Texto publicado por Mari Carmen López

Temas de milagros

Hoy que es el día del Pilar me ha dado por publicar esto. Y feliz día también de la Hispanidad (día en que Colón descubrió América) a todos o feliz día a quien pueda serlo jejejeje.

Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal

María cura de asma después de confesar y besar
la medalla de la Virgen de Garabandal.

En Zolochiv los fieles reciben de rodillas la Comunión.

María cura de asma después de confesar y besar la medalla con el Beso de la Santísima Virgen de Garabandal.

Mi nombre es Maria Sychevska. Nací en 1939 y vivo en la ciudad de Zolochiv, provincia de Lviv, Ucrania. De profesión soy enfermera.

En 1975, los médicos me diagnosticaron de asma bronquial alérgica. Desde entonces estuve con medicación y dos veces al año, con tratamiento en el hospital.
Después de algún tiempo, los medicamentos no me hacían efecto y me dieron un inhalador que tuve que utilizar para los ataques de asma especialmente severos.

En los últimos años, estos ataques han sido muy frecuentes, 3 a 5 por día, especialmente de noche. Me dieron por esto un inhalador aún más fuerte.

Un día, mis compañeros me dijeron que el 11 de mayo de 2004, en nuestra iglesia de la Resurrección de Nuestro Señor en Zolochiv, habría una Santa Misa y
una Moleben, liturgia dedicada a la Madre de Dios, que sería este día por la curación de los enfermos.

Después de la Liturgia, habría una reunión con Dr. Michael y Helen Rozeluk, que habían venido de Canadá y que difunden las Apariciones de Nuestra Señora
de Garabandal. Ellos hablarían sobre las apariciones milagrosas de Nuestra Señora en Garabandal y sobre la curación de Michael y muchas otras personas
con la medalla milagrosa que lleva el beso de Nuestra Señora de Garabandal.

La tarde debía terminar con las Oraciones de Sanación y con la Veneración de las medallas milagrosas.

La gente llena la Iglesia de Zolochiv y el exterior. Con gran amor y veneración por la Santa Eucaristía que reciben de rodillas.

Cuando llegué a la Santa Misa eran las 4 de la tarde, había tanta gente que no podía entrar dentro de la iglesia, tuve que quedarme fuera. Los sacerdotes
oían las confesiones.

Aunque había oído que el Dr. Michael dijo que, antes de besar la medalla, se debe ir a confesar, yo todavía no fui. No había tenido tiempo de prepararme
apropiadamente en casa porque me enteré de todo esto poco antes de que comenzó la Santa Misa.

Durante la liturgia tuve otro ataque de asma; utilicé mi inhalador que llevo siempre conmigo y el ataque remitió. Después de la Misa, esperé mucho tiempo
para besar la medalla, con bastante dificultad, porque había gente que se colocaba en la fila delante de otros. Finalmente llegué donde el Dr. Michael
y besé su medalla.

Durante mi vuelta a casa, tuve otro ataque de asma muy fuerte. No sentía mejoría después de besar la medalla.

El 20 de mayo, fiesta de la Ascensión de Nuestro Señor, fui a la Santa Misa celebrada por el Obispo Sofronius Mudry en la Iglesia Basiliana, aquí en Zolochiv.
Durante la Santa Misa me confesé. Después de oír mi confesión, el Sacerdote me dio a besar su medalla de Garabandal de nuevo y recibí a Jesús en la Santa
Comunión.

Este sacerdote tenía una medalla besada por la Bendita Madre de Garabandal que los esposos Rozeluk le dieron durante su visita.

Cuando volví a casa me sentía mejor. No necesité el inhalador el resto de ese día. Aunque tengo todavía algo de asma, ya no tengo los ataques que tenía
antes. Antes, necesitaba el inhalador varias veces al día y los ataques eran muy fuertes.

Hoy, 29 de junio de 2004, me parece increíble lo que me ha sucedido. Estoy muy agradecida a Nuestro Señor y a la Madre de Dios por este gran alivio, por
esta gracia extraordinaria del amor de Dios.

