Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

Un niño con manos mágicas y oído absoluto: artículo.

La Provinciavolver 11-agosto-2013

Un niño con manos mágicas y oído absoluto

Leo López tiene 11 años, aunque es ciego, tiene un gran talento para tocar
el piano. Una historia que empieza triste y termina con final feliz. Mirá el
video. https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=OQj9ILcVLK8

Futuro. “Me gustaría tocar en una banda y también ser un concertista, tocar
solo para mucha gente”.

Lucila Tosolino/ De la Redacción de UNO

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El piano de madera negra y lustrosa descansa en el centro del escenario del
Teatro 3 de Febrero de Paraná, con su caja de resonancia, sus clavijas y sus
doscientas cuerdas expuestas a las manos de Leo López, un niño ciego de 11
años que hace tres años empezó a tocar. Una historia que empezó siendo una
pesadilla, pero luego un giro de tuerca hizo que saliera el sol para Leo y
hoy tenga la vida que se merece.

Su madre adoptiva, Alejandra Larrosa, relató a UNO una historia conmovedora.
Leo tenía 6 meses de vida cuando ingresó al hospital de niños San Roque de
Paraná por violencia infantil y desnutrición. Su esposo, Carlos, que trabaja
en el Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia (Copnaf)
sabía que el bebé necesitaba a alguien que lo cuidara todos los días, y
pensó en Alejandra, una mujer con mucho amor para dar.

Alejandra asistió todos los días durante cuatro meses al nosocomio infantil
donde atendían al bebé. “Leo estaba muy mal, desnutrido y con
desprendimiento de retina en los dos ojos debido a la violencia que había
recibido de su padre biológico. Le realizaron intervenciones quirúrgicas
para salvarle la vista, pero no se pudo y quedó ciego”, explicó la actual
madre del niño con la voz quebrada. El actual padre comentó que cuando Leo
se recuperó ya tenía 1 año, su familia biológica no se quiso hacer cargo de
él; y así fue que lo adoptaron. “Al principio nadie nos apoyaba con la
decisión de adoptar a Leo, porque además de él teníamos dos hijas, Lucrecia
que tenía 10 años y Rocío 7, pero entre todos le dimos amor y lo cuidamos
siempre para que no le faltara nada”, aclaró el hombre.

La familia Larrosa acogió a Leo y a partir de ahí el destino del niño que
ingresó golpeado al hospital infantil cambió rotundamente. Aunque lo único
que lo apega a su antigua vida, es el apellido de su familia biológica, ya
que su madre tiene esquizofrenia y está inhabilitada para firmar los papeles
de adopción y su padre falleció hace tiempo.

La lucha diaria por incluir a Leo en una sociedad que no está preparada para
convivir con gente ciega significó mucho esfuerzo. Al respecto, la madre
adoptiva señaló: “Siempre con amor y paciencia cuidamos a Leo, a los 2 años
entró a la escuela para ciegos Helen Keller y a los 4 años lo inscribimos en
la escuela Nº 4 Domingo Faustino Sarmiento, que fue la única que lo aceptó”.
Pero además de distribuir su semana entre la escuela Helen Keller y la
Sarmiento, Leo practica básquet y natación. Aunque lo que lo hace más
especial aún es su desempeño con el piano en la Escuela de Música, Danza y
Teatro Profesor Constancio Carminio.

“Desde chico le gustó mucho la música, él sabe tocar muy bien de oído.
Decidimos llevarlo a la escuela de Música para que se integrara, así que
cuando Leo cumplió 9 años fuimos a la institución que nos abrió las puertas
y lo pudimos inscribir y hace ya tres años que va ahí”, agregó la actual
madre.

La ayuda de los docentes

En 2011, la Escuela de Música, Danza y Teatro Profesor Constancio Carminio
le abrió las puertas a Leo para que empezara a estudiar piano.

Si bien ninguno de los docentes estaba capacitado para enseñar música a un
niño ciego, con mucho esfuerzo se logró integrarlo. La promotora inicial fue
la profesora de Música, Lucrecia Acosta, quien se hizo cargo de Leo. “Cuando
entró Leo tenía 9 años, era muy chico y nosotros –los docentes- no sabíamos
cómo enseñarle. Además de tener piano conmigo tenía audio perceptiva y coro
con otras colegas. Los dos primeros años se hizo lo que se pudo para
enseñarle, sin embargo era toda una revolución”, explicó a UNO Acosta
mientras recordaba aquel momento.

