Texto publicado por Miguel de Portugalete

Emilio Lledó Estamos pasando por una tercera guerra mundial sin cañones

Emilio Lledó Estamos pasando por una tercera guerra mundial sin cañones

Diario de Sevilla
Cultura.
Emilio Lledó: "Estamos pasando por una tercera guerra mundial sin cañones".

A pesar de que el filósofo y humanista Emilio Lledó ha sufrido los zarpazos
de algunos de los episodios más difíciles del siglo XX, la guerra civil, el
hambre de posguerra, el franquismo o el Berlín del "muro", cree que este
momento es nefasto. "Estamos pasando casi una tercera guerra mundial sin
cañones", dice. "Vivimos un momento muy duro, decir que nunca he vivido un
tiempo así es, tal vez, exagerar, porque en el franquismo pasé un hambre
feroz; lo normal en ese tiempo, si no eras estraperlista, oligarca o
tramposo, pero los que nos íbamos fuera teníamos esperanza. Hoy estamos en
el territorio de la desesperanza, que es lo peor", añade este filósofo y
académico nacido en Sevilla hace 86 años.

Unas palabras que este pensador lúcido, sabio y transparente como sus ojos
azules pronuncia en su casa madrileña, literalmente forrada de libros, con
motivo de la publicación de Los libros y la libertad, editado por RBA. Este
volumen recoge algunos de sus mejores artículos, conferencias o discursos y
cuyo denominador común es el amor de este profesor por los libros, el
lenguaje, la memoria, la libertad, la amistad o la educación, piedra angular
de su pensamiento.

A Lledó, que salió de España en 1953 para estudiar en Heidelberg (Alemania)
donde fue alumno de Gadamer -después estuvo en Berlín hasta que en 1963 vino
con su mujer a una España gris, pero "con mucha ilusión", para dar clase-,
en el caso de la situación española lo que más le duele es la educación. "El
mundo está fatal -dice- por culpa de la codicia y la ignorancia, y aquí me
preocupa mucho la educación porque no está funcionando por una serie de
gestores que creen que el dinero es lo que calibra la educación". "Esa es mi
obsesión -continúa-, el planteamiento educativo. La función más importante
es crear ciudadanos libres, críticos. Y el principio de una democracia es la
defensa de lo público", añade este incombustible filósofo, con la misma
pasión de un joven que empieza a comerse el mundo. Una educación y
aprendizaje, que, en opinión del autor de Una sabiduría del cuerpo, del
elogio y la amistad, Elogio de la infelicidad o El origen del diálogo y la
ética, es el motor de cambio de una sociedad y que ha sido también carcomida
por el "asignaturismo", al tiempo que plantea un elogio del maestro, el que
"hace amar los libros".

"El libro es, sobre todo, un recipiente donde reposa el tiempo", dice Lledó,
que en este bello volumen que acumula su pensamiento habla del origen de la
escritura, la lectura o de la necesidad de la amistad ("el lenguaje y el
sentimiento de amistad son los fundamentos esenciales de la socialización de
la humanización"). También escribe de los medios de comunicación, -"el
periodista es, pues, el gran salvador de los fenómenos, el desmitificador de
las apariencias, el más inmediato lector de lo que pasa en la calle"-, del
libro electrónico, de María Zambrano, de la poesía o de la memoria. "Somos
seres con memoria y yo estoy a favor de la memoria histórica. Me gusta saber
en qué país he vivido y no verlo es una ceguera", sostiene este pensador,
que no olvidará nunca el olor a pólvora y a muerte que se le impregnó cuando
tenía nueve años y en plena guerra civil fue testigo de un bombardeo en la
Gran Vía madrileña, junto a su padre.

"Tenemos una lengua materna que nos acoge y nos nutre, pero luego tenemos
que crear la nuestra propia, que es lo que se hace a través de la educación,
y lo hacemos con nuestra memoria y con nuestro propio lenguaje, por eso es
muy importante la memoria, para que no se repita nada que no deba repetirse
o para que luego no venga un salvador de patrias, que suele ser el refugio
de muchos canallas". El académico, que fue docente en la universidad
alemana, un país cuya educación pública siempre ha elogiado, asegura que
tampoco le gusta nada como está actuando Angela Merkel, "que no es lo mismo
que el pueblo alemán".

Emilio Lledó, Premio Nacional de Literatura, y quien también fue profesor de
las universidades de La Laguna, Barcelona y Madrid, mantiene que hay que
luchar por que las humanidades no desaparezcan y por el rillo del término
decencia, y afirma que no hay que votar a los corruptos. Además considera
que también hay una gran corrupción en el lenguaje y pone como ejemplo una
serie de palabras que hoy se han pervertido, como "educación, que se
confunde con formación; empleo, que no es lo que trae Eurovegas, sino el
talento de un país; responsabilidad, que es lo contrario de corrupción; o
identidad o libertad, que no es libertad de expresión sino libertad de
pensamiento", argumenta. Y añade "neoliberal, que pudiera no tener que ver
con libertad, sino con el juego nada azaroso, de las cartas trucadas, de las
armas y los desarmados, del poder y de la impotencia", concluye.