Siguiendo el consejo de mi confesor, he decidido hacer pública mi acción de gracias para la mayor Gloria de Dios y para aumentar la fe de otros enfermos
que puedan tener enfermedades semejantes a la mía.

Ivan Struk vuelve a la vida
El 21 de Julio del 2004 hubo un accidente en un paso a nivel del ferrocarril. El coche que conducía mi hermano, Ivan Struk, fue golpeado por un tren. Mi
hermano fue hospitalizado con múltiples fracturas de costillas en el tórax. Su estado se deterioraba cada hora. Las costillas rotas habían perforado los
pulmones y, por esta causa, cada vez iba a peor. Estaba inconsciente. Se le puso respiración artificial. Los médicos no tenían esperanza.

Esto duró una semana. Ivan seguía inconsciente. La única esperanza que quedaba estaba en manos de Dios.

P. Porfiri con Michael y la medalla de Garabandal.

P. Kasko, Helen, Ljubov Shyptur y Michael.

Pedimos a Padre Porfiri que viniese a verle. Rezó por mi hermano por largo tiempo con la ayuda de la medalla besada por Nuestra Señora en Garabandal. Al
anochecer, cuando el Padre se fue, nos dio alguna esperanza de que sanaría.

Media hora más tarde, el doctor vino y nos dijo que, cuando apagó el respirador, mi hermano respiró por sí mismo varias veces. Antes lo había intentado
en varias ocasiones pero se volvía azul y empezaba a colapsar e incluso en una ocasión tuvo un paro cardíaco.

Después de la visita del Padre Porfiri y del Padre Zinovij Kasko, empezó a mejorar de modo constante. Durante dos meses los médicos hicieron cuanto pudieron
por salvar la vida a mi hermano y finalmente recuperó la salud y sobrevivió. Pero fue el Padre Porfiri quien por la Intercesión de Nuestra Señora de Garabandal,
por medio de su medalla besada, devolvió el aliento de vida a mi hermano. Todos creyeron que fue un milagro: nosotros, la familia y también los doctores
y el personal médico, que fueron testigos de lo sucedido.

Yo, Ljubov Shyptur, estoy eternamente agradecida a Dios Nuestro Señor, a Helen y Michael Rozeluk, que dieron las medallas a los Padres Porfiri y Zinovij
cuando visitaron Ucrania, y especialmente al Padre Porfiri.

Los terribles dolores de mis piernas han desaparecido.

Vine a este Santuario de Yasna Hora, en Hoshiv, para dar gracias a la Santísima Trinidad y a la Bendita Virgen María, por las gracias recibidas en la iglesia
de Cristo Rey.

Desde 1990 he estado enferma de dermatomiositis. Tenía terribles dolores en mis piernas. No podía andar. Los últimos años, esto se puso muy mal.

No podía andar más de cien metros. No podía subir una escalera. Me era muy difícil. Constantemente pedía ayuda a la Madre de Dios, a la Bendita Virgen María.

Y ahora me encontré con este matrimonio que vino de Canadá, el Sr. Michael y Sra. Helen Rozeluk. Pensé: ¿como voy allá? es tan difícil para mí. No puedo
subir a un autobús por mi misma. No podría bajar tampoco del autobús. Necesito ayuda. Pero he aquí que yo tomé el autobús sola. Encontré gente durante
el viaje que me ayudó.

Estuve allí de pie toda la Misa entera. Estuve de pie durante la Moleben, la liturgia dedicada a la Madre de Dios y la Oración de Sanación. Besé con mucha
fe la medalla de Garabandal que los esposos Rozeluk habían traído. Cuando vine a casa, empecé a sentirme mejor y lo dije a mi familia. Dije esto, después
de sentirme durante un día así de bien, sin dolor. Me sentía aliviada. Dije a mi hija:

-- "¡Oksana, no tengo dolores! Mis piernas ya no me duelen. Mis manos tampoco."

Todos empezaron a llorar:

-- "madre, esta gracia, ¡la has recibido de Dios!.

