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Europa.

Pompeya y más allá.

Cinco sitios arqueológicos fundamentales, desde las conmovedoras ruinas de la ciudad sepultada por el volcán Vesubio, en Italia, hasta Delfos, en Grecia, con rápidas visitas al pasado remoto de España, Francia y Turquía.

Por Lucila Marti Garro. Para LA NACION.

POMPEYA.- El Vesubio acompaña al tren en su recorrido. Siempre está ahí, latente, en el paisaje. El circumvesuviano une Nápoles con Sorrento, pero a mitad de camino desciende una horda de gente: Pompeya es el sitio arqueológico más importante de Europa. Es la huella más viva de un pueblo que albergó a 20.000 personas.

Llegar a las 8.30, cuando las ruinas se abren al público, no es sinónimo de entrar primero. A esa hora ya hay gente. La entrada principal es Porta Marina, a metros de la estación de tren. Aquí se pueden alquilar audioguías por 6,5 euros, o también contratar uno de los tantos tours guiados en español. Para llegar a comprender las ruinas conviene optar por alguno de los dos. Con zapatos cómodos y una botella de agua es tiempo de empezar el recorrido.

Un pantallazo general de Pompeya toma unas seis horas. El objetivo es cubrir los puntos clave y alcanzar a entender cómo era esta ciudad hace casi dos milenios. En el año 62 d.C. había sido castigada por un terremoto y se encontraba en un período de reconstrucción. Pero ese volcán, que sobresale en el paisaje detrás de un velo grisáceo, se enfureció una mañana del 79, cuando sepultó en lava y ceniza las ciudades que lo rodeaban. El Vesubio todavía está activo.

Pompeya quedó entonces suspendida en el tiempo. Desde 1748, cuando empezaron las excavaciones, volvió a resucitar literalmente de las cenizas, y enseña a cada paso cómo era la vida hace dos mil años.

Originalmente, la ciudad estaba rodeada de un muro de tres kilómetros y ocho puertas. Porta Marina tenía un canal que conducía al puerto, lo que permitía que atracaran los buques mercantes para recoger productos agrícolas y las manufacturas de la ciudad.

Justamente desde Porta Marina empieza el recorrido por los principales puntos.

Villa de los Misterios: al ingresar hay que tomar la primera calle a la izquierda hasta el fondo. Es una villa en las afueras del núcleo urbano de la ciudad, pero famosa por la belleza de sus frescos. Es una edificación misteriosa, que aún conserva parte de las pinturas de las paredes. Los historiadores no se han puesto de acuerdo en la interpretación de sus bellos murales, únicos en Pompeya.

La Casa del Fauno: una de las casas más lujosas y aristocráticas de Pompeya. Aquí se encontró el mosaico de Issos, obra que retrata una batalla de Alejandro Magno formada por más de un millón de diminutas teselas. Fue descubierta en un dormitorio. Se cree que esta casa fue construida a poco de que los romanos conquistaran Pompeya, y ha sido la residencia de uno de los nuevos jerarcas. El tamaño de aquella obra, que hoy se muestra en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, habla del poder y la opulencia del ocupante de la casa.

Burdel: sobre la calle Vicolo del Lupanare, este es el edificio más visitado con sus frescos eróticos mostrando diversas posturas sexuales. Aquí transcurría la relajada vida sexual de Pompeya. El interior consiste en cinco cubículos con sus explícitas pinturas y grafitis de clientes.

Foro: centro cívico y corazón de la vida comercial de Pompeya. Es un espacio abierto con forma rectangular rodeado de varios edificios públicos importantes. Desde aquí se podía acceder a la basílica, el Templo de Júpiter, el Templo de Apolo, el mercado y las termas. En uno de los laterales y tras las rejas se pueden ver cuerpos en el momento de la erupción, gracias a la técnica descubierta por Giuseppe Fiorelli de los famosos calcos a partir de 1860. Estos moldes de yeso se obtienen rellenando el vacío que la descomposición de la carne dejaba en el estrato de ceniza.

Detrás y muy cerca del foro está la única confitería. Si hay hambre es el momento oportuno para hacer una pausa y comer.

Termas Estabianas: llamadas así por estar en el cruce de la Vía de la Abundancia (Via dell'Abbondanza) y la Vía Estabiana (Via Stabiana), permiten espiar cómo eran los baños romanos. Estaba compuesta por una sección masculina y otra femenina, con cuartos ricamente decorados (el sector de los hombres, mucho más). Tenía un sofisticado sistema de calefacción: el aire caliente circulaba bajo el piso y entre las paredes. Los usuarios tenían una sala de vestir (apodyterium), una sala con piscina de agua fría (frigidarium), una sala templada (tepidarium) y una muy calefaccionada (calidarium), dotada de una bañera para agua caliente y de una fuente con agua tibia. Fue un lugar de reunión.

