Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

Carta al gerente del banco.

PARA PERSONAS MAYORES

Se muestra a continuación una carta real,
enviada a un banco por una señora de 86 años.
Al parecer, el Gerente del banco pensó que era lo suficientemente divertida para hacerla publicar
en el New York Times.

Muy señor mío:

Le escribo para darle las gracias por haber rechazado
el cheque que libré para pagarle a mi plomero.

Según mis cálculos, deben haber transcurrido tres
nanosegundos entre la presentación de su cheque y
la llegada a mi cuenta de los fondos necesarios
para cubrir su pago.
Me refiero, por supuesto, al depósito automático
mensual de mi pensión completa, un arreglo que,
lo admito, ha estado en vigor durante sólo ocho años.

Esos tres nanosegundos fueron suficientes para
hacer un débito en mi cuenta por US $ 30 en concepto
de sanción por las molestias causadas a su banco.

El agradecimiento que ahora expreso nace porque
este incidente me ha hecho repensar mis errantes
procedimientos financieros y bancarios.

Me di cuenta de que, si bien yo personalmente contesto
todas las llamadas telefónicas y cartas de su banco,
cuando yo trato de contactarlos me enfrento a lo impersonal,
a una sobrecarga de frases pre-grabadas, encuentro una
entidad sin rostro, que es en lo que su banco se ha convertido.

A partir de ahora, yo, como usted, elijo sólo hacer frente
a una persona de carne y hueso.

Los pagos de mi hipoteca y de mi tarjeta de crédito, entonces,
en adelante ya no se harán por débito automático. Llegarán
a su banco cheques en un sobre, dirigido personalmente y
en forma confidencial a un empleado de su banco que usted
debe nombrar a la brevedad.

Tenga en cuenta que abrir un sobre dirigido a otra persona
es un delito, con arreglo a la Ley Postal.

Adjunto un juego de formularios que su empleado elegido
deberá completar.

Lamento que requiera 8 páginas pero, como Ud. comprenderá, necesito saber tanto de él o ella como su banco sabe acerca de mí.
No hay otra alternativa.

Tenga en cuenta que todas las copias de su historial médico
deben ser refrendadas por un Notario Público, y los datos obligatorios sobre su situación financiera (ingresos, deudas,
activos y pasivos) deben ser acompañados de pruebas documentales.

A su debido tiempo, a mi conveniencia, proporcionaré
a su empleado un número PIN que él/ella debe citar
para tratar conmigo.

Lamento que no puede ser inferior a 28 dígitos, pero,
de nuevo, me he inspirado en el número de botones
que me requieren a mí para acceder a mi cuenta en
vuestro servicio phone banking.

Como se suele decir, la imitación es la forma más
sincera de adulación. Por eso, permítame nivelar
el terreno de juego aún más.

Cuando me llamen pulsen los botones de la siguiente manera::
Inmediatamente después de discar mi número de teléfono,
presione * para conversar en inglés. A continuación, pulse:

# 1. Para hacer una cita conmigo.

# 2. Para consultar sobre algún pago faltante.

# 3. Para transferir la llamada a la sala de mi casa
en caso de que yo esté allí.

# 4. Para transferir la llamada a mi habitación
en caso de que esté durmiendo

# 5. Para transferir la llamada a mi baño en caso
de que esté atendiendo a la naturaleza.

# 6. Para transferir la llamada a mi teléfono móvil
si no estoy en casa.

# 7. Para dejar un mensaje en mi ordenador. En este caso,
una contraseña será necesaria. La contraseña será
comunicada a su empleado una vez que haya cumplido
los requisitos ya descritos.

# 8. Para volver al menú principal y escuchar nuevamente
las opciones 1 a 7.

# 9. Para presentar una queja o una pregunta general.
En este caso, el contacto quedará en suspenso,
a la espera de mi atención. Si bien esto puede,
en ocasiones, ocasionar una larga espera, escuchará
música mientras dure la llamada.
Lamentablemente, pero de nuevo siguiendo su ejemplo,
le comunico que también deberé cobrar una tarifa
a fines de sostener el funcionamiento de estas
nuevas disposiciones.

Su humilde cliente.

Y recuerde: no haga que la gente vieja se vuelva loca.
No nos gusta estar viejos, por lo que no hace falta mucho
para irritarnos.