Me di cuenta que no sentía dolor. Antes me era muy difícil salir de la cama. Tenía que agarrarme a algo. Ahora simplemente me levanto y salgo. Fue a las
5:30 que hoy desperté y me levanté. Me arrodillé delante de Madre María y empecé a rezar el Rosario:

Madre María, ¡gracias por esto que me has concedido! Hoy vine aquí a Yasna Hora a dar gracias a la Bendita Virgen María. ¡Rezad! ¡Creed! Dios os dará Su
Gracia. Confiad en Él.

Cura de la vista.

Veo a la gente, sus ojos, y puedo ver a distancia. Os veo muy bien.

Cura de la vista, después de las Oraciones.

Mi vista se empezó a deteriorar hacia los treinta años. Pero en los últimos dos meses fue a peor de tal modo que ya no podía ver a una persona a medio metro
delante de mí. Después de las Oraciones de Sanación sentí venir una ola de calor sobre mí. Sudaba mucho. Veía a la gente, sus ojos, y puedo ver a distancia.
Os veo muy bien.

También padecía del corazón y, después de las Oraciones, me sentí muy bien y pude estar presente toda la Santa Misa sin tomar la medicación, cosa que antes
no podía, solía dar un paseo por fuera para tomar algo de aire fresco.

Estoy muy agradecida a la Madre de Dios, a Nuestro Señor y a esta gente que vino aquí.

Olexandra Bortnyk cura de cáncer.

Hace pocos años, lo médicos me dieron un difícil diagnóstico: cáncer. La enfermedad era progresiva e incurable. Más adelante se me hizo difícil caminar
sin ayuda.

Después de las Oraciones de Sanación en la villa de Radcha, después que el Dr. Michael rezó por mí y puso la medalla sobre mí, caí al suelo, tan suavemente
como si fuese sobre nubes. Sentí su Oración en mi alma. Para venir a las Oraciones de Sanación subí las escaleras del campanario con la ayuda de Luba Shyptur.

De vuelta, ya podía bajar las escaleras por mí misma, sin la ayuda de nadie. Créanme, al tercer día de las Oraciones de Michael y Helen, me sentí espiritualmente
mucho mejor y físicamente ya era capaz de ir por comida al mercado por mi misma. Vine con gran fe en que todo me iría bien en el futuro. Comprendí que
se debe llegar a esto por medio de la penitencia y la oración.

Curado de dolores de columna y testigo de Muchos Milagros.

¡Gloria a Jesucristo!

¡Queridos Helen y Michael Rozeluk!

Nuestros más cordiales saludos de los ciudadanos de Ivano-Frankivsk que os están tan agradecidos por el gran trabajo que habéis hecho para la renovación
espiritual, fortalecimiento de la fe y por las numerosas curaciones de nuestra gente.

Yo, Mykhailo Vasylevich Sabov, profesor de la escuela de música, os estoy muy agradecido de vuestra ayuda y por la curación de fuertes dolores en la columna.

Después de la Moleben, liturgia dedicada a la Madre de Dios, en la Catedral de Ivano-Frankivsk, fui donde el Dr. Michael a besar la medalla de Garabandal.
Me es imposible describir con palabras la Obra del Espíritu Santo que sentía me estaba sanando.

Durante tres días sentí un gran cambio en mi salud, incluidos los dolores de columna. Mi condición física mejoró notablemente. Ahora puedo llevar objetos
pesados, moverme con facilidad y trabajar en el campo, pero sobre todo, mi fe se ha fortalecido y me siento espiritualmente enriquecido.

Además de esto fui testigo, el 8 de Mayo del 2004, en la catedral de Ivano-Frankivsk, de las Oraciones que Helen y Dr. Michael, junto con el Padre Kasko,
hicieron por los enfermos.

Lo que vieron mis ojos es imposible de describir porque los milagros que allí sucedieron no pueden ser sometidos a ninguna clase de lógica o análisis. Comprendí
que, por el Beso de la Madre de Dios, su Hijo Jesús puede hacer cualquier cosa que se le pida. Este día vi y fui testigo de muchos, muchos milagros.

Con el más grande respeto y gratitud hacia Ustedes.

Deja su silla de ruedas y anda.

Santuario de Yasna Hora en Hoshiv, Ucrania. Una muchedumbre vino a venerar y besar las medallas que la Santísima Virgen besó en Garabandal.

