Texto publicado por Ma. Guadalupe Hernández Méndez

diario de un ciego 17 (hojas sueltas)

Diario de un ciego 17
(hojas sueltas)
Un gran amor…
-¿Halo? Tel servis a sus órdenes, le atiende Julio Peraza, diga…
Y una voz dulce, expresiva y con un tono angelical me dijo: .Necesito hablar con Ruth Salinas ¿podría comunicarme?.
Embelesado como estaba no pude reaccionar pronto hasta que la misma voz me urgió -¿está usted ahí?
-¿eh? Ah si, si, enseguida la comunico.
Fue esta la primera vez que la escuché, después se hizo costumbre oírla casi todos los días a la misma hora, pero yo encantado de atenderla. Pasaron algunos meses y mi compañera Ruth fue cambiada de plaza así que desde aquel día no escucharía mas la voz que la buscaba, al menos eso imaginé yo, porque semanas mas tarde volví a escucharla y esta vez no buscaba a mi compañera, ¡quería hablar conmigo!...El corazón aceleró su marcha, recuperé el aliento y por fin pude decirle: si, soy yo ¿le puedo ayudar en algo?. Entonces con titubeos me explicó que se había acostumbrado a escuchar mi voz y que le encantaría fuéramos amigos. Otra vez se me fue la respiración y la sangre se agolpó en mi cabeza, no podía pensar, ¡como era posible que un ángel me ofreciera su amistad!
Desde ese día intercambiamos nuestros números particulares y ya no hubo noche en que no habláramos largamente. Así supe que música le gustaba, cuales eran sus películas preferidas, que concepto tenía de la vida, del amor y de la amistad, en fin aunque no sabía como era físicamente ya la imaginaba. ¡oh…pero aquel día! en pocas palabras me dijo que ya era mucho tiempo de conocernos solo por la voz, que ya quería verme personalmente…y yo…¿cómo decirle?...¿cómo explicarle?... Al no obtener respuesta ella pensó en lo mas lógico y me dijo que no había problema si yo no quería conocerla era porque ya estaba casado … ¡no, no es eso, casi grité!. No hubo forma de hacerla desistir y yo no encontré la manera de explicarle “mi situación” por teléfono, así que concertamos una cita.
Llegué mas temprano de lo acordado al café pues pensé que al estar ahí ella me reconocería e iría a mi mesa directamente. Pero ¡error!... a pesar de mis señas ella no esperaba encontrarse con un ciego así que se fue a una mesa alejada de mi, hasta que necesité ir al servicio…al pasar frente a su mesa ella pedía la cuenta al mesero, cansada de esperar a quien no llegaría, al reconocer su voz me detuve indeciso y luego con colores en la cara le pregunté ¿eres tú Karen?...¿Julio, Julio Peraza?...casi gritó –si ¿te he desilusionado?
-No, no es eso, solo que no esperaba… -¿qué…que fuera ciego?...
-Bueno es que debiste decírmelo en alguna de nuestras conversaciones, para no haberme impresionado ¿no crees?
-es que…tuve miedo de que me rechazaras al enterarte
Ella ahogó un sollozo, no sé si de coraje o compasión… pero me dijo que yo era un tonto, que ella se había enamorado de mi alma, de mi forma de ser y nunca de mi físico.
Iniciamos una hermosa relación, fueron muchos los días de cine, teatro, cafés, parques…lo compartíamos todo y, aquella noche sería la prueba de fuego de nuestro amor, pues conocería a sus padres para pedirla en matrimonio…No fue nada fácil, sus padres se opusieron terminantemente a nuestra relación pues pensaban que ella no tendría futuro con un discapacitado como yo. Me sentí morir de angustia hasta que ella habló y les dijo que ya era mayor así que si no nos permitían casarnos de todos modos se iría a vivir conmigo…¡viva mi Karen…eso es tener valor!...
Todo esto vino a mi mente mientras estoy aquí en la sala de este hospital esperando que me la entreguen junto con nuestra nena… ¡si, soy un padre feliz y ya es nuestra segunda hija!...fin. …marilupis