Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

Ecosistema: cuento.

Ecosistema

José María Merino

El día de mi cumpleaños, mi sobrina me regaló un bonsái y un libro de
instrucciones para cuidarlo. Coloqué el bonsái en la galería, con los
demás tiestos, y conseguí que floreciese. En otoño aparecieron entre la
tierra unos diminutos insectos blancos, pero no parecían perjudicar al
bonsái. En primavera, una mañana, a la hora de regar, me pareció
vislumbrar algo que revoloteaba entre las hojitas. Con paciencia y una
lupa, acabé descubriendo que se trataba de un pájaro minúsculo. En poco
tiempo el bonsái se llenó de pájaros, que se alimentaban de los
insectos. A finales de verano, escondida entre las raíces del bonsái,
encontré una mujercita desnuda. Espiándola con sigilo, supe que comía
los huevos de los nidos. Ahora vivo con ella, y hemos ideado el modo de
cazar a los pájaros. Al parecer, nadie en casa sabe dónde estoy. Mi
sobrina, muy triste por mi ausencia, cuida mis plantas como un homenaje
al desaparecido. En uno de los otros tiestos, a lo lejos, hoy me ha
parecido ver la figura de un mamut.

José María Merino

Breve reseña sobre su obra

José María Merino nació en A Coruña, en 1941, pero pasó su infancia y
adolescencia en León, de donde se trasladó posteriormente a Madrid.

Estupendo fabulador, en el conjunto de su obra se percibe su acentuado
gusto por contar y su fascinación por los relatos de tradición oral de
los que se siente conscientemente deudor. Merino es, sobre todo, un
narrador de historias.

Sin embargo, su inicio en la literatura se produjo con varios libros de
poesías que fueron posteriormente reunidos en Cumpleaños lejos de casa
(1987).

Como narrador se dio a conocer con Novela de Andrés Choz (1976),
ganadora del Premio Novelas y Cuentos. El caldero de oro (1981) y La
orilla oscura (1985, Premio de la Crítica) consolidaron su prestigio
como novelista.

En La orilla oscura, el tema recurrente de toda la narrativa de Merino
encuentra su expresión más acabada: el de la propia identidad, el del
cuestionamiento de la realidad de una existencia que se escurre de
nuestras manos y a la que el paso del tiempo transforma en una fábula
recuperable, como otras fábulas, a través de la memoria.

En 1991 publica El centro del aire, en la que tres personajes frustrados
se esfuerzan por recuperar su infancia perdida y en 1992 aparece
Crónicas mestizas en las que recopila tres novelas anteriores dedicadas
a la conquista de América.

Como cuentista, publica en 1982 Cuentos del reino secreto, en los que
recrea de manera fantástica mitos de su propia cultura personal. A este
volumen le siguió El viajero perdido (1990), once relatos que son
variaciones de aspectos recurrentes en su obra anterior. Siempre en los
límites de lo fantástico, Merino nos muestra en sus cuentos las
peripecias de unos seres que luchan por realizar unos deseos casi nunca
satisfechos.

Sus cuentos han sido reunidos en Cincuenta cuentos y una fábula (1997).
Recientemente ha publicado la novela Intramuros con la que vuelve al
territorio de la memoria de la infancia.