Padre Zenovy Kasko, abajo a la derecha de la foto, pone la medalla besada sobre el cuello y columna del niño y junto con Michael y Helen Rozeluk, a la izquierda
de la foto, rezan por él.

P. Zenovy Kasko, la niña, Michael y Helen.

Dr. Rozeluk a la niña:
"Agarra mi dedo. ¡Sí! Alabo al Señor en todo momento; su alabanza estará siempre en mi boca. Mi alma se regocija en el Señor, que los humildes lo oigan
y se regocijen. Glorificad al Señor conmigo; y alabemos juntos Su Santo Nombre. Llamé al Señor y Él me escuchó; Él me libró de todo mal. Venid vosotros
a Él y no quedareis defraudados".

¡Gustad y ved, qué bueno es el Señor!

Poco después de rezar estos fragmentos de Salmos Bíblicos y de besar la medalla, la niña anduvo por sí misma. Es
Jesucristo quien cura a los enfermos como lo prometió en Garabandal.

La niña se vale por sí misma y deja su silla de ruedas, en la foto, por siempre. ¡Alabado sea Dios!

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1……………

Anécdotas de una vida apostólica
Autor: P. Jorge Loring s.i.

Capítulo 6: Milagros en las factorías

12.- Hablando en la factoría CALVO SOTELO de Puertollano me ocurrió algo insólito.

El día anterior yo había hablado de los milagros de Jesucristo.

Cuando llego a la factoría, al día siguiente, un obrero me dice si le dejo hablar antes a él.
De momento dudé. Pensé que era un agitador.

Y le pregunté:
-¿De qué quieres hablar?
- Porque ayer Vd. habló de los milagros de Cristo, y a mí Cristo me ha hecho un milagro.

Cambié de opinión y pensé que era un lunático. Pero me parecía un hombre normal.

Le digo:
- Bien, sube y habla.
Empieza aquel obrero:
- Compañeros, ayer el Padre os hablaba de los milagros de Cristo. Pues Cristo a mí me ha hecho un milagro.

Yo miraba a sus compañeros por si advertía señales de burla.
Pero todos atendían con enorme interés.
Debía ser un obrero muy estimado por sus compañeros.

Y sigue él:
- Yo era leproso, y no lo sabía.
Los médicos me peloteaban de un sitio para otro, pero nadie me curaba.

Pero cuando me llevaron a Guadalajara y yo vi que todos los que allí estaban eran leprosos, comprendí lo que tenía.
Yo no quería que mis hijos me vieran como yo veía a aquellos enfermos.

Por la noche, cuando nadie me veía, me iba a la capilla y de rodillas le pedía al Señor:
- Señor, Tú puedes curarme. ¡Cúrame!

Un día al salir de la capilla, vi que habían desaparecido las manchas que yo tenía en los brazos.
Y enseñaba los brazos limpios.
Esta curación instantánea no parece deberse a la medicación, sino a la oración.

13.- Hablando de milagros, voy a contar otro.
Evidentemente que uso la palabra «milagro» en plan familiar.

En estas cosas, la última palabra la tiene la Iglesia, que es la encargada de declarar oficialmente si un hecho es realmente milagroso o no.

Uno de los días en que yo estaba en la factoría naval de Matagorda ocurrió un grave accidente de trabajo.
Se cayó de una grúa una pieza, y cogió debajo a dos hombres.
A uno lo mató, y al otro lo dejó gravemente herido.
¡Qué casualidad! ¡Eran hermanos!

Yo iba a visitar al herido a la clínica de San Rafael, en Cádiz.
Un día estaba yo haciendo consideraciones sobre la muerte del hermano, soltero, y el herido casado.
Estaban allí la mujer del herido y su suegra.

