mantener sus
fueros cantonales.

Una historia que se repitió en Europa.
En Suiza llegamos al compromiso federal por el que la Confederación
Helvética dejó de serlo, puesto que hoy los cantones ya no pueden
secesionarse y están obligados a aplicar el derecho que vota la mayoría.

¿Pero mantienen su autonomía fiscal?
Cada cantón recauda los impuestos necesarios para prestar los servicios que
puede cubrir mejor que otras administraciones.

¿Seguro que nadie gasta de más?
Si los políticos de un cantón gastan de más y suben impuestos, los
inversores y negocios se van de su cantón a otro que haya sido más eficiente
recaudando y gastando.

¿Cómo pueden hablar cada uno su idioma en toda Suiza y entenderse?
Cada uno tiene derecho a hablar su idioma. Y también en la Cámara del
Pueblo, donde hay traducción, y en el Senado, que yo presido ahora, donde no
la hay porque se supone que todo el mundo habla todos.

¿Usted en qué idioma preside?
Yo, en italiano, por supuesto. Pero la verdad es que bromeamos -es sólo una
broma- diciendo que si quieres que te respeten, habla tu idioma; que te
escuchen, habla francés, y que te hagan caso, habla alemán.

Lo anoto como broma, no se preocupe.
Y además está el romanche. Todas las leyes deben ser aprobadas por dos
cámaras: la del Pueblo, con 200 diputados asignados según la
población -Zurich tiene 35 y los cantones más pequeños, uno- y la de los
Estados; con 46 senadores: dos por cada cantón.

¿Hay sesiones tormentosas?
Hay que superar dos votaciones y eso es una oportunidad para el diálogo y el
pacto. El Gobierno de siete miembros es elegido para un mandato de cuatro
años por los 246 diputados y senadores en la Asamblea Federal.

Además, tienen célebres referéndums.
Nuestra Constitución incluye la democracia directa: el voto de 50.000
ciudadanos decide un cambio legislativo. Y la iniciativa legislativa popular
permite incluso cambiar la Constitución con un referéndum, que puede ser
convocado con 100.000 firmas.

Hace poco aprobaron por referéndum limitar los sueldos de los altos
directivos.
Y también recientemente mantener el servicio militar obligatorio.

Sé que su mili no se acaba nunca.
Todos recibimos formación militar básica entre los 20 y los 32 años en
cursos de tres semanas anuales. Yo soy capitán.

¿Suiza es una nación en armas?
Tenemos 200.000 soldados, un ejército que si fuera profesional sería muy
caro. Pero los ciudadanos lo han votado, sobre todo, porque el servicio
militar facilita la convivencia entre suizos de todos los cantones con sus
lenguas, culturas y religiones.

Lluís Amiguet.
LaVanguardia.