Texto publicado por SUEÑOS;

marquetin de venta:

Diario de un Vino Querido diario,

Controlo. Sé que controlo. No estoy enganchado, por mucho que digan. ¡Qué sabrán ellos!

Esta vez es distinto. Es cierto que en el pasado me pasé un poco y descontrolé, pero ahora ya no. Ahora estoy mejor.

Hace un año, por ejemplo, no había forma de colocarme. Allá donde fuese, me querían hacer pagar precios abusivos por venderme el producto. A mi colega Hans se lo vendían casi con descuento, mientras que a mí me lo querían cobrar a precio de oro. ¡Qué injusta es la vida! Hans no sólo consume, sino que también vende –de hecho, controla bastante el mercado- y, gracias a ello, nunca le falta de nada. A mí, en cambio, el año pasado no me daban casi ni los buenos días. Maldito capitalismo…

Lo pasé fatal y me dio cierto mono, pero ahora las cosas van mucho mejor. Me encuentro bien, el mercado está muy bien abastecido y los vendedores se dan codazos por colocarme su producto. Ayer mismo me salí, comprando más de lo que me esperaba y a mejor precio . La gente se da cuenta de que controlo y cada vez me cobran menos por colocarme. Esto demuestra que estoy mejorando.

Lo malo son los aguafiestas que no paran de sermonearme con lo de siempre: que si no puedo seguir así; que si me estoy metiendo en un agujero del que no podré salir; que si tengo que pensar en mi salud… ¡Qué pesados! No se dan cuenta de lo que he mejorado, de las ganas que tiene todo el mundo de venderme lo que necesito. Si tan mal estuviese, nadie me querría vender, ¿no? Ignorantes…

Hay que ver cómo se pusieron los cenizos estos cuando se supo hace unos días que me he metido el equivalente al 90% de lo que gano en un año. ¡Pero si tampoco es tanto! Giorgios y Giuseppe se han metido mucho más que yo y ahí están (Giorgios ya respira, creo). Yo creo que es todo cosa de Hans que habla mal de mí por detrás para que el chute me salga más caro y así haya más para él.

Yo esto lo dejo cuando quiera. Lo que pasa es que me viene bien ahora porque tengo unos problemillas en casa y me ayuda a salir adelante. Los pesados de siempre me dicen que estoy enfermo, que he empeorado mucho en pocos años y que lo que tengo que hacer es desengancharme y arreglar los problemas en casa. No digo que no lo haga más adelante, pero ahora no. Ahora no es el momento. Luego. Las añoranzas y melancolías me las dejo para otro día… Ahora no hay margen.

Y cuando lo haga, de verdad que devolveré todo lo que cogí prestado en casa. Ya sé que mi familia está cabreada conmigo por el esfuerzo que les he pedido que hagan, pero es que no me queda otra. La realidad es la que es. ¡Ya me gustaría a mí que fuese otra! Sería el primero en no tener que coger cosas prestadas. Qué injusta es la gente, de verdad…

Bueno, te dejo que me tengo que ir a una subasta.