Yo les animaba a dar gracias a Dios de haber conservado la vida del herido. Y me dice la suegra:
- Padre, nosotros tenemos mucha fe, porque a mí la Virgen me curó los ojos.
Honradamente quiero decir que yo no esperaba oír nada excepcional.
Más por educación y por caridad, por aquello de que a todo el mundo le gusta contar su caso, le pregunté:
- ¿Qué le pasó?
A las pocas palabras me quedé de piedra. Me dice la mujer:
- Mire, Padre, nosotros vivíamos en un cortijo en la carretera de EL PORTAL en EL PUERTO DE SANTA MARÍA.
Allí, entonces, no había luz eléctrica, y nos alumbrábamos con candiles de carburo. Un día me reventó en la manos el candil y me quemó los ojos. Me quedé
ciega.
Me llevaban a curarme al Hospital de la Seguridad Social de Cádiz.
Me atendía el Dr. Pérez Llorca.

Un día le dice mi hija:
-Dígame si lo de mi madre tiene solución, pues estamos gastando en taxis un dinero que no tenemos, y si no tiene solución, lo dejamos y no venimos más.

- Siento decirle que lo de su madre no tiene solución. Esta ceguera es irreversible.

En frase de la familia tenía los ojos «como los de una pescadilla frita».
Y me dice la mujer:
- Mire, Padre, cuando yo le oí decir al médico que nunca más podría ver a mis hijos, me entro una pena y un dolor que yo no tenía consuelo.

La meten en un taxi y se la llevan a casa.
Y sigue la mujer:
- Estando yo en la cama, me acordé de la Virgen de Fátima, que entonces estaba recorriendo España, haciendo milagros. Y le dije con toda mi alma: «Madre
mía Santísima, tú que eres tan milagrosa, que yo pueda volver a ver».

Al decir aquello sentí como un fuego que se me subía a la cabeza, como un fuego que se me salía por los ojos, y grité a mi hija: «¡Que yo veo! ¡Que veo
luz!».

Viene la hija, le quita los esparadrapos, y tiene los ojos como nosotros.
Cogen un taxi y se van a ver al médico.

Cuando el Dr. Pérez Llorca ve entrar, a las tres de tarde, a aquella mujer con los ojos curados, que él, a las doce, había diagnosticado como ceguera irreversible,
repetía:

- Esto no tiene explicación. Esto no tiene explicación.

La curación fue tan perfecta que ya no tuvo que emplear más las gafas que antes usaba.
Delante de mí, mientras la leía el relato de los hechos para que me diera su aprobación, ella estaba cosiendo y la vi enhebrar una aguja sin las gafas.

Me pareció que esto era un caso tan extraordinario que merecía la pena hacer un acta notarial para que conste en la historia.

Como habían pasado muchos años, empecé a localizar testigos por Paterna, Puerto Real, Puerto de Santa María, Jerez, etc.: hijos, hijas, nueras, yernos,
vecinos etc. Reuní a dieciocho y los llevé ante un notario de El Puerto de Santa María.

Por cierto, que Dios me trajo también al Dr. Pérez Llorca, que entonces vivía en Madrid, pero que aquellos días había ido a ver a su familia residente en
Cádiz.

Cuando le propuse ir a firmar, ante notario, la curación de aquella mujer, a la que él recordaba perfectamente, me dijo:
- Con mucho gusto firmo que soy testigo de aquella curación de una ceguera que yo había diagnosticado irreversible y que de ninguna manera se debió a la
terapéutica empleada.

Cuando él firmó ante el notario, yo le dije a éste que añadiera la personalidad del doctor: Miembro de la Real Academia de Medicina Española, Presidente
de la Sociedad Oftalmológica Española, treinta años catedrático de Oftalmología, y Medalla Arruga, que la tienen muy pocos oftalmólogos.

Este acta notarial se la llevé personalmente al Obispo de Fátima, con una peregrinación que fuimos desde Cádiz, para que conste en los archivos de los favores
y milagros que Dios ha hecho por medio de la Virgen de Fátima.

Por cierto, que este relato lo publiqué en el DIARIO DE CÁDIZ, y al día siguiente de la publicación vino a verme un hombre que me dijo:

- Yo soy el taxista que hacía los servicios a la ciega.
Le pedí que también fuera él a firmar ante el notario, y así lo hizo.

A partir de este momento, Manuela Cortés Colmillo, que así se llamaba la mujer protagonista de este relato, continuó su vida normal hasta que le sobrevino
la muerte el día 16 de julio de 1974.

