Texto publicado por SUEÑOS;

pobre john lennon:

Londres cierra sus puertas al mundo
Por Philip Stephens (Financial Times)
14/08/2013

Detengan el mundo, que Gran Bretaña se quiere bajar. Los Juegos
Olímpicos de 2012 fueron una celebración gloriosa de la diversidad.
Londres se presentó como un centro internacional sin rival. Los héroes
locales de los juegos, atletas como Mo Farah y Jessica Ennis, fueron
la personificación de una nueva e integradora visión de la esencia
británica. Pero eso era entonces.

Un año después, la política de la nación se hace eco del sonido de
puertas cerrándose repentinamente. El mensaje que se transmite a los
extranjeros por deprimente que parezca es muy claro: manténganse
alejados. Los conservadores de David Cameron prometen un referéndum
que podría acabar en la ruptura del compromiso de Gran Bretaña con
Europa. Hubo un tiempo en el que estos conservadores escépticos
ofrecían una alternativa: apartémonos de Europa y miremos hacia el
mundo. Pero ya ni siquiera eso. Se están levantando barricadas a
diestro y siniestro. Los turistas, los estudiantes, los ejecutivos de
empresas: todos pueden llegar a ser inmigrantes ilegales en potencia.

El otro día, el Ministerio del Interior, el responsable de los
controles fronterizos, nos dejó entrever el repugnante populismo que
está impulsando la política del Gobierno. Se desplegó una serie de
camiones con carteles por las áreas de mayor diversidad étnica de
Londres. El mensaje: los inmigrantes ilegales debían “marcharse o
enfrentarse a la detención”. Los liberal-demócratas, el partido menor
en la coalición de Cameron protestaron diciendo que la iniciativa era
estúpida y ofensiva. Sin inmutarse, la oficina del primer ministro
dijo que a lo mejor extenderían la campaña por todo el país.

Una fianza de entrada al país

El Ministerio del Interior también planea exigir a los visitantes de
países de “alto riesgo” que paguen una fianza de 3.000 libras para
entrar en Gran Bretaña. Al parecer, el objetivo es disuadirles de que
“se queden demasiado tiempo” y recuperar los costes si los visitantes
requieren asistencia sanitaria. Los países elegidos son India,
Nigeria, Kenia, Pakistán, Sri Lanka y Bangladesh. Y les parece normal
que naciones predominantemente “blancas” como Estados Unidos, Canadá,
Australia y Nueva Zelanda queden exentas de esta norma.

Más cerca de casa, el Gobierno promete restringir el acceso de rumanos
y búlgaros. Los ciudadanos de estos Estados de la UE podrán disfrutar
de la libre circulación por toda la Unión cuando expiren las
restricciones el año que viene. La prensa sensacionalista británica ya
está repleta de historias de terror sobre las hordas de “turistas en
busca de beneficios sociales”. Y el hecho de que los inmigrantes
tengan menos posibilidades de reclamar prestaciones sociales que los
británicos es una anécdota.

El Gobierno está actuando de cara a la galería populista. El primer
ministro ha tirado por la borda la integración de la “Big Society” [la
“gran sociedad”] que en otros tiempos utilizó como seña distintiva.
Aseguraban que los nacionalistas del Partido de la Independencia del
Reino Unido (UKIP) habían aventajado a los conservadores en la
derecha. El estancamiento económico y la austeridad fiscal removieron
el resentimiento de la opinión pública. Cameron llamó a los defensores
del Ukip “racistas encubiertos”. Y ahora les corteja.

Ambiente de paranoia

El ambiente de paranoia se intensifica con grupos de presión como
Migration Watch UK. Sir Andrew Green, el exdiplomático que lidera la
organización, expone un estudio que afirma que los “británicos
blancos” (en palabras de Sir Andrew) podrían llegar a ser una minoría
en la segunda mitad del siglo.

Y algunos de nosotros nos preguntamos: “¿y qué problema hay?”. Cuando
se aclamaba a Farah y Ennis, de Somalia y de ascendientes caribeños,
respectivamente, asumimos que Gran Bretaña había dejado atrás el color
de la piel como indicador de la identidad nacional. No recuerdo oír
quejas de que eran “británicos de color” cuando recogieron sus
medallas de oro. Pero claro, esos triunfos no activan la xenofobia de
bar en los condados ingleses.

Gran Bretaña realmente necesita una política de inmigración
inteligente y efectiva. La gente quiere ver que el sistema es justo,
eficiente y no excesivamente perjudicial para las comunidades locales.
El último Gobierno laborista subestimó totalmente el número de
personas procedentes de los antiguos Estados comunistas tras su
adhesión a la UE. Una política de puertas abiertas, combinada con una
administración permisiva generó la percepción general de que la
inmigración estaba fuera de control.

300.000 expedientes de asilo sin resolver

Sin embargo, para el Gobierno actual, el pánico moral y los gestos
populistas se han convertido en una distracción de su propia
incapacidad de controlar el sistema. Y es mucho más sencillo culpar a
los inmigrantes de quedarse con los puestos de trabajo que solucionar
el fracaso de un sistema educativo nacional que genera tantos jóvenes
sin motivación y sin cualificación.

El otro día, un comité de diputados afirmó que el recuento oficial de
inmigrantes en realidad se basaba en “suposiciones”. No es nada
sorprendente, cuando no se controlan los pasaportes ni los visados de
los visitantes que salen del país. Estas suposiciones afirman que la
inmigración neta ha descendido en gran medida. Y quizás sea cierto.
Pero el descenso es en gran parte consecuencia del recorte drástico
del número de estudiantes extranjeros.

Países como Canadá, Estados Unidos y Australia no cuentan a los
estudiantes como inmigrantes permanentes, por la razón obvia de que la
mayoría regresan a su país de origen. Mientras, el sistema de visados
de Gran Bretaña es un caos, los controles de entrada en el aeropuerto
de Heathrow en Londres son un desastre y se quedan sin resolver
300.000 casos de asilo e inmigración.

El objetivo oficial de reducir la inmigración neta hasta las decenas
de miles de personas está repleto de contradicciones. Asume que el
número de personas procedentes de Brasil o Estados Unidos debe
aumentar o descender en función de cuántos jubilados británicos se
marchen a disfrutar del sol de España. Si los fontaneros polacos se
marchan a su país, los británicos pueden asumir más ingenieros indios,
y viceversa.

Detrás de estos sinsentidos se encuentra un peligro mucho mayor. Gran
Bretaña antiguamente fue un país defensor del sistema internacional
liberal y abierto. Ahora se está redefiniendo ante el mundo como una
víctima resentida. Las acciones para salir de Europa y prohibir la
entrada a inmigrantes son un reflejo del derrumbe de la confianza
nacional. Y las consecuencias económicas pueden ser devastadoras. ¿Qué
motivos tendría para invertir un director de empresa que esté en su
sano juicio (de, por ejemplo, China, India o Brasil) en un país que le
niega el acceso a la UE y afirma que sus compatriotas son huéspedes no
deseados?

Puede que Gran Bretaña esté a punto de saltar, pero el mundo seguirá girando.
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"Si no estás atento, los periódicos harán que odies a la gente
oprimida y ames a los opresores."
(Malcom X)
"La ley, en su majestuosa equidad, prohíbe tanto al rico como al pobre
dormir bajo los puentes, mendigar en las calles y robar pan."
(Anatole France)
"No es verdad que los días lluviosos sean los peores; son los únicos
en los que puedes caminar con la cabeza en alto aunque llores."
(Jim Morrison)