Texto publicado por El Atlante

NO SE SI QUIERO SALIR DE LA CRISIS. un escrito propio.

No se si quiero salir de la crisis.

Escrito por el atlante.

El gobierno anuncia sonriente y a bombo y platillo que llega la recuperación, que se vislumbra el fin de la crisis económica.
Muchos brindan con champán, otros con agua y otros como yo ponemos el punto negro a la noticia. Claro que sí, el punto negro y con razón. Personalmente, sobre el fin de la crisis, (que por cierto no es únicamente económica, sino de valores, y de carácter medioambiental) opino lo siguiente:

Si salir de la crisis significa volver a hipotecarnos hasta el cuello por cuarenta años, alomejor no quiero salir aún.
Si salir de la crisis significa volver a comprarnos la última tableta cada navidad, creo que no quiero que termine por ahora.
Si significa seguir saturando las calles de cientos de miles de nuevos coches, contaminando y bloqueando las avenidas, quizá no quiero salir todavía.
Si salir significa volver a comprar bienes y servicios a esas poderosas multinacionales, que subyugan a medio planeta, mejor sería seguir aprendiendo.
Si quiere decir que vamos a continuar contaminando implacablemente el medio ambiente y agotando los recursos del mar y la tierra, por causa del consumo desmesurado, no deseo aún salir.
Si significa que vamos a abandonar las nuevas y sabias ideas que por su causa surgieron, como el autoabastecimiento, la vida sencilla con más sentido y la solidaridad humana, prefiero no salir de momento.
Si va a implicar que los políticos tras relajarse empiecen a robar de nuevo dinero público, no me gustaría salir.
Si significa que nos van a inculcar otra vez la idea de que los bancos son imprescindibles para vivir, yo prefiero que no acabe por ahora.
Si eso supone que ya no vamos a ver más por las plazas el mercadillo del trueque o se acaba la información sobre permacultura, me niego a querer salir.
Si el fin de la crisis quiere decir volver a creer y a botar a los políticos salvadores y atraparnos en el bipartidismo perpetuo, mejor esperar.
Si dejar atrás la crisis va a llevar a los supermercados a que otra vez tiren las toneladas de alimentos a la basura con todo el desprecio y frialdad, perdón pero quiero seguir padeciéndola un poco más.
Si significa aceptar el que los ministerios se gasten de nuevo miles de millones de euros en comprar armamento más vale aguantar un tiempo.
Si significa que no se va a invertir en energías limpias, ya que tendremos dinero para pagar la factura eléctrica, me quedo como estoy de momento.
Si salir de la crisis equivale a consumir desmesuradamente y tirar con ligereza de la tarjeta de crédito en compras inútiles e innecesarias, yo me quedo como estoy un ratito más.
Si salir es para poder comprarnos ahora diez pares de zapatos y veinte pantalones porque económicamente podamos, y porque volvamos a hacer nuestra aquella frase de: si yo puedo permitírmelo porqué no lo voy a hacer, entonces de verdad que no deseo salir.
Si significa volver a comprarnos un Mercedes traído por nosotros desde Alemania, ¿se acuerdan de eso? pues tampoco me apetece salir aún.
Si salir de la crisis, nos llevará de nuevo a cobrarles a los inquilinos alquileres de viviendas y de locales injustamente abusivos e inhumanos, me niego en rotundo a salir.
Si significa poder de nuevo pedir préstamos personales para irnos de vacaciones a sitios lejanos (aunque aún no hayamos conocido los pueblos de nuestra sierra), para tener una gran carabana aparcada en el mejor camping o para llevar al niño a Disneyland París como regalo de comunión, perdonen pero es mejor aguantar un poco más.
Si significa olvidarnos de criticar los privilegios de los políticos, el oscurantismo del g 20 o del banco central europeo, ya saben lo que pienso.
Si es para volver a la indiferencia y la sumisión ante la troica y el euro, mejor que no.
Si significa que muchos patrones vuelvan a esclavizar de nuevo a los inmigrantes que vengan otra vez a trabajar en el campo, gracias pero por ahora renuncio.
Si salir de la crisis es igual a volver a hipotecarnos en una segunda o tercera vivienda para especular luego con ella, déjennos como estamos.
Si abandonar la crisis es para volver entre todos a hinchar nuevas burbujas inmobiliarias o del sector que sea, ¿para qué? Resistamos un poco más la tormenta sanadora.
Si es para abrirle la puerta a especuladores que suman y suman sin producir a cambio ningún beneficio para la sociedad, me reafirmo en mi decisión.
Si dejar atrás la depresión es para consumir más productos de usar y tirar o para ya negarnos a restaurar el mueble o el juguete roto, ¿para qué?
Si significa olvidarnos de nuevo de debatir sobre los derechos y atenciones de los discapacitados, mi negativa es segura.