14.- Y hablando de actas notariales de milagros, voy a contar otra anécdota.
Estaba yo en Zaragoza dando conferencias en la parroquia de Santa Engracia.

Un día se me ocurrió:
- Ya que estoy en Zaragoza me voy a acercar al Ayuntamiento a ver el acta notarial del milagro del cojo de Calanda.

En mis conferencias muchas veces relaté el milagro del cojo de Calanda, y siempre decía que en el despacho del alcalde de Zaragoza se encuentra el acta
notarial de este milagro.

Así lo había yo leído en los libros, pero no había visto el acta.
Un día me voy al Ayuntamiento y el secretario del alcalde, muy amable, no sólo me enseñó el acta sino que me regaló una edición facsímil que guardo en mi
poder.

El acta está en una vitrina en un rincón del despacho del alcalde.
Está firmada por veinticinco testigos.
El relato es el siguiente:

Miguel Juan Pellicer, veintitrés años, labriego de profesión.
Un día al volver del campo se cae del carro y una rueda le pasa sobre una pierna. Se la tienen que cortar y la entierran.

Le ponen una «pata de palo». Entonces no había la ortopedia que hoy tenemos.
Con la «pata de palo» no puede ir a trabajar al campo y se pone a pedir limosna en la puerta de la Basílica del Pilar en Zaragoza.

Así está dos años y medio.
Todo Zaragoza le conoce como «el cojo de Calanda». Calanda era su pueblo.
Pero el muchacho no quería ser mendigo toda su vida, y le pide a la Virgen del Pilar que él quiere trabajar.

Un día pasa por su casa un soldado. Como son pobres y no tienen cuarto de huéspedes acuestan al soldado en la cama de Miguel y a él le ponen un jergón a
los pies de la cama de matrimonio de sus padres.

Miguel está cansado y se va a dormir el primero.
Cuando su madre se va a acostar da un grito.
Viene su marido.

Debajo de la manta que tapaba a su hijo, en lugar de una pierna, ve dos piernas.
Despiertan al muchacho.
- ¿Por qué me despertáis? Estaba soñando con la Virgen del Pilar.
- ¡Chiquillo, que tienes dos piernas!
- ¿Que tengo dos piernas?
Se pone de pie y tiene dos piernas.
Y todo Zaragoza que le había visto antes con la pierna cortada y la «pata de palo» le ve ahora con las dos piernas.

Y van al sitio donde habían enterrado la pierna cortada, y allí no hay nada.
Y la pierna que le ha crecido tiene la cicatriz de una mordedura de perro de cuando él era pequeño.

Todo esto consta en el acta notarial firmada por médicos, enfermeros, vecinos, etc. En total veinticinco firmas.
Cuando yo cuento este milagro suelo terminar así:

Los que no creen en Dios que me expliquen cómo a un muchacho le puede crecer, en una noche, una pierna que le cortaron hace dos años y medio.

Para los que creemos en Dios la solución es clara: se trata de un milagro.
Pero los que no creen en Dios sólo tienen la salida de negar el hecho.

Y yo les digo:
- Si no aceptas este hecho del cual tenemos acta notarial, tienes que reconocerte un ignorante total de historia.

¿Con qué derecho aceptas otros relatos de la historia de los que no tenemos documentación tan fidedigna como un acta notarial?

2……….

Nombre: Jessica Munoz
Ciudad: Pembroke Pines, FL

Descripción de Revelación Espiritual:

El 10 de Septiembre, yo estuve con ardían en la boca del estomago, y dolor en el abdomen. Mientras los días pasaban, el dolor se me regó hasta atrás; a
toda la cintura. Ya por el jueves, yo ya estaba tan pálida de los dolores fuertísimos que tenia. Me decidí ir al doctor, quien me izó analicé de sangre
y de orina. Los resultados del orina fueron negativos y mi doctor me refirió ir por tres sonogramas al hospital Memorial. También me refirió a un especialista
del estomago y al ginecólogo. Las citas para todo esto eran el Martes, 17 de Septiembre, pero el Domingo antes, fui a ver a Rosa para recibir sanación.

