Texto publicado por SUEÑOS;

Semilla Del Corazón;

LAS PERSONAS EGOÍSTAS

La Real Academia Española de la Lengua define el egoísmo como un inmoderado
y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio
interés, sin cuidarse del de los demás. La persona egoísta se cree el
centro del universo y sólo tiene ojos para sí misma. Podríamos definirlo,
por tanto, como una forma de ser y de actuar centrada en uno mismo, en las
propias necesidades y deseos y que carece de interés por los demás, por su
mundo, sus sentimientos o sus necesidades. El egoísmo nos lleva a querer
todo para uno mismo con independencia de los intereses ajenos. La persona
egoísta está centrada en sí misma y vive en un mundo cerrado. A estas
personas no les interesa ser consciente de las necesidades ajenas y, en el
caso de serlo, les daría igual porque no se preocuparían por ellas.

El egoísmo es diferente al amor propio, que es necesario y saludable, porque
el egoísta no siente amor hacia su persona sino desprecio y quiere todo para
él porque se siente miserable y vacío. La diferencia entre el amor propio y
el egoísmo es que mientras el primero es el sentimiento de respeto por uno
mismo, que no puede ceder su propio espacio, el segundo es la pretensión de
utilizar a los otros para su propio beneficio, manipulándolos como objetos.
Las personas egoístas están solas y aisladas, por eso tratan de llenar su
vida con objetos. Su personalidad puede ser depresiva con rasgos obsesivos.

La persona que es egoísta, da tanta prioridad a su interés personal que no
tiene en cuenta el de otras personas:
Hace lo que le da la
gana, sin tan siquiera preguntarse sobre los efectos que sus acciones
tendrán sobre otros. Está tan ocupado con
lo suyo, que no escucha a los demás.
cid: O, si los escucha, no
se da el trabajo de ponerse en su lugar, sino que interpreta lo que le dicen
teniendo en cuenta únicamente sus propias ideas.

Las personas egoístas se protegen, solo atienden a sus necesidades e
intereses: Primero yo, luego yo y después yo. Esta actitud puede deteriorar
las relaciones personales. Porque, ¿a quién le gusta compartir la vida con
alguien que sólo puede pensar en sí mismo? En el fondo, la persona egoísta
lo sabe, y por eso no es raro que, del mismo modo que sigue protegiendo lo
suyo a capa y espada, aprenda a manipular el entorno a su conveniencia para
no sentirse mal consigo mismo.

El egoísta aprende la habilidad de expresar sus deseos y de justificar sus
acciones haciendo creer a los demás (y/o a sí mismo) que también les
benefician. Aunque, tarde o temprano, su verdadera motivación queda al
descubierto. Quienes están alrededor se dan cuenta de que el egoísta pide
mucho y da muy poco. O, si da mucho, es sólo por su propio interés.

Egoísmo y educación

Es frecuente que estas personas hayan recibido en su infancia una educación
excesivamente estricta y crítica, o bien una educación con escasas
atenciones y cuidados, o que hayan tenido unos padres egoístas que han
transmitido a sus hijos su forma de vivir y entender la vida, pensando
exclusivamente en ellos mismos y en sus propios intereses sin tener en
cuenta a los demás.

Esto no significa que todas las personas que hayan recibido este tipo de
educación sean egoístas, sino que los predispone más a este tipo de
carácter. La mayoría de los padres tratan de educar a sus hijos
enseñándoles a ser honestos, complacientes, justos, responsables, etc. Esto
es algo positivo pero se desvirtúa y se convierte en una actitud egoísta
cuando se realiza en beneficio propio en vez de por razones que no sean del
propio interés, como querer sentirnos bien con nosotros mismos o porque nos
resulta gratificante.

Otra actitud que se torna egoísta y que está muy extendida en nuestra
sociedad es cuando pensamos según la siguiente expresión: "no hagas a los
demás lo que no quieres que te hagan a ti porque si no, probablemente te lo
harán". En este sentido tratar bien a los demás o preocuparnos por ellos es
por temor y no por verdadero interés.

Características de las personas egoístas

cid: Son personas que
encuentran gran satisfacción en su forma de ser y actuar, están tan
pendientes de sí mismos que se olvidan del prójimo.
.. cide : Son arrogantes, se
dan excesiva importancia y no tienen en cuenta las opiniones ni puntos de
vista de los demás: Son pretenciosos,
pretenden destacar por encima de todos y desean ocupar siempre un lugar
destacado. Cuando algo sale mal tienden a culpar a los demás, convenciéndose
a sí mismos de que el error ha sido del otro. De esta forma refuerzan su
propio ego al observar, según ellos, la equivocación de la otra persona.
Sólo les interesa sus
propios objetivos y si para ello tienen que utilizar al prójimo en su propio
beneficio, no dudarán en hacerlo. Actúan exclusivamente pensando en su
propio interés.
No piensan en la
posibilidad de prestar ayuda a los demás y tranquilizan su conciencia
pensando que nadie le ayudaría a ellos en situaciones similares o en los
momentos difíciles.
Son personas frías,
no transmiten afectos. Son exigentes. Exigen que los demás les traten con
respeto y consideración, y a pesar de que este trato sería normal, el
egoísta considera que él se lo merece en grado sumo. Considera que quienes
le rodean deben valorar y reconocer sus méritos.

Reflexiones sobre el egoísmo

Es muy importante que tengamos en cuenta que el egoísmo es destructivo y que
acaba con lo mejor de cada persona. Si somos egoístas nos olvidamos de
practicar virtudes como la humildad, generosidad, empatía, comprensión, etc.
El egoísmo nos convierte en seres hostiles y desagradables a los demás.
Cuando somos dominados por el egoísmo vemos los errores y las limitaciones
de los demás y justificamos los nuestros. Somos injustos con los demás y no
reconocemos que nuestra actitud no es la adecuada.

Las personas que actúan egoístamente se van quedando solas a lo largo del
tiempo, carecen de amigos, nadie desea estar con ellos porque son incapaces
de compartir y de ver más allá de sí mismos.

Dra. Trinidad Aparicio Pérez
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Psicóloga (España)