Texto publicado por José Luis Rios

Unos 300 vascos con discapacidad visual ingresan cada año en la ONCE

El delegado en Euskadi de la organización cree que el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia es un «reconocimiento a la sociedad»
La discapacidad visual ni le ha quitado ni le ha dado felicidad a Basilio San Gabriel (Bilbao, 1957), delegado territorial de la ONCE en Euskadi. Con 34 años ingresó en esta institución por una enfermedad rara, una retinosis pigmentaria, que le ha dejado un pequeño resto visual del que se felicita. Pensó que acababa su vida laboral como profesor de matemáticas y aquel sueño juvenil de convertirse en un investigador como Severo Ochoa. Pero la vida da muchas vueltas. Y hace unos días se emocionó al saber que la ONCE recibirá en octubre el premio Príncipe de Asturias de la Concordia. «Es un reconocimiento a la sociedad y a su solidaridad», dice. «Sin ella, no podríamos hacer lo que hacemos».
En el País Vasco hay 3.510 personas con ceguera o discapacidad visual y cada año ingresan en la organización entre 250 y 300 personas. El premio se recibe en el 75 aniversario de la ONCE, con la satisfacción de haber sido propuestos por organizaciones como Mensajeros de la Paz, Cáritas y Manos Unidas -que obtuvieron el mismo galardón en 1994, 1999 y 2010, respectivamente-, así como por Cruz Roja y Unicef-España. «Ello dobla el valor que nosotros podamos tener», dice San Gabriel. La filosofía que impulsó el arranque de la ONCE en 1938 permanece. Destaca la audacia de aquellos fundadores que no querían vivir de la mendicidad ni de dar pena. «Tampoco querían que las instituciones les facilitaran la vida. Querían contribuir a la sociedad, como seguimos queriendo ahora».
Hubo momentos bajos, como en los años 40, cuando se pensó en la desaparición de la ONCE. Pero los superaron. En los años 80 la institución se democratizó y tuvo su 'boom' de crecimiento, como marcaban los tiempos. «El cupón pasó a tener ámbito nacional y nació el 'cuponazo', con aquellos anuncios de la cola de tanta repercusión mediática», explica. «La ONCE empieza a crecer. Al principio para las personas ciegas y con discapacidad visual, y desde hace 25 años, para personas con otras discapacidades, a través de la Fundación ONCE».
Llegó después la participación en plataformas como CERMI -en Euskadi, Edeka-. «No podemos ir solos: somos 72.000 afiliados en el Estado -3.510 en Euskadi-. Nos vamos uniendo con otros colectivos, engrandeciendo la discapacidad. Nuestro último salto ha sido crecer en Europa, donde hay 80 millones de personas con discapacidad, en Iberoamérica y en África».
El crecimiento y poder económico de la ONCE, ¿trae suspicacias? «Muchos piensan que nos dedicamos a la venta del cupón, cuando solo es un medio para conseguir un fin. Nuestro objetivo es dar servicios a personas ciegas o con deficiencia visual y ser solidarios con personas con otras discapacidades. El 3% de todo lo que vendemos va a la Fundación ONCE con el fin de crear empleo para personas con discapacidad. En 2012, año de mucha destrucción de empleo, hemos creado 4.200 puestos de trabajo para gente con discapacidad. Y en 2013, con caídas en Euskadi cercanas al 10% y a nivel nacional del 2%, hemos creado 4.000 puestos de trabajo en el Estado ».
Obsesiones para la ONCE son el empleo, la educación y la formación. Todo para lograr la inclusión social. «Es cierto que a la organización nos llegan personas cada vez mayores, que no están en edad laboral, y para ellos promovemos la rehabilitación. Aproximadamente el 9% de la población es discapacitada. ¿Quién no tiene un familiar o amigo en esta situación? Ellos sí conocen el trabajo de la ONCE ».
Del total de operadores de juego en España, la ONCE representa el 7%. «Y con este porcentaje hacemos cantidad de cosas. Hay que ver qué hacen otros con el dinero que ganan. Para ellos es un negocio. Para nosotros, mucho más». Piden mayor regulación y control de las empresas de juego en internet, para que todas contribuyan con sus impuestos. Y que, por su fin social, en los premios de la ONCE no se retenga el 20% como impuesto a Hacienda.
Ayuda al alumnado
A pesar de los avances médicos, aún hoy en día «hay niños que nacen con ceguera o discapacidad visual. La ventaja es que ahora, desde los primeros días de vida, desde la ONCE se ayuda a aprovechar al máximo el resto visual y a organizar una vida sin visión», recuerda San Gabriel. En toda la etapa educativa, a través de un acuerdo con el Gobierno vasco, la ONCE ofrece material específico «para que estos niños realicen su labor en las mismas condiciones que el resto de sus compañeros».
Hay enfermedades visuales hereditarias. «Según cuando se manifiesten, necesitarán nuestra ayuda», dice San Gabriel. «Para considerar una deficiencia visual hay dos parámetros. Uno es ver menos de un décimo en la escala de Wecker: lo que una persona ve a 10 metros, un afiliado a la ONCE lo ve a uno. El otro es tener un campo visual reducido de menos de 10 grados. Puedes tener buena agudeza visual, pero, por ejemplo, ver en tubo». Ahora llegan muchos afiliados por degeneración macular debida a la edad, a partir de los 50 años. «Trabajamos con las ópticas para prevenirla», dice. «La diabetes puede producir ceguera si no está controlada».
http://www.elcorreo.com/vizcaya/v/20130916/pvasco-espana/unos-vascos-dis...