Ella me preguntó si yo estaba padeciendo del estomago, gases, o gastritis. Yo le respondí que sí, y entonces me dijo que no me preocupara, que yo estaba
sanada, y que tomara el té de los pétalos más el agua de la Virgen. También me dijo que tenia que seguir yendo una vez por semana para seguir la sanación
o me podía quedar en una silla de ruedas.

El Martes llegó, y fui a todas las citas que tenía con los doctores y el hospital. Los resultados de los tres sonogramas que me hicieron fueron todos negativos.
Los doctores no entendieron de donde y por qué venia el dolor. El especialista del estomago aseguró 100% de que lo que yo tenia era piedras en la vesícula
y cuando llamo al hospital para saber los resultados de los exámenes, no pudo creer que no tenía nada; que los exámenes salieron negativos en todo.

Gracias a la Virgen y al Señor.

Nombre: Jacolene Morales
Ciudad: Philadelphia, PA

Descripción de Revelación Espiritual:

En diciembre 1994, descubrí que tenía cáncer en mi útero y 8 fibromas. Estuve programado para la cirugía en enero 10, 1995, para una histerectomía a Maine,
donde estaría mi madre para tomar a cuidado de mí y de mi hijo.

Antes de que me fuera para Maine y todavía trabajaba en la Florida, hablaba con mi amigo y vi un brillo de la luz en las nubes. Dije a mi amiga que era
increíble ver eso y vi que brillaba en una casa próxima. Mi amiga me dijo que la Virgen María apareciera allí en el trece de cada mes. Fui a la casa y
bebí agua de la fuente donde está la Virgen María.

Cuando fui a ver a los doctores en Maine, me diagnosticaron con una resulta de sano. No podrían encontrar nada mal en mí. Recibí sanación.

Recibí sanación en la casa de Rosa Lopez.

Nombre: Wilhelm H. Hueck
Ciudad: Davie, FL

Descripción de Revelación Espiritual:

En julio 1996, sufrí un desgarre en el ligamento patella de mi rodilla izquierda. Después de ir al Hospital de Memorial West en Hollywood, FL, y de ver
un doctor ortopédico, me informó de la posibilidad de necesitar una cirugía, más faltar seis meses al trabajo.

Mi esposa Cathy me llevó a ver Rosa y ella frotó mi rodilla con aceite bendita. Cuando fui a ver Rosa, estaba usando muletas y un inmovilizador de rodilla
y había faltado una semana de trabajo.

Más adelante ese día, no podía creer que el dolor se me había ido y que no tenia necesidad de las muletas. Dos días después de ver a Rosa, ¡regrese a mi
trabajo y mi rodilla no me ha molestado para nada!

Gracias, Rosa. Gracias María, Madre de Jesús, Nuestro Señor.

3………..

Carmen McGrath.
California, EEUU.
Agosto 2003.

Final de cita

Mi nombre es Carmen McGrath y vivo en California, EEUU, cerca del Parque Nacional de Yosemite. Soy muy feliz de contar esta historia del amor de Dios a
mis amigos los Trabajadores de Nuestra Señora.

Mis amigas Candy y Maria, nuestra amiga hispanohablante, me invitaron a acompañarlas en una peregrinación a Garabandal.

Maria, Carmen McGrath, en el centro, y Candy,
en Santo Toribio, cerca de Garabandal.

Nunca pensé que tendría el privilegio de ir en peregrinación a donde nuestra Bendita Madre se ha aparecido. Llegamos a Garabandal el 10 de mayo de 2001
y nos hospedamos en la Posada Paquita, que está cercana a La Calleja. Este es un sendero que sube a los Pinos, donde sucedieron muchas de las apariciones.
Subimos este sendero y oramos a menudo en los pinos.

Durante los diez días de permanencia sentíamos una gran alegría. Garabandal está cerca de las impresionantes montañas cántabras llamadas "Picos de Europa"
que son como Catedrales y a veces en la niebla es como si llevasen un velo. Todo ello nos hace dar gracias y alabar a Dios por la belleza que Él nos da.

Mientras estábamos en Garabandal, nos encontramos a "Los Trabajadores de Nuestra Señora", del grupo de Canadá, con el Obispo Roman Danylak, el Dr. Michael
y Helen Rozeluk.