Teatro grande y pequeño teatro: hacer dos teatros para sentar a 5000 y 1300 personas, respectivamente, habla de la importancia que tenía para los pompeyanos el entretenimiento. El más grande data de la primera mitad del siglo II a.C. y fue construido a la manera del mundo griego aprovechando la pendiente natural de una colina, y con una excelente acústica. El espacio reservado a los espectadores estaba dividido en tres órdenes de gradas de mármol y el escenario tenía las tres puertas clásicas de entrada para los actores.

El pequeño teatro está al lado. Data del 75 a.C y es enteramente romano por su forma estrictamente semicircular. Aquí se recitaban poesías y se daban espectáculos musicales pequeños.

Anfiteatro: al fondo de la Via di Castricio se encuentra el anfiteatro más antiguo del mundo, 150 años más viejo que el Coliseo romano. Similar, pero más pequeño y mejor conservado, impresiona por dentro y por fuera. Tenía unas dimensiones de 135 x 104 metros, y una capacidad para 20.000 espectadores. Se puede ingresar a la zona de la arena, y girar 360° para recrear mentalmente cómo debían ser los espectáculos de gladiadores en Pompeya. Se ven las primeras gradas, ya que las más altas están tapadas de pasto prolijamente cortado. Está alejado de la entrada, pero vale la pena llegar hasta ahí.
Cuando pasó el temblor
Con el paso de las horas, el ojo va logrando imaginar cómo se vivía en Pompeya. Si bien hay lugares atiborrados de turistas, también hay calles solitarias, donde uno puede ingresar en las casas casi con la impresión de que saldrá un romano a recibirlo.

Las calles de grandes empedrados tienen altas veredas, y en las esquinas unos bloques de piedra permitían cruzar saltando por allí la calle, permitiendo que escurriera el agua y la suciedad por la vía sin que los habitantes se mojaran los pies. También servían como reductores de velocidad para los carros, ya que sus ruedas debían pasar por los espacios que deja una y otra piedra. Todavía hoy se ven las huellas de las ruedas en la calle. Según estudios arqueológicos que analizaron las marcas en el piso, se cree que en Pompeya ya existían calles con un único sentido de circulación.

Hasta donde la vista alcanza, las construcciones de casas se repiten en piedra y ladrillo con uno y dos pisos de altura. Las hay más enteras y más destruidas. En el piso hay pequeñas piedritas blancas llamadas ojos de gato. Incrustadas en la piedra, estos mármoles con forma de venecitas lograban reflejar la luz de las velas o la luna, lo cual le facilitaba a la gente ver por dónde caminaba a la noche.

Pompeya es grande. Caminarla sin rumbo y un poco al margen del circuito turístico hace sentirla más viva, más real que un museo. Muchos habitantes lograron escapar, pero otros 2000 quedaron aquí sepultados. Sintieron temblar el piso durante varios días sin darle demasiada importancia. Hasta que el temblor se hizo fuerte y por miedo a un derrumbe, algunos empezaron a correr.

Pero en poco tiempo se hizo de noche. El cielo se cubrió de negro y el volcán estalló de furia. Aquel que ahora posa como imponente telón de fondo, pero que aún sigue vivo e inspira respeto.
datos útiles
Cómo llegar

•Desde Roma: tren a Nápoles. Hay tres servicios que van de los 11 euros a 44 euros. Desde Nápoles tomar el circumvesuviano hasta Pompeya.
Precio: entrada a Pompeya, 11 euros. Pompeya y Herculano, 20 euros.
Más información:www.pompeiisites.org

otros cuatro viajes al pasadoNimes, Francia
Roma se enorgullece del Coliseo, pero Nimes no tiene nada que envidiarle. El anfiteatro de esta ciudad es el mejor conservado del mundo romano. Desde el siglo I d.C hasta hoy, allí se celebran espectáculos. A pocas cuadras de la actual estación de tren, en el apogeo del imperio, 34 filas de gradas atraían a más de 23.000 personas, ubicadas según el rango social.

La Maison Carrée es otro de los edificios que aún perduran y quedaron insertos en la ciudad actual. Es un antiguo y bello templo romano del primer siglo. En 2009 se completó su restauración, que tomó 4 años y 44.000 horas hombre.

En sus alrededores se hallan la torre Magna (aproximadamente, del siglo I a.C.) y el Puente del Gard (XIX a.C.), uno de los más famosos acueductos romanos.

Si visita Nimes en abril, tal vez se encuentre en un increíble viaje al pasado. Caminará entre gladiadores y podrá participar de los Grandes Juegos Romanos, que acontecen todos los años en esa época. En el anfiteatro se realiza una recreación histórica y un espectáculo único con 500 actores llegados de toda Europa. Incluso en las gradas, un puñado de poderosos mira atento la función, con largos atuendos rojos y dorados. Se organizan desfiles por las calles, espectáculos y animaciones en la Maison Carrée o en el Museo Arqueológico.
•Cómo llegar: Nimes está al sur de Francia, a 50 kilómetros del Mediterráneo y a medio camino entre España e Italia. A 100 kilómetros de Marsella y 393 de Barcelona.
Delfos, Grecia
Este inquietante lugar fue utilizado por los griegos para poder comunicarse con sus dioses en el oráculo de Delfos. Antiguo santuario, fue el centro religioso del mundo griego en el siglo VI a.C. No es de extrañar que escogiesen ese lugar. Allí se respira paz. En lo alto de una ladera de montaña es posible divisarlo casi completo tanto desde abajo como desde arriba. La ciudad era casi inaccesible, pero estaba comunicada por tres caminos. Es una de las paradas más importantes a la hora de conocer la Antigua Grecia, ya que son consideradas como una de las ruinas mejor conservadas del país.