Prefiero seguir aprendiendo las lecciones de una crisis odiosa pero curativa, que no hemos generado los ciudadanos pero de la que también somos responsables.
Prefiero pensar que es un mal pero que nos ha llegado para algo bueno. Prefiero sufrir aunque sea un poquito más la úlcera abierta, hasta que el dolor me lleve a aprender lo que aún falta, hasta que la fiebre alta y convulsiva, abrase el germen eficazmente sin riesgo a que se reproduzca nuevamente.

Pero en cambio: Si salir de la crisis significa poder aspirar a alquilarnos una casa digna y de aspecto agradable y vivir cómodamente, entonces sí quiero salir de la crisis.
Si salir significa consumir productos preferentemente nacionales y regionales sí deseo la recuperación.
Si salir nos lleva a valorar los sentimientos por encima del materialismo, claro que quiero que acabe la crisis.
Si como resultado de la recuperación se invierte en sanidad pública de calidad, en educación pública universal y en cultura libre y accesible para todos, por supuesto que anhelo que termine la pesadilla.
Si el fin de la crisis es para no acordarnos sólo de santa Bárbara cuando truene, entonces bienvenida sea la recuperación.
Si el punto y final quiere decir que no vamos a dejarnos seducir más por la publicidad engañosa y creadora de falsas necesidades, me congratulo de que acabe la crisis.
Si es para que de una vez tomemos las riendas de nuestra vida, y nos responsabilicemos de nuestros actos con los seres humanos, con los animales y con el medio ambiente, entonces me alegro en el alma.
Si el adiós a la crisis es para poder tener un empleo dignamente remunerado y estable y un trato humano por parte del jefe entonces me vuelvo a alegrar en el alma.
Si va a suponer que hemos aprendido que es mejor prevenir que curar, deseo la recuperación.
Si salir equivale a que nuestra idea de lo que es la propiedad privada la hemos al fin reducido y situado en su justo lugar, celebro la nueva andadura.
Si borrar esta etapa tan dura es para que los ancianos vivan eficientemente y con comodidad su merecidísima jubilación, lo espero emocionado.
Si salir nos asegura que los ciudadanos vamos a continuar criticando los desfiles militares, la brutalidad sin nombre de los cuerpos antidisturbios y la xenofobia del estado, brindo por el fin de la crisis.
Si significa que vamos a ducharnos, vestirnos y a alimentarnos dignamente es una gran noticia.
Si con la recuperación vamos a valorar las pequeñas cosas de la vida por encima de la exuberancia, y vivir mirando hacia el interior enhorabuena por el cambio.
Si significa criticar duramente el elitismo y el imperio del futbol actual, de nuevo enhorabuena por el cambio.
Si salir de la crisis se traduce en que vamos a ser felices en un día de campo o de parque, con la familia o en una noche de cine o teatro, espero con ansiedad la buena nueva.
Si acabar con la crisis sirve para continuar poniendo en tela de juicio las mentiras y manipulaciones de los medios de comunicación como hemos hecho en plena crisis, que gran noticia.
Si el final definitivo de la crisis significa empezar a creer en la sociedad como herramienta primordial para cambiar este mundo, y no en los gobernantes como guías espirituales, aplaudo y asiento, ¡si quiero!. Si quiero porque querría decir que la crisis ha servido para remover las estructuras estancadas y las aguas podridas de un sistema esclavizador y perverso que es el capitalismo, y que hemos podido transformar totalmente nuestra forma de pensar, el estilo de vida, la calidad de las acciones, el sentido de nuestra historia y el mundo en su conjunto, para que reverbere en la luz, el sentimiento, la inteligencia, el amor, la fraternidad.