Celebramos el Santo Sacrificio de la Misa con ellos en la Iglesia del pueblo. Rezamos juntos por la tarde. Queríamos ir al Monasterio de Santo Toribio
pero no había manera de llegar a allí y entonces, inesperadamente, Dr. Michael vino y nos dijo que ellos querían que nosotros fuésemos con ellos.

Nosotras no les habíamos dicho acerca de nuestro deseo de ir y por eso estábamos emocionadas. Fuimos invitadas a ir con ellos al Monasterio de Santo Toribio,
que está cerca de Garabandal, donde se venera el trozo más grande de la Cruz Verdadera de Jesús.

Besamos la Cruz y yo puse mis rosarios y la alianza en la Cruz. Nos dieron una reliquia de la Cruz Verdadera de Jesús. En la capilla, los peregrinos, este
grupo que vino con el Obispo Danylak,
cantamos un Himno antiguo: "Adoramos tu Cruz, Oh Cristo, y alabamos tu Resurrección." Qué Amor sentíamos por Él en esos momentos maravillosos.

Durante los dias que estuvimos en Garabandal, vinieron varios grupos de peregrinos. Había gente de Corea, Canadá, Irlanda, la India, Checoeslovaquia, Italia,
España y Hungría. Estábamos agradecidos de poder celebrar el Santo Sacrificio de la Misa con ellos, en sus idiomas.

Rezamos en las Estaciones del Vía Crucis a lo largo del sendero que sube a los Pinos, el sitio del futuro Milagro. Rezamos también el Santo Rosario. Allí
sentíamos más la importancia del Santo Rosario y del Escapulario, porque allá arriba nos sentíamos mas cerca de Dios.

Debemos aprender a rezar el Rosario muy despacio, como Nuestra Señora enseñó a las niñas. Nosotras lo rezamos lentamente, pensando y meditando lo que decíamos.

Nuestra Señora apareció en Garabandal con el Escapulario marrón, como Nuestra Señora del Monte Carmelo.
Llevando el Escapulario, somos de Ella de una manera especial. Su amor nos cobija para llevarnos al Cielo. Ella dijo que los que lleven el Escapulario se
salvarán.

La Santísima Virgen me curó en Garabandal después de 51 años de dolores.

Después de dar a luz a mi cuarto hijo, tuve dolores de cabeza violentos que me dolían tanto que hasta me hacían vomitar.

Durante años, los médicos no encontraron la causa. Me dijeron que no eran dolores de los tipos conocidos, tampoco era una migraña. Mi madre tuvo la misma
clase de dolores de cabeza. Los síntomas eran: despertar por la mañana con el dolor y no ser capaz de trabajar hasta la tarde. Los ruidos eran insoportables.

En la planificación de nuestra peregrinación yo traje mis medicinas para los dolores de cabeza. ¡No se necesitaron!. ¡No tuve ni un dolor de cabeza mientras
estuve en Garabandal!.

Yo no me di cuenta que estaba curada hasta que he vuelto a casa. Tuve esta dolencia durante cincuenta y un años y ahora, a los ochenta y un años, desde
nuestro viaje a Garabandal, no he tenido mas dolores. ¡Doy gracias Dios y le alabo! ¡Dios es tan bueno!.

Hay más. Apenas terminó nuestra peregrinación, estaba citada para una operación de mi rodilla. Sin embargo, en la fecha planificada, enfermé de gripe y
la tuve que cancelar.

Mientras estuve en San Sabastián de Garabandal, no tuve problema. Podía andar sin dolor todo el tiempo. Ya no tengo dolor al andar y no tuve que operarme.

Por estas dos curaciones doy gracias a Dios de todo corazón, que me ha curado por la intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre del Cielo.
Ahora me despierto por la mañana sin dolor de cabeza y sin cojear a causa de la rodilla.

¡Es maravilloso: el Médico más grande en el mundo entero es JESÚS!. Gracias Jesús. Lo alabo y lo adoro. Yo nunca pedí una curación. En Garabandal rezé a
Dios por otros que lo necesitaban. Dios se acordó de mí y me curó. ¡Gracias Dios mío!.

A. M. D. G.