Pero Acosta no bajó los brazos y buscó una solución. Rastreó por Internet un
curso de Musicografía Braille a cargo de dos músicos ciegos de Buenos Aires.
Luego de hacer todos los trámites necesarios, en abril de este año vinieron
a Paraná a enseñar la lectura de partituras en Braille, donde se
inscribieron varios docentes de la institución para poder ayudar a Leo en el
recorrido de su carrera. El curso fue todo un éxito. Con todo el esfuerzo de
la profesora Acosta, las actuales docentes de Leo aprendieron Musicografía
Braille y así lo acompañan día a día a entender el lenguaje de la música,
más allá de lo auditivo.

La actual profesora de piano de Leo es Claudina Knopp, ya que Acosta se
jubiló este año. “Cuando me enteré que Lucrecia Acosta se jubilaba, y yo era
la única profesora de piano que había hecho el curso de Musicografía
Braille, supe que iba a ser la docente de Leo, de lo cual estoy muy contenta
porque es un proceso de enseñanza muy rico donde él aprende y yo también y
además nos divertimos mucho”, expresó Knopp. Otra docente que hizo el curso
de Musicografía Braille es María Alejandra Martínez, quien está a cargo de
la materia de audio perceptiva a la que asiste Leo. “Él es un niño muy
inteligente, tiene una gran capacidad auditiva, por eso le resulta más fácil
comprender algunos temas que otros compañeros”, explicó Martínez.

Carlos Larrosa, papá adoptivo de Leo, indicó que la ciudad y la sociedad no
está preparada para personas no videntes. “Uno camina por la calle y la
gente choca a Leo, no hay semáforos para ciegos e incontables situaciones
ocurren a diario que dan impotencia”, señaló el hombre. Pero el dato que más
alarmó fue que en Paraná no hay impresora Braille y tampoco máquinas de
escribir Braille en todas las escuelas, a excepción de la Helen Keller. “Leo
tiene su propia máquina de escribir Braille y la tiene que trasladar a todos
lados, debido a que en la escuela Sarmiento y en la de Música no poseen una.
Encima la máquina sale muy cara, está a precio dólar. La que nosotros le
compramos nos costó mucho. Así se entrevé que no incluyen socialmente a
personas ciegas en la vida cotidiana”, finalizó Larrosa.

El Messi paranaense del piano

En vez de la pelota, lo suyo es el piano. Leo comparte con el jugador de
fútbol el gran talento. Sus manos sobrevuelan el teclado y la emoción que
trasmite cuando toca el niño ciego es contagiosa. Mientras lo hace, cuenta:
“Estoy tocando composiciones mías, no sé bien cuántas tengo, creo que son
como 11. Algunas tienen nombres: El Clásico, Chamamé, Vals para los días de
lluvia y Día de flores”.

El niño de 11 años se desempeña con virtuosismo en el piano. Es que su
capacidad auditiva es superior a la normal, ya que al tener oído absoluto
puede sacar las melodías más complejas sin tener que leer en partitura
Braille. Entre risas, pícaro, Leo dijo: “Prefiero tocar de oído antes que
leer partituras en Braille, aunque en materias como Audio Perceptiva o Piano
me exigen leer”.

Además del piano, el niño sabe tocar la armónica y el bombo. Aunque
reconoció que “son más fáciles que el piano”. Consultado sobre su futuro con
las teclas negras y blancas, Leo afirmó: “Me gustaría tocar en una banda y
también ser un concertista, tocar solo para mucha gente”.

Si bien Leo compone sus propios temas, también tiene gran admiración por
músicos internacionales. “Me gusta mucho el austríaco Anton Diabelli, he
tocado algunas obras de él. El año pasado en un concierto interpreté una a
cuatro manos, que es muy linda”, comentó el pequeño pianista mientras la
interpretaba en el piano de cola del Teatro 3 de Febrero.