Texto publicado por Ma. Guadalupe Hernández Méndez

¡La luz de mis ojos!

La luz de mis ojos

Ya lo se, para nosotros los ciegos siempre es noche, qué importa si el sol sale o se oculta, si quiero creer que es de día solo lo imagino. Creo que este era uno de mis pensamientos aquel día en que mis padres tuvieron que salir de mi pequeña ciudad y se tardarían tres días en regresar y yo de necia no quise permanecer en casa de mi hermana mayor pues la presencia de mi cuñado me molestaba mucho, por lo que preferí dormir sola en casa aún cuando me dijeron lo peligroso que sería para mi. Pero uno nace necio y así es toda su vida, además ¿Cómo podría haber imaginado yo que ese día iba a llegar gente extraña al pueblo?. Si, me lo repitieron una y otra vez, ¡enciérrate bien! ¡no vayas a salir! Pero al medio día yo casi no probé bocado pues me angustio tanto cada vez que se van de viaje mis padres, y tengo hambre, seguro que doña Rosa está en la plaza vendiendo sus ricas enchiladas ¡ay dios mío! No se que hacer, pero si me duermo con hambre, seguro que tengo pesadillas. Entre mas lo piense mas noche se va a hacer y aunque yo imagine la plaza llena de sol no va a ser lo mismo para los demás y luego doña Rosa ya no va a tener nada.
Con paso un poco inseguro y con miedo en el alma, caminé a la puerta, solo dos calles me separaban de mi suculenta cena. Al doblar la esquina el destino me esperaba y estaba cargado de dolor, ahí parados en la vuelta, cobijados en la oscuridad de la noche, dos maleantes me detuvieron, manosearon mi cuerpo y destrozaron mi alma. Nadie escuchó mis gritos o quizá nadie quiso meterse en problemas, así somos los seres humanos le damos la espalda a todos los que piden ayuda. Medio muerta de frío y terror regresé a casa pero ya no era yo la joven alegre y atrevida de hacía unas horas, ahora me consideraba una piltrafa humana vacía de valores y sentimientos, me tiré en la cama, pero no dormí, solo podía llorar y llorar…
Ahí me encontró mi hermana al día siguiente, alarmada no acertaba que hacer pues yo no pude decirle nada de lo que me había pasado, quizá por pena o terror a sus regaños.
Pasaron los días, las semanas y uno o dos meses, mis padres notaron un cambio en mi conducta pues de pronto y de la nada me ponía a llorar…hasta aquella tarde en que sentí como mi cuerpo empezó a cambiar dando unas extrañas señales, y luego los ascos y mareos insoportables… -ven, dijo mi madre, yo sé lo que tienes y quiero escucharlo todo ahora. No soporté mas y oculta en su Vientre le relaté todo entre sollozos. Mi madre lloraba también, luego enfrentamos a papá quien se deshizo en maldiciones contra aquellos gañanes malnacidos.-mira que no respetar ni tu condición de ciega, ¡malditos perros, el demonio cargue con ellos!.

Me llevaron a una clínica pues mi padre quería que abortara al ser engendrado a la mala dentro de mi, al principio accedí pero una noche soñé con un ángel tan hermoso, como debe ser la luz, y me pidió que no lo sacara de mi pues se iba a esmerar en quererme y protegerme. Desperté llorando y supliqué a mis padres que me llevaran de vuelta a casa porque ya no quería perder a mi bebé, al principio se resistieron y pusieron mil excusas y trataban de dar razones para acabar con él, pero lo defendí con uñas y dientes. Pasaron los siguientes meses, con alegría y temor sentía como iba creciendo dentro de mi esa creatura, pues se movía constantemente. Hasta que llegó el día tan anhelado pero temido a la vez,. Nunca hubiera imaginado que los dolores de parto fueran tan terribles, pero valió la pena y cuando el médico colocó entre mis brazos aquel pedacito de carne, tan pequeño y frágil, mil sentimientos nacieron en mi y el desasosiego de pensar que nunca lo miraría me hizo sentir muy infeliz, fue entonces que mamá preguntó ¿Cuál va a ser su nombre? A lo que casi grité: “Luz”… No me arrepiento, ahora soy feliz, mi niña hoy cumple dos años ¿su nombre? Pues es Luz. ¡Si, es la luz de mis ojos!.

MARYLUPIS…