Su enclave junto al monte Parnaso, en el valle de Delfos y con vistas al golfo de Corintos es soberbio. El Templo de Apolo, el tholos o el estadio son algunas de sus construcciones más importantes. También el magnífico Teatro de Delfos está muy bien conservado. Cabe destacar las impresionantes vistas que tenían los asistentes durante las actuaciones. Este teatro contaba con una capacidad para casi 5000 espectadores.

El pueblo de Delfos es agradable y cuenta con un buen número de alojamientos y restaurantes.
•Cómo llegar: las ruinas están a 200 km de Atenas. Se puede llegar en auto por la autopista E75, en una excursión por el día, o tomar un micro. La línea Atenas-Delfos cuenta con seis frecuencias diarias en cada sentido. Los autobuses parten de la Terminal B desde las 7.30 y tardan 3 horas en hacer el trayecto.
Baelo Claudia, España
En Bolonia, sobre la llamada Costa de la Luz, se encuentran los restos del asentamiento romano de Baelo Claudia.

Esta ciudad nació a finales del siglo II a.C. y contaba con una cerca o muralla, plaza pública (foro), Palacio de Justicia, templos, curia o Senado, tiendas, mercado, termas y teatro. Desde las ruinas se ve la playa, a escasos metros.

Tras recorrer sus calles es imposible no imaginar lo que debió ser esta espléndida urbe sobre la playa, cargada de vida, bullicio y arte. En ningún otro yacimiento de España es posible extraer una visión tan completa del urbanismo romano como en esta ciudad. Sorprende el importante grado de conservación de las ruinas. Esto se debe en gran parte a que estuvieron sepultadas por la arena de la playa de Bolonia durante 1700 años.

La vida de esta población alcanzó pleno esplendor entre los siglos I a.C. y II d.C. Su decadencia se inició en el siglo III, con un gran maremoto y las incursiones de hordas mauritánicas y de piratas germánicos. Participaba del continuo comercio con el norte de África. Era el principal puerto marítimo que enlazaba con la ciudad de Tánger, en Marruecos, ciudad que se alcanza a ver en los días despejados.

Baelo Claudia renació por iniciativa del arqueólogo francés Pierre París, principal responsable de que buena parte de esta metrópolis pudiese escapar de su cárcel subterránea de arena, a partir de 1917.
•Cómo llegar: está a 25 minutos de Tarifa. Hay que tomar la carretera nacional 340 (Cádiz-Málaga). A la altura del punto kilométrico 70,2 de dicha carretera se encuentra la intersección de la carretera provincial 8202, que se dirige a Bolonia y El Lentiscal. Siguiendo esta última, y a menos de 8 kilómetros, se llega a Baelo Claudia.
Éfeso, Turquía
Justo en la división entre Europa y Asia, las ruinas de Éfeso son consideradas entre las mejores de Europa después de Pompeya. Se sabe que fue fundada por los griegos en el siglo XI a.C. Fue en el pasado una de las doce ciudades jónicas sobre el mar Egeo, y los restos del templo consagrado a Artemisa fueron distinguidos como una de las Siete Maravillas de la Antigüedad. En el siglo II era la cuarta ciudad más grande del imperio romano y jugó un rol central en la evolución del cristianismo. Está muy bien preservada y es muy grande, pese a que se estima que sólo se excavó el 20 por ciento.

Éfeso fue un centro religioso, cultural y comercial donde circularon Heráclito, San Pablo y el apóstol San Juan. Se cree que también la Virgen María habría pasado sus días aquí luego de la crucifixión de Jesús. Incluso se puede visitar la casa donde habría vivido. Todavía permanece en buen estado una enorme calzada de mármol conocida como la Avenida Santa. Caminando sobre ella se llega a la primera biblioteca del mundo, cuya perfecta fachada descansa sobre 16 columnas.

Otras obras destellantes son las termas, los templos, las casas o el impresionante Teatro Romano. Desde arriba se comprueba que se escucha perfectamente lo que se habla en el escenario.

La entrada cuesta unos 10 euros. Conviene llevar calzado cómodo y agua, porque hace mucho calor y no hay comercios en el lugar.

•Cómo llegar: Éfeso está a 25 minutos de Kusadasi (puerto sobre el mar Egeo muy concurrido por cruceros) o a 5 minutos de Selcuk. Se puede llegar en transporte público, minibuses compartiendo el costo del viaje con otros pasajeros o en taxi.