Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

El perro del delta: cuento.

EL PERRO DEL DELTA 

Roberto Vilmaux 

Gong es el “perro del delta”. De raza indefinida. Ni muy grande ni muy chico. De madre desconocida y padre menos que menos, Gong no tiene dueño. Él elige
con quien vivir.

Es fiel y compañero pero muy independiente, puede procurarse, si quiere, su propia comida. Es buen cazador y nada como un pez. No les teme a los carpinchos
ni a la Yarará.

Vive en algún punto no identificado del delta, en el interior de alguna isla, pero como suele trasladarse de tanto en tanto, es difícil saber con exactitud
cual es su morada actual.

De día no se diferencia de los otros perros, come, duerme, acompaña a su “dueño” de turno, hace una vida de perro normal. Pero por las noches se transforma
en otro de los seres extraños que pululan en el delta del río Paraná. Sobrenatural, dirían algunos, sin especificar que es lo “natural”.

Por alguna razón que ni el más avezado psicólogo de perros puede conjeturar, miles de sus congéneres responden a sus ladridos primigenios.

Como un reguero de pólvora, de norte a sur y de este a oeste, con centro en su hábitat, la orquesta perruna interrumpe la tranquilidad de la noche, con
ladridos, aullidos y todo tipo de sonidos emitidos por gargantas ávidas de hacerse escuchar.

¿Por qué? ¿Por qué todos los perros en el Delta del Paraná, responden a Gong? ¿Quien lo puede saber? Más porque el misterio está en la naturaleza del lugar
y no en sus habitantes caninos.

Del Pre Delta al Río de la Plata, de Tigre a Villa Paranacito, el contagio es generalizado. Ladra Gong y sus vecinos más cercanos le responden, y los vecinos
de estos siguen la ronda agrandando el círculo de la música can. Y los vecinos de los vecinos arrancan con el tema elegido por Gong para esa noche y a
medida que la onda expansiva se aleja, en el epicentro se quietan las aguas y se hace silencio.

Entonces Gong, que merodea por la isla durante casi toda la noche, vuelve a ladrar por algún motivo que solo él sabe, y comienza una nueva ronda de contagio
sin haberse terminado la primera. Y llega un momento en que todos los perros que habitan en el delta del Paraná ladran todos juntos a la vez. Esto ocurre
entre las dos y las tres de la mañana, conjetura difícil de probar por la extensión del territorio, pero que los entendidos en el tema, aseguran que ocurre
tal y como se cuenta.

Alguna gente intenta hacer callar a sus perros cuando ladran por las noches, pero estos no hacen caso, ya que responden al llamado de Gong, y eso es más
fuerte que la obediencia a sus dueños.

Al alba, cuando el cantar de los pájaros y el chillido de las pavas del monte preanuncia la salida del sol, Gong se toma un respiro y se va a dormir. Y
en ese momento ocurre otro hecho significativo, y es que por algunos minutos, no se sabe si pocos o muchos, todos los perros del delta están dormidos.

Shhhhh. ¡No los despierte! Trate de dormir los pocos minutos que le quedan. Ya que si usted no es un tronco, o está tomando pastillas para dormir, seguramente
no habrá pegado un ojo de corrido en toda la noche.

Aproveche ahora.

¡Que duerma bien!